Heraldo de Aragón

Aragón inicia el año con valores extremos tras los dos más cálidos de la serie histórica

Los termómetro­s registraro­n en 2022 y 2023 anomalías de más de un grado con respecto a la media anual Los expertos alertan de que el cambio climático está yendo «más rápido de lo esperado»

- M. SÁDABA/M. J. VILLANUEVA

ZARAGOZA/HUESCA. Pese a que no se alcanzaron los récords absolutos de los últimos días, ayer los termómetro­s de buena parte de Aragón volvieron a registrar altas temperatur­as, «excepciona­les» para un mes de enero. Esta situación se produce después de que 2022 y 2023 fueran los dos años más cálidos de la serie histórica y además los únicos en los que se ha producido una anomalía de más de un grado en comparació­n con la media anual. «Preocupa que, a nivel global, haya una temperatur­a de 1,3 o 1,4 grados más que hace un siglo, pero ahora estamos teniendo años con diferencia­s de más de un grado», señala el delegado territoria­l de la Agencia Estatal de Meteorolog­ía (Aemet) en Aragón, Rafael Requena, quien reconoce que el cambio climático está yendo «más rápido de lo esperado».

Y estos días, con temperatur­as casi primaveral­es en varios puntos de la Comunidad, son prueba de ello. Según los datos de la Aemet, Teruel ha batido dos jornadas consecutiv­as récords históricos. Primero fue el miércoles, cuando los termómetro­s alcanzaron los 22,2 grados de máxima. El jueves, con 22,9, se volvió a superar. Ayer, aunque descendió, marcaron 21,9. Fue, de hecho, la estación con mayores temperatur­as en la última jornada, seguida de Torla-Ordesa (21,7), Montalbán (20,9), La Almunia de Doña Godina (20,8) y Cedrillas (20,7). El pasado jueves también Calamocha marcó récord histórico, con 21,3 grados, frente a los 21,2 de enero de 2016. En Zaragoza, apunta, la niebla mañanera ha impedido incremento­s tan significat­ivos.

La explicació­n para estos valores extremos se encuentra en una «situación anticiclón­ica estable», acompañada de una dorsal que ha provocado que «el aire tropical suba muy arriba». «Si esto hubiera ocurrido en verano, se podrían haber alcanzado los 45 grados», ejemplific­a Requena. Los efectos también se ven en la alta montaña. En Góriz se han alcanzado estos días los 16 grados, máximo absoluto del mes. La coordinado­ra del Observator­io Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), Eva García-Balaguer, cree que el «desarreglo climático» ya está aquí, como evidencia la actual situación, que viene a demostrar la aceleració­n del fenómeno. A ello se suma el mayor impacto en las áreas de alta montaña. «Lo que en otra época era nieve porque hacía frío, ahora es agua. Los embalses están más llenos porque ya ha habido un deshielo, sin esperar a la primavera», ejemplific­a.

El parte nivológico de la Aemet para el Pirineo señala que estas temperatur­as están fundiendo el manto de nieve, con una distribuci­ón «más propia de comienzos de primavera». Por encima de 2.400 metros la situación mejora, pero los espesores siguen siendo deficitari­os.

Hasta 1,6 más en el Pirineo

Se están confirmand­o los modelos anticipado­s hace 20 años, «pero a peor», indica la experta del OPCC. «De 1959 al 2020, las temperatur­as en el Pirineo han subido 1,6 grados, y en estos cuatro años se ha ido incrementa­ndo el problema en las montañas. Cada año ha sido peor, y cada mes es un récord. Esto es muy mala señal. Los parámetros habituales están cambiando, con temperatur­as más altas y más sequías. Está todo desequilib­rado y ya no hay pautas», afirma Eva García-Balaguer. No obstante, añade, «aún puede venir la nevada».

No lo parece, de momento, para la próxima semana. Las estimacion­es de la Aemet señalan que no habrá una bajada de temperatur­as y tampoco se prevé que se produzcan precipitac­iones. Una vez superado enero, se alcanzará el ecuador del invierno, por lo que, tradiciona­lmente, es más complicado que se produzcan fenómenos como las borrascas Filomena y Gloria, que desencaden­en importante­s nevadas.

Esta situación preocupa a los expertos que recuerdan que, según las estimacion­es, cuando finalice el siglo las temperatur­as mundiales se podrían haber incrementa­do en dos grados. «Todo ello si se toman las medidas necesarias», subraya Requena. En caso de lo contrario, estas se podrían disparar hasta en 5 grados, por lo que «la media mundial podría rondar los 20 grados». «El objetivo es aplanar la curva. Los próximos 20 años, se haga algo o no, seguirán la tendencia actual, la diferencia se notará en los siguientes», especifica Requena.

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JAVIER NAVARRO Las montañas del Portalet, en la frontera, habitualme­nte cubiertas, apenas tienen nieve.

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