Heraldo de Aragón

Bilingüism­o a la belga y a la catalana

Conocer cómo se practica el bilingüism­o en otras partes de Europa, como la región de Bruselas, podría ser útil para una comunidad también bilingüe como Cataluña

- José Miguel Palacios es doctor en Ciencias Políticas

La ciudad de Mons, con casi 100.000 habitantes, es la capital del Henao, una de las diez provincias en que se divide Bélgica. Y es conocida internacio­nalmente como sede del Shape, el cuartel general supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa. Sin embargo, el viajero que alquile un coche en el aeropuerto de Bruselas-Nacional, situado apenas a 80 kilómetros de distancia, en vano buscará el nombre ‘Mons’ en los indicadore­s de las autopistas. Y es que el aeropuerto está situado en Flandes y en su entorno el único idioma oficial es el neerlandés. Deberá, pues, dirigirse hacia ‘Bergen’ (nombre flamenco de Mons) y seguir en dirección a ‘Mons/Bergen’ cuando atraviese el territorio de Bruselas. Solo cerca del final de su recorrido, al entrar en Valonia, encontray rá el viajero la forma ‘Mons’, la que los ‘montois’ utilizan para referirse a su ciudad.

Como sabemos, Bélgica es un país bilingüe, lo que implica que la administra­ción federal emplea por igual las dos lenguas nacionales, el neerlandés y el francés. Sin embargo, la gran mayoría de los belgas habita en territorio­s monolingüe­s en los que solo uno de los dos idiomas es oficial. Menos del 10% de los habitantes del Reino vive en la región de Bruselas-Capital, el único territorio bilingüe.

¿Qué significa en Bélgica ‘ser bilingüe’? En primer lugar, que los topónimos, el callejero y los nombres de los organismos son oficiales tanto en versión francesa como neerlandes­a (Bruxelles/Brussel). Significa también que todas las leyes, reglamento­s actos administra­tivos se redactan en los dos idiomas y que ambas versiones lingüístic­as son igualmente válidas. Significa que toda la informació­n pública (por ejemplo, las placas con los nombres de las calles) se muestra en ambos idiomas, con el mismo tipo de letra y, en la medida de lo posible, alternando el orden. Y significa que la educación financiada con fondos públicos se oferta a todos los niveles, del preescolar al universita­rio, en francés y en neerlandés (aunque, curiosamen­te, no exista un modelo educativo bilingüe). Significa, en fin, que el ciudadano puede elegir libremente cuál de las dos lenguas oficiales desea utilizar en sus relaciones con las autoridade­s.

Por lo que se refiere a las comunas (municipios), siguen en general el régimen lingüístic­o de la región a la que pertenecen. Solo neerlandés en Flandes, solo francés en Valonia, y régimen bilingüe en Bruselas. La excepción la constituye­n las llamadas ‘comunas con facilidade­s’, situadas en las proximidad­es de la frontera lingüístic­a, que se caracteriz­an por el hecho de que una parte considerab­le de la población habla una lengua distinta de la oficial en la región a la que pertenecen.

En estas comunas, la administra­ción sigue siendo monolingüe, pero los ciudadanos pueden relacionar­se con ella en cualquiera de las dos lenguas. Que la administra­ción sea monolingüe implica que el idioma de trabajo es, precisamen­te, el de la región, el único que puede utilizarse, por poner un ejemplo, en las reuniones del consejo comunal. Aunque casi todos los habitantes y concejales pertenezca­n al otro grupo lingüístic­o (hay más de un caso). Por lo que se refiere a la educación, las comunas con facilidade­s ofrecen el nivel preescolar y la primaria en las dos lenguas, aunque a partir de secundaria los alumnos deben pasar al idioma oficial de la región.

En España, la Constituci­ón dispone que el castellano es la lengua oficial del Estado y que otras lenguas pueden ser cooficiale­s en las regiones cuyos estatutos de autonomía así lo prevean. De esta manera, nuestras comunidade­s autónomas pueden ser bilingües y algunas de ellas han hecho uso de esta posibilida­d constituci­onal. El caso que en Aragón conocemos mejor es el de Cataluña.

¿Es el bilingüism­o catalán homologabl­e al que se practica en otras partes de Europa, como Bélgica? Ni por asomo. En Cataluña y en todos sus municipios tenemos

«El ciudadano puede elegir libremente cuál de las dos lenguas oficiales desea utilizar en sus relaciones con las autoridade­s»

de hecho un solo idioma oficial, el catalán, y un régimen de facilidade­s lingüístic­as para los castellano­hablantes. Unas facilidade­s que en algunos aspectos son más generosas que las que ofrecen las comunas belgas, pero que, en otros, lo son menos. En una reunión del pleno municipal a nadie le van a prohibir que se exprese en castellano, si así lo desea. Premio naranja. Pero la rotulación pública estará íntegramen­te en catalán (el elemento simbólico, tan importante entre nosotros) y no existirán centros de enseñanza en castellano o bilingües sostenidos con fondos públicos. Premio limón.

Hace casi siete años que Carles Puigdemont i Casamajó reside en Waterloo, una pequeña ciudad francófona de la periferia de Bruselas. Seguro que su larga estancia en el extranjero le ha servido para asimilar ideas que quizá pueda poner en práctica en el futuro. Por ejemplo, sobre el bilingüism­o en una sociedad democrátic­a avanzada.

 ?? HERALDO ??
HERALDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain