Los perseguidos por la Justicia
Donald Trump se queja de que jueces y fiscales lo persiguen y lo tienen frito a base de demandas, querellas, sumarios y juicios. Lo mismo le pasa a Pedro Sánchez, un juez persigue a su mujer con intención de «quebrarlo». De momento, entre Trump y Sánchez, la palma del martirio se la lleva Trump, al que no es que le hayan enviado una citación, sino que en plena campaña electoral, en la que es candidato, lo han llevado a juicio y lo han declarado culpable. Y la verdad, si se mira un poco la letra pequeña de la acusación, no sé si tiene demasiado fundamento, aunque los doce hombres y mujeres del jurado han entendido que sí. Tanto Trump como Sánchez se consideran víctimas inocentes de ‘lawfare’. Contra el americano conspira, según dice, el ‘Estado profundo’, que al parecer incluye al FBI. Y contra Sánchez conspira la fachosfera. Aunque peor lo tienen los dirigentes de la intentona secesionista de 2017 en Cataluña, contra los que conspiró el Estado al completo, tanto la parte sumergida como la visible, según parece. También en su momento María Dolores de Cospedal, siendo secretaria general del PP, denunció, mientras crecía y crecía el sumario de la trama Gürtel, que su partido era víctima de una conspiración en la que participaban jueces y policías. Y ahora resulta que la exministra Magdalena Álvarez, condenada por el latrocinio de los ERE en Andalucía, también fue víctima en realidad de una ofensiva judicial de la derechona. Menos
«También en su momento María Dolores de Cospedal denunció, mientras crecía la trama Gürtel, que su partido era víctima de una conspiración»
mal que Pedro Sánchez ha salido a reivindicarla. Y no nos olvidemos de Francisco Camps, que tuvo que dimitir como presidente de la Comunidad Valenciana porque se suponía que le habían regalado unos trajes, pero años después fue absuelto y anda esperando que su partido lo rehabilite. En fin, que si hacemos caso de lo que dicen los políticos las persecuciones judiciales y las oscuras conspiraciones están a la orden del día. Lo que pasa es que a veces a los políticos lo mejor es hacerles poco caso.