La primera mujer al frente de BT
TELECOMUNICACIONES/ Allison Kirkby asegura que sus fracasos y dificultades le han permitido llegar donde está. No le ha temblado el pulso al tomar decisiones.
“A mediados de los 90, Procter & Gamble me envió a Rumanía para abrir mercado en la zona. Despedí al distribuidor de Bulgaria por pagar a la mafia y tuve que buscar un distribuidor para detergentes en Serbia en medio de las guerras de Bosnia y Kosovo”. Historias como estas y otros “fracasos” han forjado el carácter de Allison Kirkby (Glasgow, Escocia, 56 años), la nueva consejera delegada de BT –antes, British Telecom– desde el pasado 1 de febrero, justo el día en el que el grupo de telecomunicaciones presentó los resultados de su tercer trimestre fiscal. Su primer examen real llegará en mayo, con las cuentas anuales.
La trayectoria de Kirkby no es la de una ejecutiva al uso. De pequeña reconoce que sufrió acoso en el colegio por ser “lista” y no vivir en pisos sociales; sus dos abuelos eran alcohólicos. A los 12 años, iba los sábados de puerta en puerta en Glasgow vendiendo cremas y a los 14 hacía lo propio con cosméticos de Avon. Cuando tenía que entrar en la Universidad, decidió quedarse en casa para cuidar a su padre, enfermo terminal de cáncer. Fichó por el sector escocés del whisky, donde trabajó cinco años y aprovechó para sacarse un SHND, un diploma universitario. Luego dio el salto a Procter & Gamble, donde permaneció veinte años.
Kirkby corrió la maratón de Londres e hizo carreras en bicicleta en Vietnam y Camboya. “Te das cuenta de que puedes conseguir otras metas diferentes”, explicaba en una charla.
La trayectoria de Kirkby en el sector de las telecomunicaciones y los medios es larga. Comenzó en 2010 en Virgin Media y Shine Group. En 2014, pasó a la sueca Tele2, de la que llegó a ser presidenta y consejera delegada entre 2015 y 2018, el mismo cargo que desempeñó luego en la danesa TDC, que dividió en dos: infraestructuras y servicios.
Kirkby, que también se sienta en el comité de auditoría de Brookfield, acaba de dejar sus funciones en la también sueca Telia (móvil, televisión, banda ancha, telefonía fija...), compañía controlada por el Estado (41%) y en la que sus principales apuestas en los últimos cuatro años fueron crecimiensonas, to, digitalización y simplificación operativa. En ese tiempo, las acciones se han dejado un 20% de su valor.
“Reorientar y reestructurar Telia son los principales legados de Kirkby en la compañía. Los retos en BT serán ejecutar y conseguir los objetivos con la reestructuración de los sistemas y los procesos, a la vez que avanza con los planes de extensión de la fibra y monetización de la red”, exponía recientemente el analista de HSBC Adam Fox-Rumley.
Un exejecutivo que ha negociado con ella en varias ocasiones explica a EXPANSIÓN que es una mujer preparada, humilde y con facilidad en la relación con las per“que le será necesaria en el cargo”, dados los retos, entre los que figura ejecutar una reducción de entre 40.000 y 55.000 personas hasta 2030 en un mastodonte muy sindicalizado con 130.000 empleados. Se trata de una decisión que tomó su antecesor, Philip Jansen, y que ella misma apoyó como consejera no ejecutiva.
Aterrizaje suave Desempeñaba este cargo desde marzo de 2019, lo que garantiza un aterrizaje rápido y suave para la primera CEO mujer de BT en sus 170 años de historia (será la décima primera ejecutiva del selectivo británico Ftse 100). También formaba parte de sus comités de auditoría y riesgos, de cumplimiento normativo y de nombramientos.
Allison Kirkby cobrará 1,1 millones de libras (1,3 millones de euros), lo mismo que su antecesor, aunque su remuneración podría multiplicarse por cuatro con los bonus. Una de sus funciones será reflotar la empresa en Bolsa, donde ocupa la posición 39 sobre 100 del índice de referencia de la Bolsa de Londres, con una capitalización de 10.850 millones de libras, tras perder un 40% de su valor desde 2021, algo que ha sucedido en el resto del sector.
Como consejera delegada de BT, deberá afrontar la constitución de un posible nuevo gigante competidor de las telecomunicaciones británicas, si prospera la fusión entre Vodafone y Three –propiedad de CK Hutchison–, ahora bajo investigación por la Autoridad de los Mercados y la Competencia británica, la CMA. BT –que opera con la marca EE– ya fue espectadora en 2021 de la concentración de O2, filial de Telefónica, con Virgin Media (Liberty).
A todo ello se suma el dilema sobre si será posible mantener la inversión necesaria para llevar la banda ancha a 25 millones de puntos en 2026, lo que requerirá destinar unos 15.000 millones de libras, a la vez que sigue pagando un dividendo del 6%.
La venta de activos internacionales o de torres son otras acciones que podría tomar Kirkby para reducir una deuda neta de 19.700 millones de libras en una empresa que entre abril a diciembre solo creció un 3%.
La CEO tendrá que lidiar con dos accionistas peculiares cuyo futuro es ahora mismo una incógnita. El primero es Patrick Drahi, principal inversor con casi un 25%. Existen ciertas preocupaciones en Downing Street de que el empresario francés siga sumando nuevos títulos, aunque la realidad es que tiene presiones para vender y reducir la deuda de Altice, su imperio. El otro es Deutsche Telekom, con un 12% adicional. Un ejecutivo de la enseña alemana reconoció justo hace un año que entrar en BT fue “el mayor error” que ha cometido nunca. Kirkby deberá demostrar que esa equivocación –como sus fracasos en la vida–
no fue tal.