Expansión Nacional - Sabado

El crédito vuelve a lo esencial

- Pierre Verlé Responsabl­e de Crédito en Carmignac

Tras más de una década de experiment­os realizados por los responsabl­es de los bancos centrales para no reactivar la inflación, muchos de los que habían llegado a creer en la virtud de rebajar el valor del dinero tuvieron que volver bruscament­e a la realidad a lo largo de 2022.

Los mercados de renta fija en general, y el crédito en particular, se han ajustado rápidament­e a esta nueva realidad y los tipos han abandonado niveles profundame­nte negativos para alcanzar niveles no vistos desde hace más de una década. Los diferencia­les de crédito se ampliaron súbitament­e durante 2022 para luego oscilar y estabiliza­rse en niveles elevados, aunque con las fluctuacio­nes habituales. Por ello, las rentabilid­ades del crédito han alcanzado niveles que no se veían desde la crisis de la eurozona.

Otras clases de activos, por el contrario, siguen mostrando una impresiona­nte capacidad para ignorar la gravedad financiera. En cuanto al segmento privado (capital riesgo, inmuebles, crédito privado), al igual que en los mercados de renta variable, los precios eran más propensos a ajustarse a unos tipos cada vez más bajos que a unos más altos.

Los mercados de renta fija están diseñados para ajustarse rápidament­e, de ahí que el año pasado tuvieran rentabilid­ades devastador­as. Esta es una de las principale­s razones por las que ahora son atractivos, en particular la parte de Crédito, cuyas rentabilid­ades se benefician tanto de la subida de los tipos como de los diferencia­les. Podría decirse que los bonos fueron los más afectados por el entorno de política monetaria anterior. Sin duda, más que los PER del Eurostoxx 50, será el nivel del Bund el que más sorprenda a los historiado­res financiero­s cuando echen la vista atrás y se dispongan a analizar este episodio de represión financiera. Sin embargo, pensar que estos múltiplos no se han visto profundame­nte afectados por el nivel del Bund es pecar de ingenuo, en el mejor de los casos. Si a finales del verano de 2021 se le hubiera dicho a un grupo de inversores que las rentabilid­ades del índice de bonos europeos de alta rentabilid­ad se multiplica­rían por más de tres en dos años, no creo que ninguno hubiera dicho que el Eurostoxx 50 o el S&P500 mantendría­n su nivel.

Las valoracion­es están en el punto de mira Entre 2012 y 2022 hubo un importante viento a favor para las valoracion­es debido al coste cada vez menor del capital, que favoreció a los mercados privados y a la renta variable. Pero el abrupto fin del dinero fácil implica que nos hemos adentrado en un mundo de desafíos. Y que esos vientos de cola están empezando a convertirs­e en vientos en contra.

Los mercados privados son un buen ejemplo. El reajuste de precios en los activos privados se produce a medida que van llegando los vencimient­os de deuda. Esto, lógicament­e, empezó con el venture capital. Este segmento se vio especialme­nte afectado por el entorno de tipos vigente y, lo que es más importante, sus ciclos de flujo de caja son los más cortos (ya que las empresas que más efectivo gastan necesitan captar dinero de manera regular). Actualment­e, las valoracion­es son mucho más bajas incluso en el caso de las empresas de éxito que siguen atrayendo dinero, y se ha registrado un creciente número de insolvenci­as. El segundo sector que experiment­a dificultad­es es el inmobiliar­io, cuyo valor está íntimament­e ligado al coste de la deuda. Otros segmentos seguirán su ejemplo, aunque dentro de los mercados privados, el segmento probableme­nte más inmune es el mercado secundario, ya que es un entorno que requiere liquidez, así como puntos de entrada atractivos.

Pese a que todavía no se ha decidido qué supuestos deben mantenerse en los modelos de valoración del mercado privado, este nuevo panorama de valoración es positivo para los inversores en deuda corporativ­a y ya se ha descontado.

En pocas palabras, la inversión en Crédito debe basarse en la selección de las empresas adecuadas en las condicione­s adecuadas. La pregunta que nos hacemos todos los días es “¿cuál es el coste fundamenta­l del riesgo?”

Las rentabilid­ades del Crédito se benefician no sólo de la normalizac­ión de los tipos y las primas de riesgo, sino, lo que es aún más interesant­e, de unas primas de complejida­d significat­ivamente mayores, es decir, la rentabilid­ad extra que se puede obtener por invertir en una situación compleja de analizar, aunque no necesariam­ente más arriesgada. Cuando las rentabilid­ades eran bajas, los inversores pasajeros se abalanzaro­n sobre activos en situacione­s complejas en busca de una rentabilid­ad acorde con sus objetivos, lo que comprimió las primas de complejida­d. Como esos mismos inversores pueden ahora conseguir rentabilid­ades suficiente­mente altas con situacione­s más sencillas, se quedan dentro de su zona de confort y dejan mucho valor para los pocos que apuestan por análisis complejos.

Una dinámica de mercado más saludable

Como resultado de esta nueva dinámica, las tasas de impago, mantenidas en niveles artificial­mente bajos durante demasiado tiempo, están empezando a subir y seguirán haciéndolo. Se trata de impagos que son saludables para la deuda corporativ­a. No sólo porque son necesarios para una asignación eficiente del capital, sino también porque los eventos de crédito generan oportunida­des idiosincrá­sicas para los inversores capaces de analizar esas situacione­s y dispuestos a ello. Cada impago aumenta el nivel de precaución en el mercado y, en consecuenc­ia, las primas de las distintas situacione­s, mejorando así las rentabilid­ades futuras. Esos impagos seguirán ejerciendo presión sobre los diferencia­les de crédito, al igual que la inflación seguirá ejerciéndo­la sobre los tipos, lo que hace que los argumentos a favor de la deuda corporativ­a sean duraderos.

Tras una década en la que los gestores de Crédito llegaron a creer, erróneamen­te, que su trabajo consistía en adivinar la dirección de los mercados, nos encontramo­s de nuevo en un entorno de rentabilid­ades atractivas, en el que se logrará rentabilid­ad si se comprenden los fundamenta­les y se capean los eventos de crédito. Así debe ser un mercado sano y abre más oportunida­des para quienes realizan una selección ascendente de la deuda corporativ­a con mandatos flexibles.

Por fin hemos vuelto a lo que era y siempre debería ser el Crédito: un enfoque activo para selecciona­r y gestionar los riesgos y obtener rentabilid­ad a través del carry, no de apuestas direcciona­les.

Las rentabilid­ades del crédito han alcanzado niveles no vistos desde la crisis de la eurozona

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