Harper's Bazaar (Spain)

LUCERO TENA

- Por Josie Fotografía de Papo Waisman

Pocos nombres de pila están tan de luz llamado LUCERO TENA. escenarios del mundo con su arte, la música de esas castañuela­s a los que hoy fascinan a millones conciertos colgados en YouTube. XXI reconocen en ella ese halo de también en estas páginas en las que bien puestos como el de este ser Lleva toda una vida iluminando su baile y lo sigue haciendo con las que otorga miles de matices; de visitantes alucinados con sus Estos fans digitaliza­dos del siglo leyenda viva que por supuesto la orla repasa su irrepetibl­e carrera.

No hace falta que os diga cuánto me gusta traducir mis obsesiones a historias de Instagram… No solo grabo la vida real en las fiestas a las que acudo o en la divertida tramoya de Zapeando, sino que películas o vídeos que me inspiran también son compartido­s, dando muchas veces por sentado que mis seguidores sabrán bien de qué se trata o reconocerá­n la identidad de sus protagonis­tas. Pero no siempre es así y me chocó particular­mente el día que colgué uno de los vídeos que más me gustan y obsesionan (pues lo mismo me sirve para cocinar con brío que para ‘encremarme’ con toda la teatralida­d que este acto cotidiano requiere): el intermedio de La boda de Luis Alonso; una zarzuela interpreta­da en 2007, en el Auditorio Nacional, por la Orquesta de la Comunidad de Madrid, contando como solista de castañuela­s con Lucero Tena, que colapsa con su expresión corporal cada momento de una pieza que va in crescendo hasta alcanzar el clímax final que es ¡BOOM! Quizás haya sido este subidón determinan­te para arrasar en visitas (más de 10 millones) de muchos jóvenes que no la conocían y de tantos nuevos fans que, como el gran Azzedine Alaïa, se convirtier­on además en amigos: «Me descubrió a través de ese vídeo que proyectaba en un monitor gigante de su mítica cocina por la que pasaban los más interesant­es y variopinto­s invitados. Una amiga común nos presentó allí y desde entonces fuimos amigos hasta su muerte. La admiración mutua no cesó nunca, no solo me inspira como uno de los creadores de moda más importante­s de la historia, sino como un hombre generoso hasta sonrojarte, sencillo y cercano, con un gran corazón que nunca olvidaré…». Igual que Azzedine quedó absorto por esa interpreta­ción de Lucero y pidió a Paloma Picasso que se la presentara porque necesitaba conocerla, así me preguntaro­n mis seguidores en Instagram el día que lo colgué en las stories. Su ignorancia me llevó a pedirle que protagoniz­ara esta sección dedicada a mujeres inspirador­as que brillan lejos del repetitivo foco omnipresen­te, atesorando vidas cargadas de anécdotas interesant­es y rodeadas de atractivos y apasionado­s seres. La de Lucero no solo es interesant­e porque se haya codeado con Marlon Brando, bailado con Ronald Reagan cuando era aún senador o porque Gracia de Mónaco fuera religiosam­ente a ver su espectácul­o cada vez que ponía un pie en Madrid, sino porque es un ejemplo de cómo el destino y su vocación entretejie­ron una exitosa malla vital que aún continúa intacta; pues Lucero (recién llegada de una gira por Japón y China) conserva con suerte el valioso amor de su marido y la pasión por una carrera activa que el próximo mes la lleva al Liceo de Barcelona con Doña Francisqui­ta. «Todo empezó en la guardería cuando una compañera me invitó a un quesito y al aceptarlo contraje la fiebre de Malta. Los médicos aconsejaro­n a mis padres que mi recuperaci­ón pasaba por entregarme a horas de ejercicio físico cada día y es así como llegué al ballet con tan solo 3 años…». Así empieza Lucero su relato, impecablem­ente empolvada en arroz y con sus cejas marcadas con lápiz negro y precisión de geisha, vestida en blanco y negro y despidiend­o una energía imparable, memoria de Rajmáninov y exquisito aroma a Eau du Soir… Un look que me recuerda a las mejores tardes de Embassy, cuya desaparici­ón lamentamos juntos, mientras me cuenta cómo acabaron sus días en aquella guardería, interpreta­ndo El Danubio azul con tanto éxito que tuvo que repetir su actuación cuatro veces para los padres entusiasma­dos: «Desde niña supe que lo mío era el baile y cuando empecé en The American School Foundation de México D.F., continué siete años con Nina Shestakova, que había sido primera figura del ballet ruso de Montecarlo, y a la vez con Emilia Díaz, mi maestra de danzas españolas que era refugiada de la Guerra Civil. Todo transcurri­ó en la calle Dinamarca (nunca la olvidaré); salía de ballet clásico y me metía en danza española para aprender todo: zapateado,

regionales, castellano y escuela bolera…». Dice que aquellos años de apasionado aprendizaj­e forjaron la bailaora que después eclosionar­ía en su etapa flamenca; pero para llegar a esta meta tenía antes que tomar muchas decisiones importante­s: «A los 11 años, Nina habló seriamente con papá y le dijo que tenía aptitudes para dedicarme al ballet clásico por completo, pero que tendría que escoger entre ambas ramas y dedicarme a una por entero. Nina se lo tomó fatal porque lo mío era la danza española…».Tanto fue así que ganó un concurso de talentos infantiles que organizaba la XHTV 4 con contrato de un año y, convertida en niña prodigio, no perdió el norte de sus dos sueños: visitar la tierra de sus antepasado­s (oriundos de Vitoria) y aprender a bailar flamenco: «Emilia me dijo que la mejor del mundo para enseñarme era Carmen Amaya, que precisamen­te venía a México meses después y allá me fui yo a verla para rogarle que me enseñase flamenco sin éxito alguno… Aunque sí me permitió asistir a sus ensayos. Me pasé seis meses sin salir de la tramoya de su espectácul­o hasta que tuve la suerte de que Leonor, su hermana, que bailaba con ella el Capricho español de Rimski-Kórsakov, cayó enferma con hepatitis y desesperad­a me invitó a ocupar su sitio». El resto de esta historia es el éxito de Eva al desnudo versión buena gente, porque Lucero es puro amor…Y fue muy sincera cuando Carmen, después de debutar juntas en el Carnegie Hall y recorrer toda América durante tres años, le pidió que se quedara con ella: «Carmelita, le dije, yo la adoro y le debo todo, pero mi ilusión es conocer España… Ella me entendió perfectame­nte y fue Carmen Amaya quien me regaló un consejo que ha marcado mi carrera:‘Cuando salgas al escenario olvida todos tus problemas. Crea un nuevo mundo donde no existan y donde tú seas la reina que disfruta dándose al público por entero…’».

En 1958 llega con su madre a Madrid: «Nunca lo olvidaré porque acababa de morir don Ataúlfo Argenta y nosotros éramos muy admiradore­s en casa porque mis padres me inculcaron su fervor por la música. La Chunga ya en México me dijo que donde tenía que ir a bailar en Madrid era al Corral de la Morería y allí me planté para ofrecerme…». 25 años reinando en el Corral y las mejores críticas que la llevaron al Teatro de la Zarzuela desarrolla­ndo en un mismo espectácul­o sus tres facetas (castañuela­s, danzas españolas y flamenco) o a una serie de Misiones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores, siendo la primera artista española en pisar la URSS o representa­nte en los 25 años de UNICEF en París donde conoció a Marlon Brando: «Fue muy divertido porque Danny Kaye, que era maestro de ceremonias e impulsor de UNICEF, nos sacó juntos al escenario para que interpreta­se con mis castañuela­s el Happy Birthday toYou. Marlon Brando era muy guapo y mi vecino de camerino, por eso mamá le robó un sillón de los suyos y lo trajo al mío para que estuviera como un reina…». Reconoce que debe mucho al sacrificio de sus padres, al inmenso amor que le prodigaron y a la continua labor de su madre que se convirtió en la mejor representa­nte y colaborado­ra: «Aprendió luminotecn­ia para coordinar mis trajes con las luces del Corral y con mano muy firme daba orden de que no se sirviera nada mientras yo bailaba para no hacer ruido, o me pasaba una nota si algún visitante ilustre nos acompañaba para que le dedicase la actuación…». Al caer enferma de párkinson, Lucero dejó el baile definitiva­mente para cuidarla y reconoce que no se arrepiente, pues se cortó la coleta en lo más alto y es un hecho que valora positivame­nte hoy, cuando saborea este dulce retorno a la música lleno de reconocimi­ento y de una pasión que permanece intacta desde aquel Danubio azul de su guardería.

Çarmen Amaya me aconsejó: ‘Cuando salgas al escenario olvida todos tus problemas. Crea un nuevo mundo donde no existan y tú seas la reina que disfruta dándose al público por entero’ »

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Lucero Tena posa sentada en un puf de terciopelo con remate de flecos de Casa Piu, vestida por ella misma y con joyas de su colección en la que destaca el reloj de Andrew Grima para OMEGA que el rey Fáisal bin Abdulaziz le regaló. La acompaña la mítica muñeca que la emblemátic­a casa Marín le dedicó en los años sesenta y que concentra los atributos de su época de bailaora en el Corral de la Morería: bata de cola, moño con raya en medio, su caracterís­tico lunar y sus inseparabl­es castañuela­s.
 ??  ?? 6 ‘AFFAIRE’ ALAÏA-TENA El apoteósico intermedio de La boda de Luis Alonso que Lucero interpretó en el Auditorio Nacional de Madrid en 2007 ha alcanzado más de 10 millones de visitas en YouTube y sirvió para que Azzedine Alaïa se enamorase de ella y entablasen una amistad cargada de admiración mutua.
6 ‘AFFAIRE’ ALAÏA-TENA El apoteósico intermedio de La boda de Luis Alonso que Lucero interpretó en el Auditorio Nacional de Madrid en 2007 ha alcanzado más de 10 millones de visitas en YouTube y sirvió para que Azzedine Alaïa se enamorase de ella y entablasen una amistad cargada de admiración mutua.
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1. Lucero con Marlon Brando. 2. Posando para el fotógrafo Juan Gyenes para una imagen que tapizó la fachada de la Biblioteca Nacional. 3. Con Ronald Reagan. 4. Junto a Ava Gardner. 5. Con Muhammad Ali. 6. Junto a tres glorias de la música: de izda a dcha., Andrés Segovia, uno de los grandes guitarrist­as
3 1. Lucero con Marlon Brando. 2. Posando para el fotógrafo Juan Gyenes para una imagen que tapizó la fachada de la Biblioteca Nacional. 3. Con Ronald Reagan. 4. Junto a Ava Gardner. 5. Con Muhammad Ali. 6. Junto a tres glorias de la música: de izda a dcha., Andrés Segovia, uno de los grandes guitarrist­as
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5 del siglo XX; el violonchel­ista Mstislav Rostropóvi­ch, y el gran arpista Nicanor Zabaleta.
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Sobre una alfombra persa de seda de Casa Piu y vestido con blusa de plumetti de PALOMO SPAIN y pantalón de CARLOTA BARRERA, poso con Lucero Tena, la concertist­a de castañuela­s más importante del mundo y aún en activo, habiendo cosechado todos los éxitos y reconocimi­entos de su profesión.

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