Heraldo de Aragón

El Ebro podría perder hasta el 20% de su caudal en 15 años por el cambio climático

El Plan Hidrológic­o calcula esta rebaja de las aportacion­es para el 2039 en el peor de los escenarios Los expertos dicen que «no sobra agua» ante las peticiones de trasvases

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diferido’ que ayuda a llenar pantanos en primavera, está a la mitad de un año normal, lo que plantea una gran incertidum­bre de cara a las aportacion­es del deshielo. La imagen actual de las montañas es muy reveladora­s, como ilustra la fotografía tomada el viernes en la frontera del Portalet, a casi 1.800 metros de altitud y habitualme­nte cubierta de nieve en enero. Por debajo de 2.000 metros existen amplias áreas totalmente desprovist­as del manto blanco.

hasta el 2100, según las proyeccion­es y estudios estadístic­os realizados por la Confederac­ión.

La evolución de caudales en las últimas décadas resulta difícil de analizar debido a las grandes variacione­s del clima, con periodos muy húmedos y otros muy secos que enmascaran los efectos, pero se tiene clara la tendencia «descendent­e», dice el propio plan, por el incremento de los usos del agua, el cambio climatológ­ico y el aumento de la superficie forestal. Y además el calor disparará la demanda de agua para los cultivos.

La planificac­ión hidrológic­a analiza las cifras sobre demandas, nuevas hectáreas en regadío o caudales circulante­s como base para decidir futuros usos, pero en todo caso hasta el 2027 no

contempla ningún trasvase ni hay petición formal alguna, como ya ha dejado claro la CHE. Ni la propuesta de derivar agua para regar viñedos y olivos en el Priorato ni cesiones a las cuencas internas de Cataluña por la sequía.

Los partidario­s del trasvase se apoyan en el agua que «se tira» al mar, un argumento rebatido por los técnicos: el caudal que llega a la desembocad­ura es agua que no se utiliza, no que sobra, porque tiene una función ambiental. Hay años abundantes en el tramo final del río, pero otros apenas cubren el caudal ecológico.

Descontado este, a la desembocad­ura llegan de media 3.845 hm3, pero se dan años con una décima parte, 308. De hecho, la sequía del 2023 puso de manifiesto la escasez y prácticame­nte solo circuló por los ríos el caudal ecológico. Los datos de la estación de aforos de Tortosa desde 1980 hasta 2023 (ver gráfico) reflejan esos picos con periodos de bajas descargas al mar.

«En el Ebro no sobra agua. Es cierto que la situación de Cataluña es grave, pero las sequías las vamos a ir viendo cada vez más recurrente­mente y con mayor intensidad», afirma Encarna Esteban, economista experta en gestión de agua y adaptación al cambio climático. «No es un problema de no ser solidarios sino de proteger los recursos. En una cuenca sin grandes excedentes correríamo­s el riesgo de cargarnos los caudales ambientale­s», añade esta profesora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del campus de Teruel.

«Los recursos son justos y los escenarios de cambio climático, nada halagüeños. Vamos a incremento­s de temperatur­as, como hemos visto estos días, a grandes inundacion­es pero con agua que no se acaba reteniendo, y a sequías cada vez más intensas. Solo pensamos en paliarlas cuando nos encontramo­s con el problema. Si empieza a llover, nos olvidamos», opina Esteban, quien defiende que el trasvase no es una solución por distintas razones y una tiene que ver con el agua no utilizada. «Hay ríos en España que son cuencas cerradas, no llega agua al mar. El Ebro todavía tiene algo de margen y si hacemos un trasvase, lo que puede pasar es que acabemos causando un grave daño ambiental», afirma.

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JAVIER NAVARRO

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