DÉJAME SALIR.
Terror.
Costó poco más de cuatro millones de euros y lleva recaudados, sólo en Estados Unidos, casi 130. ‘Déjame salir’ es la nueva sensación dentro del género terrorífico. Hablamos con su director y guionista, Jordan Peele, hijo de matrimonio mixto y casado con una blanca. ¿Terapia familiar extrema? por Fausto Fernández.
Algunos críticos han definido mi película como Los padres de ella en clave terrorífica. Bueno, yo trabajé como actor en la peor de la trilogía, Ahora los padres son ellos (2010), y esa sí que daba miedo de verdad. Jordan Peele (Nueva York, 1979) se ríe, y no será la primera vez durante la entrevista que nos concede para hablar de Déjame salir, film de terror (con gotas de humor) que parece haberle convertido en el sucesor de M. Night Shyamalan. El terror es mi género favorito, asegura: Gracias a las películas de género, nos enfrentamos a nuestros miedos más profundos, miedos que son los de toda nuestra sociedad. Por eso, mi película es más social que política, aunque eso era antes de que el tipo ese ganara las elecciones en noviembre y estemos ahora en una situación digna de lo que pasa en Déjame salir.
EL HORROR LLAMA A SU PUERTA
Pues no, no desentonaría el presidente Donald Trump en la idílica mansión de los Armitage, en apariencia una familia (blanca) liberal, intelectual, de clase media-alta, pero con algún que otro secreto en su armario. En realidad, pretendía establecer una alegoría sobre la esclavitud, nos explica Peele: Hemos visto muchas historias sobre ella, muy del estilo de la serie Raíces o de la película El nacimiento de una nación (Nate Parker, 2016), pero yo quería llevarla al terreno de la metáfora juguetona que tenían series como La Dimensión Desconocida. No estoy en contra del ataque visceral y la denuncia, pero me resulta más perverso y efectivo hacerlo desde el fantástico, el terror. Ir siempre por delante del espectador y darle la vuelta a sus expectativas. En términos del género de intrusos o invasores, aquí tenemos a un extraño que es bien recibido, al que tratan bien… hasta que empieza a ver cosas extrañas.
Continúa el novel director: Lo más sencillo del mundo sería mostrar a los villanos desde el principio, presentar a racistas de manual, basura blanca en plan paletos del profundo sur, pero no. Ahí tienes a los Castevet de La semilla del Diablo (Roman Polanski, 1968), que son un par de abuelitos encantadores, vecinos ejemplares y, en realidad, son dos brujos satánicos.
“Hollywood es como una chica encantadora que nos ha seducido para poseer el alma de la cultura afroamericana”.
Jordan Peele, director
HOMENAJES Y AJUSTES DE CUENTAS
El guiño a La semilla del Diablo no es el único, empezando por el de su autor literario: Ira Levin. Sí, Las esposas de Stepford (llevada dos veces al cine, la
última por Frank Oz en 2004, Las mujeres perfectas) es el otro gran referente del film, avanza el realizador y guionis
ta: También es, en el fondo, una historia de ladrones de cuerpos, y aquí sí que me pongo metafórico y reivindicativo. La cultura blanca ha robado mucho de la cultura afroamericana, se la ha apropiado: el blues, el jazz… Y Hollywood es a veces algo así como una chica encantadora que te seduce para poseer tu alma.
Peele sigue por este camino al afirmar que en el cine de terror, nunca ha habido una presencia importante y encabezando el reparto de los afroamericanos, de la gente negra. Aparte de los divertidos tiempos de las blaxploitation con Blacula, Blackenstein o el protagonista de
La Noche de los Muertos Vivientes, de George A. Romero no ves nunca a un negro de héroe. Hasta hoy, claro.
HORROR Y HUMOR
La clave, tanto con el terror como con el humor es que ambos resulten realistas,
afirma Jordan Peele, que nos da la fórmula del secreto de Déjame salir, que también ha sido comparada con Adivina
quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967), por aquello de un protagonista negro que va a conocer a sus futuros
suegros blancos: Cada situación, golpe de efecto, es real. Y la parte de comedia no es una sucesión de gracietas o chistes, sino algo que fluye de manera natural con los personajes. La ironía, más que el humor, es lo que consigue que te enganches a la historia. Juego con muchos clichés, no solamente del género, sino culturales y sociales como esa imagen del hombre negro como alguien atlético, enrollado, bailongo y sexualmente bien dotado… lo que en mi caso es absolutamente cierto (risas).