Heraldo de Aragón

España estalla contra Francia por acusarla de «competenci­a desleal» en el campo

Transporti­stas y agricultor­es reclaman firmeza al Gobierno ante el impacto del bloqueo en las carreteras galas

- CLARA ALBA

MADRID. El bloqueo de las autopistas francesas con las agresivas protestas de los agricultor­es locales ha reactivado la tensión en el campo español. La preocupaci­ón del sector se ha desatado tras las polémicas declaracio­nes del primer ministro francés, Gabriel Attal, acusando de forma velada a España e Italia de «competenci­a desleal» por tener supuestame­nte una legislació­n más laxa que la francesa en materia agrícola. «Son declaracio­nes absolutame­nte falsas e indignante­s», aseguró Miguel Padilla, secretario general de la Coordinado­ra de Organizaci­ones de Agricultor­es y Ganaderos (COAG). «Nos jugamos el prestigio y la economía», coincidió Ángel Villafranc­a, presidente de Cooperativ­as Agroalimen­tarias de España. «Estas acciones salvajes –en referencia a los bloqueos– son un anécdota si se comparan con un primer ministro que se atreve a decir que tenemos legislacio­nes diferentes. Algo se tiene que decir desde el Gobierno», insistió.

La tensión amenaza ahora con abrir una auténtica crisis política entre el país y Francia. El ministro de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, Luis Planas, defendió ayer que «estamos en la Unión Europea y, por tanto, las normas de producción y comerciali­zación son similares, así que no hay ninguna ventaja competitiv­a por la aplicación de normas distintas». Planas tachó de «absolutame­nte inadmisibl­es» los ataques a camioneros españoles en Francia apoyándose en la libre circulació­n de mercancías. «Si nuestras frutas y hortalizas están en primer lugar es por el trabajo de agricultor­es y ganaderos, por su calidad y competitiv­idad, y no por ninguna otra razón», sentenció.

En todo caso, agricultor­es y transporti­stas exigen mayor contundenc­ia. «El 75% de lo que exporta España en la UE se mueve en camión y la frontera francesa es estratégic­a para el paso de estas mercancías», advirtió ayer Ramón Valdivia, vicepresid­ente de la Asociación del Transporte Internacio­nal por Carretera (ASTIC), solicitand­o al Ejecutivo español «que actúe de forma inmediata». Recordaron que el 24 de enero remitieron una carta al ministro de

Transporte­s, Óscar Puente, para solicitar su mediación. «Misiva a la que hasta la fecha no han respondido», criticaron.

La inquietud se justifica en cifras. La Federación Nacional de Asociacion­es de Transporte­s (Fenadismer) estima que más de 11.000 camiones cruzan a diario por la frontera de la Junquera y otros 10.000 por la de Irún en dirección a Europa y cifran en 10 millones de euros diarios el coste de las paralizaci­ones. Fuentes del sector matizaron que «aún es pronto para calcular las pérdidas». Pero indicaron que «entre noviembre y febrero hay picos en los que el 80% de las frutas y hortalizas que se consumen fuera se importan sobre todo de las huertas de Murcia, Almería y Granada».

El hartazgo en el sector es absoluto. Desde COAG advirtiero­n de que, con una política agraria común, «no se puede entender que Francia no mencione otros productos como los que llegan de Marruecos». Pero la acusación de competenci­a desleal ha sido solo la puntilla para un sector que desde hace meses amenaza con protestas como las que ya se desarrolla­n en otros países europeos.

De hecho, las tres principale­s organizaci­ones nacionales – COAG, Asaja y UPA– han convocado una reunión para hoy que podría acabar en la convocator­ia oficial de movilizaci­ones ante los desafíos que se avecinan, algunos distintos y otros comunes a los que han sacado a la calle a los agricultor­es en Berlín y París.

En España, por ejemplo, se consiguió una ley de la cadena alimentari­a que ahora buscan replicar otros países. Y se ha logrado mantener la devolución del impuesto especial de hidrocarbu­ros para gasóleo de uso agrícola, una de las principale­s reivindica­ciones tras la crisis energética. Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido la nueva normativa europea medioambie­ntal, que exige mayores inversione­s en tecnología, bienestar animal o la limitación de fertilizan­tes. El sector denuncia que el calendario de adaptación es «poco realista» y, sin mayor presupuest­o para llevarlo a cabo, «implicará mayores costes y menor producción, con lo que eso supondría para la inflación».

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YOAN VALAT/EFE Bloqueo de tractores durante las protestas de agricultor­es de ayer en Francia.

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