Heraldo de Aragón

Medio siglo

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Nuestra compañera de Huesca María José Villanueva escribía, el pasado día 16, que «el fantasma del trasvase planea eternament­e sobre las aguas del Ebro y se han frustrado muchos intentos». Es bien cierto. Tanto que, precisamen­te ahora, cuando el espectro trasvasist­a ha echado nuevamente a andar, se van a cumplir cincuenta años de la que fue la más descomunal intentona de sacar aguas de la cuenca del Ebro para abastecer a regiones más prósperas. Fue el 11 de febrero de 1974 cuando, en los salones del Gobierno civil de Barcelona, se presentó a la prensa el proyecto oficial del ‘Acueducto Ebro-Pirineo oriental’, que preveía una inversión de 15.000 millones de pesetas, fabulosa para entonces, al objeto de trasvasar más de 1.400 hectómetro­s cúbicos de agua cada año, nada menos, desde el Ebro a las áreas industrial­es y densamente pobladas de Barcelona y Tarragona. Informando de aquel acto estuvo HERALDO, en la persona del periodista Ricardo Vázquez-Prada, que seguiría después el tema con numerosas indagacion­es. Y allí estaban, por supuesto, altas autoridade­s, empezando por el ministro de Obras Públicas de la época, Antonio Valdés, y pasando por el conspicuo Juan Antonio Samaranch, presidente de la Diputación de Barcelona. Aseguraban los mandamases que solo se tomarían aguas ‘sobrantes’ y que ningún perjuicio supondría el trasvase para Aragón, una musiqueta que desde entonces siempre ha acompañado al trasvasism­o. Pero los aragoneses no picaron, se movilizaro­n, dentro de los cauces que permitía el régimen de Franco, y pararon el proyecto. Medio siglo después, el fantasma del trasvase sigue vivo. La resistenci­a de los aragoneses, me parece que también.

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