Biden venga a Navalni con un paquete de sanciones

NUEVA YORK. «No vamos a dejarlo correr». La promesa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Julia Naválnaya y su hija Dasha en un hotel de San Francisco se materializó este viernes en un paquete de sanciones económicas contra más de 500 empresas e individuos rusos, desde el director adjunto del Servicio de Penitenciaría que supervisaba el penal IK-3, Valeri Boyarinev, ascendido a coronel general tras la muerte del disidente, a dos oficiales que le vigilaban.

Como había prometido, se trata del mayor paquete de sanciones que haya impuesto Washington contra Moscú, coincidiendo además con el segundo aniversario de la invasión de Ucrania, que entra este sábado en su tercer año de guerra. A muchos les ha parecido poco. Estados Unidos había amenazado a Rusia con su furia si algo le ocurría en la cárcel al opositor Alexéi Navalni, que su familia sospecha fue asesinado en prisión. Los detalles de su muerte están por conocerse, entre otras cosas porque las autoridades rusas aún no han entregado el cadáver a su madre.

Naválnaya recibió la noticia en

Múnich, desde donde voló a California para pasar el duelo con su hija, que estudia Psicología en la Universidad de Stanford. Biden se reunió con las dos el jueves por la noche para decirles «lo obvio», reconoció: «Que fue un hombre de un valor increíble y es asombroso cómo su mujer y su hija están emulándolo». La prensa más crítica explicó que al término del encuentro el presidente confundió el nombre de la viuda durante sus declaraciones en el aparcamiento del hotel, al referirse a ella como Yolanda. El mandatario, de 81 años, es conocido por sus lapsus y por la calidez de sus abrazos, que le humanizan en la distancia corta y le han traído acusaciones de acoso sexual.

La batería de sanciones contra Moscú salpicó tanto a individuos conectados con la detención y encarcelamiento de en Navalni como al sector financiero y a la base industrial de Defensa.