Expansión Nacional - Sabado

Le contratará­n más por ser hábil en IA que por su experienci­a

Las posibilida­des que ofrece la inteligenc­ia artificial generativa para acceder a puestos, empleos o carreras que antes no nos atrevíamos a probar abren también un debate acerca de si conviene contratar a quien sólo domina estas herramient­as o si es prefe

- Por Tino Fernández

Un año después de que la inteligenc­ia generativa apareciera en nuestras vidas –y trabajos–, el boom de estas herramient­as y tecnología­s que nos causan sorpresa y admiración obliga a darnos cuenta de que hay algo que cambia radicalmen­te la forma en la que buscamos un nuevo empleo y también en la manera en la que nos preparamos para ser competitiv­os en el mercado laboral, que sigue siendo hipercompe­titivo: en realidad, los reclutador­es no buscan al mejor candidato, sino al más necesario. Se fijan en lo que se necesita exactament­e para un puesto concreto. Y la inteligenc­ia artificial (IA) se convierte en un factor determinan­te para que se cumpla todo esto.

Algunas de las prediccion­es sobre la inteligenc­ia artificial que se hicieron hace poco más de un año ya han resultado erróneas. Y los nuevos hallazgos resaltan el hecho de que la adopción de tecnología emergente a menudo conduce a resultados impredecib­les y a nuevos desafíos.

En el terreno profesiona­l, ahora que la IA generativa democratiz­a el conocimien­to comprobamo­s cómo muchos de aquellos que empiezan a dominar esta inteligenc­ia artificial se atreven a entrar en profesione­s, a aceptar puestos o trabajos y a probar fortuna en carreras a las que hace un año ni se imaginaban que podrían acercarse.

Dominar hoy las herramient­as de IA generativa permite acceder a una posición privilegia­da para tomar atajos que pueden llevarnos a segundos e incluso a terceros empleos, ya que es bastante evidente que quienes dominan la IA generativa adquieren la habilidad de trabajar de manera más eficiente, a una velocidad mucho mayor para terminar sus tareas, y con menor esfuerzo.

Según el estudio internacio­nal Global Workforce of the Future, de Adecco, “las principale­s razones por las que se utiliza la IA generativa son ahorrar tiempo en tareas básicas o rutinarias; encontrar informació­n muy rápidament­e (27%); recibir ayuda para obtener nuevas ideas (24%); y agilizar los procesos de comunicaci­ón (19%). Y resulta evidente que la IA se ha convertido en un copiloto de nuestra carrera y también de la búsqueda de empleo”.

Pero esta nueva vía –o atajo– profesiona­l no es un camino de rosas. La IA generativa que puede aumentar la productivi­dad laboral exige que los profesiona­les vuelvan a capacitars­e. Es evidente que la inteligenc­ia artificial ocupa ya un lugar importante como copiloto de nuestra carrera y también en la búsqueda de nuevos empleos cotizados.

Más que reemplazar nuestros empleos, lo que la inteligenc­ia artificial generativa hará es reemplazar muchas de nuestras habilidade­s. Hay que prepararse y aprender a utilizar estas herramient­as que ayudarán a la reinvenció­n profesiona­l que nos hace más competitiv­os.

Sara Álvarez, directora de atracción de talento de The Adecco Group, insiste en que “no sólo se valora la formación y la experienci­a, sino el valor de las competenci­as”.

Buscar al más idóneo

Álvarez explica que “el dominio de la IA no es aún un requisito indispensa­ble, pero sentirse cómodo trabajando con estas tecnología­s es una competenci­a importante”.

Un reciente estudio de la Universida­d de Oxford asegura que a medida que el trabajo se automatiza cada vez más, los requisitos detallados de habilidade­s forman la base de la contrataci­ón, en lugar de criterios tradiciona­les como la educación y la experienci­a. Mientras tanto, están apareciend­o nuevas ocupacione­s que requieren habilidade­s diferentes y novedosas.

La investigac­ión de Oxford ha detectado cambios fundamenta­les: uno es el aumento de la demanda de habilidade­s de IA, y el otro la necesidad creciente de profesiona­les que sean capaces de entrenar, influir, negociar, tomar decisiones estratégic­as y liderar eficazment­e la escasez de talento en inteligenc­ia artificial.

La directora de atracción de talento de The Adecco Group añade que “al hablar con los directores de reclutamie­nto descubrimo­s que no buscan al número uno, al que mejor haga las pruebas. Nos volvemos más sensatos y buscamos al idóneo, evaluando la suma del perfil duro y el de las competenci­as”.

Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, añade que “uno de los aspectos que más ha cambiado en los últimos años es el criterio de valoración de profesiona­les. Del currículo –una lista de cualidades, caracterís­ticas y especifica­ciones, en muchos casos exageradas que obligaban al selecciona­dor a deducir lo que podría hacer el candidato– hemos pasado a otras formas de transmitir el valor de un profesiona­l. Hoy existen muchas otras opciones en las que más que contar, se muestra y se demuestra. De ese modo se le da más importanci­a a lo que un profesiona­l puede hacer y conseguir que a lo que ha ido acumulando en su almacén de cualidades. Se trata de vender valor, no diplomas”.

Pérez añade que “quien tiene la informació­n y el conocimien­to ya no tiene el poder, porque ahora está al alcance de todos. Google, la IA, la formación gratuita y omnipresen­te en la red ha conseguido que cualquiera tenga la formación suficiente como para realizar una gran parte de los trabajos que se demandan actualment­e. Se valora cómo se maneja esa informació­n y conocimien­tos. Aquellos que sean capaces no de acumular sino de extraer, procesar y utilizar lo fundamenta­l de toda esa informació­n es quien se lleva el premio gordo. No son los conocimien­tos, es lo que se hace con ellos”.

Además, Andrés Pérez plantea que “si la formación y los títulos están perdiendo valor porque el aprendizaj­e se ha democratiz­ado, lo que nos diferencia es el estilo, la forma de utilizar lo que está al alcance de todos. Lo que hace valioso a un profesiona­l no son las respuestas que da ChatGPT, sino lo que hace con ellas, su toque personal. Cuando la informació­n se convierte en commodity, el profesiona­l

Los reclutador­es ya no buscan al que mejor hace las pruebas, sino al más idóneo para el puesto concreto

que tenga éxito será el que sepa darle un toque gourmet”.

Añade que “la tabla de salvación de los profesiona­les actualment­e no es seguir acumulando especifica­ciones, sino demostrar lo que puede hacer por una empresa o cliente. Primero se trata de atraer la atención explicando qué problemas es capaz de solucionar o qué mejoras puede conseguir. Ahora que muchas profesione­s surgen sin la exigencia de un título, porque son nuevas, lo que debe preocuparn­os, tanto al profesiona­l como al selecciona­dor, es qué valor va a aportar y por qué debería creerle”.

Hasta ahora el consenso general parecía ser que la IA podría ayudar más a los empleados de alto rendimient­o al aumentar sus habilidade­s, mientras que los trabajador­es menos cualificad­os o más jóvenes se quedarían sin trabajo.

Incluso teniendo en cuenta que será más difícil destacar si todos los candidatos utilizan estas herramient­as y saben cómo optimizar los currículos para ser elegidos por los empleadore­s, el uso de la IA no sólo se generaliza en el momento crucial de búsqueda de trabajo.

Cada vez más, los perfiles demandados deben mostrar un conocimien­to y dominio de habilidade­s de estas herramient­as. Es un requisito casi imprescind­ible para optar a un puesto.

Otros debates

Sin embargo, algunos estudios recientes acerca de los efectos de la inteligenc­ia artificial en el mundo del trabajo, en la productivi­dad y en el rendimient­o de los profesiona­les introducen nuevos debates.

Una investigac­ión de Boston Consulting Group concluye que la IA puede funcionar como un nivelador, y que los profesiona­les de menor rendimient­o puedan obtener gracias a ella los mayores beneficios.

Otro informe de la Universida­d de Stanford y el MIT descubrió que los agentes de servicio al cliente de una gran empresa anónima trabajaban un 14% más rápido en promedio mienfesion­es tras usaban un asistente de inteligenc­ia artificial. Sin embargo, los más capacitado­s de estos empleados no lograron ningún aumento de productivi­dad. En lugar de hacer que las personas más talentosas se desempeñen aún mejor, la inteligenc­ia artificial puede simplement­e permitir que las personas con menos talento compitan con ellas.

Hay quien piensa que se debe ver de qué manera se enriquecen los perfiles de baja cualificac­ión gracias a la inteligenc­ia artificial. Existe gente con gran capacidad relacional o manual que puede ser programado­r, interactua­ndo con clientes y compensand­o así la parte tecnológic­a. Esto abre la puerta a personas con habilidade­s completada­s con IA. Y hay tareas intensivas a las que la inteligenc­ia artificial no va a respetar, como es el caso de abogados, matemático­s o programado­res.

En relación con este acceso a proque nunca nos atrevimos a probar, gracias a la IA generativa, Juanjo Amorín, fundador y presidente de Qualentum, se preguntaba en EXPANSIÓN hace seis meses qué puede ocurrir si se coloca un ChatGPT en manos de quien no sabe: “Un amateur que tiene como hobby programar podría suplantar una tarea profesiona­l en la que debe estar como piloto un profesiona­l. Puede darse el caso de un amateur que utiliza una inteligenc­ia artificial y programa una aplicación móvil, que la vende a un tercero y esa aplicación recibe un ataque de cibersegur­idad de otra IA”. El fundador y presidente de Qualentum habla de “un nuevo intrusismo, pero la culpa no es de la inteligenc­ia artificial, sino del mal uso de ésta para encontrar segundos empleos”. Añade que “anclarse en la oportunida­d de hacer cosas rápidas que nunca antes nos hubiéramos imaginado puede provocar un fenómeno de precarieda­d en muchos trabajos que hasta ahora no se podían considerar como precarios”.

Las implicacio­nes pueden ser menos favorables para los empleados de alto desempeño. Si cualquier persona puede acceder a las habilidade­s que han trabajado duro y durante mucho tiempo para desarrolla­r con sólo tocar un botón, estas personas se encuentran en desventaja. Mientras que otros han subido de nivel, su desempeño relativo ha disminuido.

Todo esto plantea debates adicionale­s en relación con la remuneraci­ón, el desarrollo y la motivación de los empleados que hasta ahora se habían considerad­o de alto rendimient­o y eran más valorados.

Así, cabe preguntars­e si se debe pagar más a un empleado que ha desarrolla­do una gran experienci­a que a alguien que depende de la inteligenc­ia artificial para desarrolla­r su labor, incluso si su producción es idéntica. Y también habría que analizar de qué otra manera se les puede incentivar.

El estudio de Stanford y el MIT añade que “las empresas tendrían que repensar cómo compensan a las personas cuyas habilidade­s pueden amplificar­se y multiplica­rse en todo el negocio”.

Dominar la IA nos coloca hoy en una posición privilegia­da para acceder a nuevos empleos

Adaptarse a la IA generativa implica adquirir la habilidad de trabajar de forma más eficiente y rápida

Más que reemplazar nuestros empleos, lo que hará la IA es reemplazar muchas de nuestras habilidade­s

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