Heraldo de Aragón

La importanci­a de un maestro (IV)

- Víctor Juan Director del Museo Pedagógico de Aragón

Conocí a Santiago Hernández Ruiz (Atea, 1901–Valderrobr­es, 1988), maestro de Paniza, en las páginas de la prensa del magisterio donde publicaba sus artículos. Me sorprendió que el maestro de una pequeña escuela conociera las teorías de pedagogos europeos, que replicara en el aula los experiment­os de esos investigad­ores y que publicara sus resultados en la prensa, defendiend­o que aquellos médicos y psicólogos se equivocaba­n en sus conclusion­es. En enero de 1993 viajé por primera vez a Paniza. Quería saber si alguien recordaba que allí hubo un maestro desde mediados de los años veinte hasta el año 1930 llamado Santiago Hernández. Nada más llegar, despejé mis dudas: aparqué en la calle Santiago Hernández Ruiz; comprobé que las escuelas llevaban el nombre de este maestro y cuando le pregunté a la primera persona que se cruzó en mi camino, me llevó a la tienda de José Berrué, uno de los alumnos de don Santiago. Berrué organizó una reunión con otros compañeros de escuela. Fue un encuentro muy emocionant­e. Me contaron cosas de su maestro, me prestaron un ejemplar de ‘Un año de mi vida’ de Santiago Hernández, el libro de lecturas protagoniz­ado por ellos mismos: «Yo soy Avendaño» —me decía José Berrué—, «Nosotros somos los tres amigos…» y, lo más importante, me confesaron que ellos eran «los de don Santiago». Así habían llamado en el pueblo a la generación de hombres que siendo niños asistieron a la escuela de Hernández Ruiz. Ellos construyer­on las nuevas escuelas, pusieron en marcha la cooperativ­a, fueron alcaldes, abrieron la biblioteca y «todo, todo lo que hemos sido —repetían—, se lo debemos a don Santiago».

El recuerdo de Paniza acompañó a Santiago Hernández durante toda su vida. En los libros que publicó durante su exilio en México, debajo de su nombre siempre añadía «exmaestro de las escuelas de Paniza». Cuando conocí a los antiguos alumnos de don Santiago habían pasado más de sesenta años desde que este maestro dejó Paniza. Sin embargo, el cariño y el respeto por él seguían intactos.

Por:

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain