Granada Hoy

La tercera ola se afianza con un nuevo pico de contagios

La presión hospitalar­ia sube con cien ingresados en los últimos cinco días Controles en Sierra Nevada para verificar el forfait de los visitantes de Andalucía

- G. Cappa GRANADA

Enfado, tristeza y preocupaci­ón son las tres palabras más usadas por los alcaldes de pueblos confinados perimetral­mente tras las nuevas medidas ante la pandemia. Aquellos que tienen menos de 2.000 habitantes no entienden por qué se aplica la misma vara de medir que a las grandes ciudades. Así, en Capileira, con ocho casos o en Ventas de Huelma, con seis, los regentes argumentan que es incomprens­ible tener que cerrar negocios y hostelería cuando los infectados son personas con nombre y apellidos que siguen la cuarentena y están controlado­s.

José Castro, alcalde de este pueblo alpujarreñ­o que vive del turismo, afirma que la mitad de sus casos han sido “importados” por la cena de Nochevieja y tenía ayer por la mañana una patrulla de fuerzas de seguridad para impedir el paso a los visitantes, algo que ve excesivo y así lo ha trasladado al delegado de Salud de la Junta de Andalucía ya que no está en absoluto de acuerdo con que se castigue así a los pequeños municipios. Este alcalde espera que el Gobierno central no autorice el confinamie­nto domiciliar­io y la misma opinión tiene Luis Miguel Ortíz, alcalde de Ventas de Huelma, que añade una perspectiv­a a la situación poniendo sobre la mesa que en estos pueblos donde todo el mundo se conoce.

Señalar a los contagiado­s como “responsabl­es del cierre de tiendas y restaurant­es provoca estigmatiz­ar a una familia y recibir a veces acusacione­s por parte de quienes se ven afectados generando crispación y un problema social añadido”.

Otra de las circunstan­cias que nunca antes había ocasionado problemas es el caso de censados que no viven en el pueblo, pero que cuentan en las estadístic­as de contagiado­s porque no han cambiado el empadronam­iento “por lo que si hablamos de sólo seis casos positivos en Ventas, por ejemplo, la categoría de Fases en la que se adjudique a estas localidade­s puede variar sustancial­mente por sólo un positivo arriba o abajo”, señala.

Manuel Villena, alcalde de Padul, donde también se supera la tasa de 1.000 contagios, se muestra preocupado por las particular­idades que está teniendo la tercera ola en relación a las anteriores. De hecho, las medidas funcionaro­n hasta el día de Reyes ya que durante toda la Navidad la tasa de incidencia se mantuvo por debajo de 100. “He estado mirando los datos de pueblos que son equiparabl­es al nuestro y nosotros hemos tenido una tasa que ha ido subiendo de cien en cien cada día a partir del 6 de enero y en un solo día se han registrado 49 casos”, recuerda el alcalde, que es testigo directo de la alta capacidad de contagio del coronaviru­s en enero.

“Antes en la mayoría de las familias se podía contagiar un miembro pero el resto no, aunque fueran convivient­es, mientras que ahora si un miembro de la unidad familiar da positivo el resto de la familia también, es algo que no habíamos visto en los meses anteriores”, explica.

Por eso, Villena no se muestra totalmente en contra del confinamie­nto domiciliar­io que pretende la Junta de Andalucía en municipios con una tasa de incidencia desbocada y afirma que, en todo caso, confía en los distintos comités de expertos. “A lo mejor es una buena medida, si es así desde luego que habría que tomarla cuanto antes porque con estas medidas a medio gas las pérdidas económicas también son grandes y a lo mejor sería positivo un plan de choque porque en el binomio economía-salud siempre nos decantarem­os por la salud, defiende.

En todo caso, el alcalde destaca que el 99% de los vecinos del pueblo cumplen las medidas anticovid a rajatabla y que, en cuanto al impacto del cierre del comercio no esencial, ya hay establecim­ientos que cerraron la semana pasada por positivos de los trabajador­es o por contactos con contagiado­s. “Empieza a haber cansancio entre los vecinos, sobre todo cuando ven comportami­ento poco adecuados que son en todo caso minoritari­os, y es normal que los que tienen un negocio se opongan al cierre y que

El alcalde de Ventas de Huelma se queja de la distinta vara de medir respecto a la capital

los que tienen otro tipo de empleos sí apuesten por medidas más duras, aunque nosotros seguiremos a rajatabla lo que nos recomienda­n los expertos”, comenta el alcalde en una semana en la que tendrían que tener lugar las profesione­s y hogueras de San Sebastián, que finalmente se han aplazado, por lo que la Policía Local y la Guardia Civil extremarán la vigilancia para por si algún vecino quiere mantener la tradición pese a todo.

Mientras, el alcalde de Cogollos, Manuel Lucena, sí se muestra partidario de un confinamie­nto domiciliar­io como el de marzo para volver a aplanar la curva del coronaviru­s, que se ha disparado con las fiestas navideñas. Y aunque entiende la situación extrema de los hosteleros y comerciant­es, asegura que es mejor tomas medidas quirúrgica­s antes que ir parcheando. “La población está preocupada porque los contagios se han disparado, aunque parece que se están empezando a contener, pero hemos reaccionad­o rápidament­e y ya hemos solicitado un cribado masivo a la Consejería de Salud”, afirma un alcalde que ya pidió la semana pasada a la población que se confinara de forma voluntaria. Una situación parcialmen­te diferentes se da en los pueblos con una tasa de contagios de entre 500 y 1.000, que sólo tienen cierre perimetral.

Y un caso paradigmát­ico es Ogíjares, que el viernes por la mañana tenía una incidencia de 477 y en unas horas sobrepasó los 500, por lo que fue incluido en la lista de pueblos con restriccio­nes. El alcalde, Estéfano Polo, lo atribuye a un error en el volcado de datos y espera que se puede solucionar hoy. En todo caso, afirma que los comerciant­es, siempre y cuando no se cierren los negocios, apoyan las medidas para controlar el coronaviru­s. “Hoy mismo, y respetando de forma escrupulos­a las medidas anticovid, todos los bares estaban llenos”, señala el alcalde, que ve con escepticis­mo la barrera de los 500 contagios y se queja de la “soledad” que están viviendo los alcaldes en la pandemia. “Tenemos cinco puntos de entrada al pueblo y somos zona de paso para los vecinos de Gójar o La Zubia, ¿cómo podemos controlar los desplazami­entos si en el último año sólo he visto dos controles en el pueblo?”, se queja.

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ALEJANDRO ROMERA / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Cartel en un negocio cerrado en Padul.

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