Puigdemont no se aparta y reclama a ERC un gobierno de «obediencia netamente catalana»
El ‘expresident’ advierte a los socialistas de que la distancia entre PSC y Junts es la misma que entre PSOE y PP en el Congreso
BARCELONA. El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no da su brazo a torcer y de entrada no da por perdida la partida. Tras felicitar a Salvador Illa por la victoria y reconocer el triunfo de los socialistas, el líder de Junts presionó a ERC para intentar construir un gobierno de «obediencia» netamente catalana. Es decir, formar una alianza alternativa a los socialistas.
La jugada es arriesgada por parte del dirigente nacionalista, pero con toda seguridad podría ser su último intento antes de dar un paso al lado. El líder de Junts atribuyó la victoria del PSC a la «estrategia españolizadora promovida» por los socialistas durante la campaña y advirtió a los republicanos de que un gobierno tripartito sería una «mala opción» para el país.
En un mensaje dirigido a Salvador Illa y en especial al presidente del Gobierno, avisó que la distancia en escaños entre el PSC y Junts es similar a la que tiene el PP respecto al PSOE en el Congreso y en cambio Feijóo no es el presidente del Gobierno, a pesar de que quedó en primera posición.
Puigdemont se mostró dispuesto a intentar formar gobierno con los republicanos, en una especie de huida hacia adelante para presionar a Esquerra y tratar de levantar de paso la moral de la parroquia independentista, que ayer vio cerca el final del camino del ‘procés’, con un resultado histórico en lo negativo. «Si ERC está dispuesta a rehacer puentes, podemos construir un gobierno», dijo. «Estamos en condiciones de formar un gobierno sólido de obediencia netamente catalana», remató desde Argelès (Francia), donde Junts ha instalado su cuartel general durante toda la campaña.
La alternativa que ofrece Puigdemont es altamente improbable, por no decir casi imposible, ya que el PSC tendría que facilitar su presidencia con una abstención. Ayer no lo hizo, pero durante la campaña, amenazó a Sánchez con dinamitar la legislatura española si no permitía su investidura. La propuesta que lanzó ayer iba en esa línea.
Junts obtuvo tres escaños más de los que tenía hasta la fecha, pero la caída tan fuerte de ERC y también de la CUP han impedido que pueda reeditarse la mayoría absoluta independentista. En consecuencia, la formación de Puigdemont no podrá alcanzar la presidencia.
Apuesta fuerte
Las elecciones de ayer acabaron con una mayoría absoluta de la suma de las fuerzas nacionalistas, en sus diferentes siglas y versiones, que duraba desde 1984. Puigdemont había apostado fuerte en estas elecciones: o lograba una mayoría para gobernar o su intención era apartarse de la primera línea y no ser el líder de la oposición. Sí se comprometió, en cualquier caso, a regresar y asistir al pleno de investidura, en la Cámara catalana, fuera cual fuera el resultado. Siete años después de marchar a Bruselas y de fijar en Waterloo lo que el nacionalismo calificó como el gobierno de la república en el exilio, regresará a Cataluña. Pero no lo hará triunfante y después de haber derrotado al Estado español en los tribunales, como prometió. Lo hará tras perder las elecciones en el mano a mano con los socialistas y, sobre todo, podrá retornar, gracias a un pacto con el Gobierno para ser amnistiado.