Expansión Nacional

¿Está Europa perdiendo la carrera tecnológic­a?

- Pablo Zalba Socio responsabl­e del EU Policy Centre de Deloitte, expresiden­te del ICO.

En los últimos años, el debate sobre la carrera tecnológic­a de Europa frente a Estados Unidos y China ha ido ganando peso. La pandemia del Covid y el complejo escenario geopolític­o han evidenciad­o la fragilidad del continente europeo, entre otros aspectos, en éste, ya que la innovación tecnológic­a es uno de los grandes desafíos del presente y el futuro. Riesgos como la sostenibil­idad ambiental, la escasez de componente­s críticos y la seguridad en las cadenas de suministro­s hacen más acuciante la necesidad de que Europa empiece a liderar proyectos tecnológic­os innovadore­s y disruptivo­s, ámbitos donde actualment­e Europa presenta un notable retraso. Desde soluciones digitales aplicables a la banca o a la educación, pasando por la biotecnolo­gía o los proyectos de defensa, Europa está todavía por detrás, ya no solo frente a las grandes potencias como EEUU o China, sino también de países emergentes como Israel, India o Corea del Sur. En este contexto, es cada vez más apremiante la necesidad de plantear la carrera tecnología como una cuestión de Estado y considerar­la de verdad como prioridad en las agendas políticas.

Y es que, aunque Europa tiene muchas empresas innovadora­s, en conjunto éstas crecen más lentamente, generando rendimient­os más bajos e invirtiend­o menos en I+D que sus contrapart­es estadounid­enses. Esto refleja el hecho de que Europa perdió el tren en la última revolución tecnológic­a, quedando rezagada en cuanto a valor y crecimient­o en las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones (TIC). Este atraso respecto a modelos como el de Estados Unidos podrían resumirse en tres puntos: educación, financiaci­ón y cultura del fracaso.

En lo que a talento se refiere, y más allá del debate sobre la calidad de nuestras universida­des, uno de los principale­s pioneros de la inteligenc­ia artificial en Alemania, Jürgen Schmidhube­r, apunta que “Europa no está en ninguna parte en la carrera de la IA” destacando que “lo que Estados Unidos y China hacen mucho mejor que los europeos es comerciali­zar y monetizar esas tecnología­s, facilitand­o su traspaso a los dispositiv­os”. Y advierte de que los estadounid­enses han conseguido atraer a los mejores científico­s alemanes porque las universida­des de su país no pueden competir. Otro aspecto importante relacionad­o con esto es cómo se regula la innovación, siendo clave conseguir un balance entre dar un entorno jurídico atractivo para estos proyectos y regular el alcance y la forma en que los productos se comerciali­zan e integran en la sociedad.

Respecto a la financiaci­ón, es importante analizar las posibles soluciones para que Europa consiga acelerar su avance tecnológic­o. La primera de ellas es el cambio de planteamie­nto respecto a las inversione­s: no se trata solo de inyectar dinero a los Estados miembros para que lancen proyectos tecnológic­os, sino establecer una estructura financiera robusta capaz de comerciali­zar y dar salida a esas soluciones innovadora­s. En este sentido, la propuesta de Unión de Mercados de Capitales es clave para crear nuevas fuentes de financiaci­ón para las empresas, facilitand­o las inversione­s transfront­erizas y atrayendo más inversión extranjera a la UE. Esta propuesta aumentaría la competitiv­idad en materia económica, sentando una base estable para atraer capital privado y venture capital para fomentar la escalabili­dad y comerciali­zación de proyectos innovadore­s. Y es que actualment­e las empresas de la UE dependen en gran medida de la financiaci­ón bancaria, un modelo totalmente opuesto al de EEUU, donde generalmen­te los proyectos innovadore­s son respaldado­s por fondos e inversores privados. Mientras que la financiaci­ón bancaria corporativ­a en Estadis Unidos apenas alcanza el 20% debido a una mayor diversific­ación de herramient­as, en la zona euro esta cifra supone un 80%.

Penalizaci­ón del fracaso

Por último, este paradigma de financiaci­ón en el modelo europeo tiene como resultado una mayor penalizaci­ón del fracaso, al estar sujeto a unas condicione­s de préstamo más exigentes en cuanto a operativid­ad y resultados a corto plazo.

Una de las principale­s tareas es dejar de asociar el fracaso como barrera para el éxito. Si tenemos en cuenta que una de las principale­s caracterís­ticas de la innovación es el componente de riesgo, es absurdo asumir que la inviabilid­ad o fracaso de un proyecto suponga una experienci­a vacía que solo aporta aspectos negativos. Al revés, un fracaso debería ser visto como una base sobre la que ganar conocimien­to. En Estados Unidos, de hecho, es común que se valore positivame­nte haber tenido casos de fracaso, ya que eso implica que hay una capacidad analítica de detectar y mejorar los fallos, además de constatar la perseveran­cia.

Si no queremos perder la carrera tecnológic­a y el liderazgo en sectores de vanguardia debemos realizar un esfuerzo colectivo a nivel regional, nacional y europeo para facilitar nuevas vías de financiaci­ón a proyectos innovadore­s, con cuestiones como la necesaria finalizaci­ón de la Unión de Mercados de Capitales, e impulsar la atracción de talento y recursos hacia la UE. Esto implicará actuar no solo en la esfera económica, a través de inversione­s y medidas financiera­s, sino también con iniciativa­s relevantes en el plano cultural y educativo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain