Los pacientes con hipertensión pulmonar arterial reclaman un diagnóstico precoz
ZARAGOZA. Un diagnóstico precoz. Esta es la principal demanda de los pacientes con hipertensión pulmonar arterial, una enfermedad rara que se produce por el endurecimiento de las arterias del pulmón, «que hacen que el ventrículo derecho del corazón funcione cada vez con mayor dificultad», explicó ayer el doctor Juan Antonio Domingo, coordinador de la unidad dedicada a ello y también jefe del servicio de Neumología en funciones del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.
Reconoció que el diagnóstico puede dilatarse entre un año y medio y dos, debido a que los síntomas son muy «inespecíficos». Entre ellos se encuentra el cansancio, la fatiga o el dolor en el pecho. Y, según evoluciona, el corazón puede acabar «claudicando», provocando una «insuficiencia cardíaca que en las fases avanzadas lleva al fallecimiento».
«Lo que se deteriora no se puede volver a recuperar», incidió Eva García, presidenta de la Asociación Nacional de la Hipertensión Pulmonar y paciente diagnosticada desde 2007. «Tardaron cuatro o cinco años en el diagnóstico. Me dijeron que tenía bronquitis crónica porque había fumado y me dieron broncodilatadores hasta que vieron que mi corazón estaba muy deteriorado», detalló durante la jornada celebrada en el Servet con motivo del Día Mundial de esta enfermedad. Desde entonces tiene que hacer también frente a los efectos secundarios de la medicación, que le provocan «dolores de cabeza y en el estómago y calambres», pero que le salvan la vida: «Sin ella no puedes vivir porque es una enfermedad mortal».
En este sentido, el doctor Domingo señaló los grandes avances que se han producido en los últimos 20 años, puesto que a principios de los años 90 la única opción de tratamiento era el trasplante de pulmón. A partir de entonces, especificó, se comenzó el tratamiento con fármacos intravenosos, que «todavía sigue vigente, pero es muy pesado para los pacientes y difícil de aprender», ya que tienen que llevar una bomba de manera continua y de por vida. «Con el tiempo han salido otros tratamientos por vía oral y subcutáneos», recalcó. No obstante, la opción del trasplante se mantiene para los casos más extremos, puesto que al llevarlo a cabo esta enfermedad no reaparece.
Además, la trabajadora social de la asociación, Sara Heras, puso el foco en las disparidades entre comunidades y, por ende, «la existencia de 17 sistemas sanitarios totalmente diferentes». «Nos encontramos con personas que, con la misma patología o circunstancias similares, no tienen acceso al mismo tratamiento», lamentó, al tiempo que detalló las dificultades existentes para las derivaciones a los hospitales de referencia.
Al acto también acudió Zuly Nardelly, una de los alrededor de 50 pacientes de la Unidad de Hipertensión Pulmonar Arterial del Servet. «Un día me empezó un dolor en el pecho que no me dejaba respirar y acudí a urgencias», detalló, sin poder contener la emoción. Se le ponían los dedos morados, después blancos y se encontraba muy cansada. Ahora, con el tratamiento está estabilizada, pero los dolores no la abandonan.