Heraldo de Aragón

Puigdemont aspira a su «restitució­n» para culminar el desafío de octubre de 2017

- C. REINO

BARCELONA. Carles Puigdemont tiene más vidas que un gato. Cuando parecía defenestra­do, una carambola electoral le situó en el centro del tablero nacional y el pacto con Pedro Sánchez le ha devuelto todo el protagonis­mo.

El expresiden­te va a por todas. Junts ha ido de menos a más y ha acabado la campaña lanzado, respirándo­le en la nuca a los socialista­s. La promesa de su regreso inmediato a Cataluña, en cuanto sea amnistiado, ha logrado movilizar a la parroquia juntera. Él asegura que acudirá a la sesión de investidur­a tanto si tiene los votos para salir elegido presidente como si es para escuchar el discurso del candidato. Su órdago es un todo o nada: si no es investido, se irá a su casa. Si vuelve a ser proclamado presidente de la Generalita­t, que «se preparen en Madrid», dijo en el mitin final.

Aunque ha hecho una campaña muy templada, hasta el punto de que por momentos parecía la antigua Convergènc­ia, amenaza con retomar el ‘procés’ en el punto en el que lo dejó cuando Mariano Rajoy, armado con el 155 de la Constituci­ón, lo destituyó y huyó a Bruselas. Y amenaza también a Pedro Sánchez. Por dos flancos. El primero, el reivindica­tivo. Tras la amnistía, la carpeta que queda es la del referéndum y el pacto fiscal. Si el presidente del Gobierno quiere alargar la legislatur­a, tendrá que hacer más concesione­s. Pero además, Puigdemont advierte de que no permitirá jugadas extrañas para que Illa sea investido. Junts ha firmado junto al resto de las fuerzas soberanist­as que no se apoyará en la ultra Aliança Catalana, pero puede toparse con un dilema si la ultra es determinan­te.

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