La paradoja fiscal que afrontan los Veintisiete
La Unión Europea se juega su credibilidad fiscal en un contexto de incertidumbre generalizada
La entrada en vigor definitiva de las renovadas reglas fiscales europeas sitúa a los líderes de la Unión ante una peculiar paradoja. Tras cuatro años de gasto público sin frenos (primero por la pandemia y después por la guerra de Ucrania y la espiral inflacionista que desató), las economías del euro necesitan recuperar su credibilidad ante los inversores. Pero, como ya le ha sucedido en otras ocasiones a Europa, el contexto no es el más propicio para iniciar una senda de ortodoxia fiscal. El retraso en reformular las normas para el control de los déficits públicos y la deuda de los Veintisiete, cuyas negociaciones se prolongaron mucho más de lo previsto, han supuesto que gran parte de los mismos lleguen al contexto actual arrastrando aún enormes desequilibrios fiscales pese a que los réditos en términos de mayor recaudación por el histórico crecimiento de los precios podría haber aliviado el ajuste de haberse iniciado antes. Sólo algunos gobiernos europeos han actuado de forma responsable, acelerando sus planes de consolidación, pero la mayoría, entre ellos España, han ido dilatando las medidas impopulares para poder mantener las ayudas a familias y empresas frente a la crisis inflacionaria. Hasta once de los Estados Miembros de la
UE rebasan a día de hoy los máximos fijados en el Pacto de Estabilidad (déficit menor al 3% y deuda por debajo del 60% de su
PIB). A partir de ahora, cada país podrá seguir su propia senda de ajuste hasta converger finalmente con la meta común lo antes posible, si bien el dispar comportamiento de las economías de la zona euro dificultará ese ejercicio de reequilibrio presupuestario. Los países del sur, con España en cabeza, siguen sorprendiendo con un crecimiento más intenso de lo esperado, lo que la Comisión Europea atribuye, en gran medida, al efecto arrastre de los fondos de recuperación de los que se han beneficiado principalmente estas economías al ser las más perjudicadas por la crisis del Covid. Pero los vecinos del norte registran un claro estancamiento, lo que aumenta el riesgo de que se puedan generar mayores divergencias entre los Estados Miembros. Todo ello cuando las principales instituciones comunitarias, que deben ejercer como supervisoras del regreso de la disciplina fiscal, están a punto de entrar en el periodo de interinidad anterior a la celebración de las elecciones de junio al Parlamento de Estrasburgo. Europa se juega su credibilidad fiscal en un contexto de incertidumbre generalizada.