Expansión Andalucía - Sábado

La magia de las sopranos Saioa Hernández y Sara Blanch

Las españolas reciben el aplauso del Teatro Real.

- Emelia Viaña.

Saioa Hernández recuerda que de niña paseaba por las calles de Madrid, “mi ciudad”, y soñaba con poder cantar en el Teatro Real. El sueño se cumplió en 2020 cuando interpretó el papel de Amelia en Un ballo in maschera, de Giuseppe Verdi. “Fue muy especial poder debutar en Madrid y hacerlo cuando la mayor parte de los teatros del mundo estaban cerrados por el Covid. El Teatro Real se convirtió en un referente”, aseguraba la soprano madrileña durante la entrega de los Premios Teatro Real. Ser eso, un referente, exige valentía algo que también a Hernández le sobra. Por eso dedicó el galardón a todos los trabajador­es del teatro que hacen posible la magia de la ópera, al director artístico del espacio madrileño, Joan Matabosch, por su confianza, y a los artistas que pasan por dicho escenario y del que ella es “una pequeña representa­ción”, sentenció el pasado miércoles.

Y sus palabras aún resuenan en el teatro madrileño. “Es muy bonito recibir un premio en el teatro de mi ciudad, donde me siento muy bien recibida y valorada y con quien se ha creado una bonita relación, tanto con quienes componen la institució­n como con el público”, insiste Hernández, que grabó en dicho escenario un disco que verá la luz el 31 de mayo. “Espero que esta relación sea así por muchos años y poder seguir dando a este público lo mejor de mí”, confía Hernández, habitual en la Wiener Staatsoper, el Teatro alla Scala di Milano, la Berliner Staatsoper, el Gran Teatre del Liceu, la Ópera de Sídney, la Ópera de París o la Bayerische Staatsoper.

Galardonad­a con la Medalla de Oro en Bellas Artes en 2021, la soprano madrileña debutó el 7 de diciembre de 2018 en el Teatro alla Scala de Milán en la inauguraci­ón de la temporada interpreta­ndo el papel de Odabella en la ópera de Verdi Attila bajo la dirección de Riccardo Chailly. Y a pesar de su consagrada trayectori­a aún tiene sueños por cumplir. Debutar en Salzburgo es uno de ellos, confirma a EXPANSIÓN.

También le quedan sueños por cumplir a Sara Blanch, que recordó durante la recogida de su premio su primera vez en el Teatro Real, donde comenzó cantando en el foso para la producción El gallo de oro “sintiéndom­e muy pequeña” y ahora “estoy aquí, en un lugar en el que he ido creciendo, donde me siento como en casa y donde siento a todos como una gran familia”. La soprano tarraconen­se está orgullosa de la afición por la ópera que hay en España, pero “quizás no todo el mundo está preparado para la ópera”, afirma en una entrevista con EXPANSIÓN. Hernández, por su parte, recuerda: “La ópera ha movido al pueblo durante siglos. Es un arte muy complejo que está ahí para ser admirado y disfrutado, pero no es necesario llegar a entenderlo para amarlo profundame­nte y dejarse tocar por su magia”.

La madrileña cree saber cómo conseguir que más gente se enamore del género. “Creo que dando a conocer no solo el producto final que se ve en el escenario, sino mostrando el trabajo diario que existe detrás de un espectácul­o. El teatro en sí es un lugar mágico, pero la verdadera magia se da cuando un gran equipo de personas trabajan todos juntos para conseguir el mismo fin, que es transmitir emociones al público”. Algo que comparte Blanch, pero con matices: “Creo que las personas que se acercan a este genero, tienen que tener cierta sensibilid­ad, estar dispuestas

“La ópera ha movido al pueblo durante siglos; es un arte muy complejo que está ahí para ser disfrutado”

“Los que se acercan al género tienen que estar dispuestos a escuchar, a sentir y a pasarlo bien”

a escuchar, a sentir, a preguntars­e cosas, a dejarse llevar, a reflexiona­r y, por supuesto, a pasarlo bien”, explica la soprano catalana que realizó su debut en 2013 en el Rossini Opera Festival, interpreta­ndo el papel de Folleville en Il Viaggio a Reims, de Gioacchino Rossini.

Premiadas por el Teatro Real, que también reconoció la labor de Jaume Plensa, Pablo Heras-Casado, Robert Wilson, Leigh Melrose y Martin Winkler, ni Hernández ni Blanch quieren presumir de su impacto para generacion­es futuras, pero aconsejan qué deberán hacer éstas si algún día quieren llegar lejos en el mundo de la ópera. “La disciplina, el querer siempre mejorar y crecer cómo artista y cómo persona me han llevado al sitio en el que estoy hoy”, insiste Blanch, que se miraba en el espejo de Cecilia Bartoli y que le gustaría ser Gilda en Rigoletto, otro título fundamenta­l de Verdi. A Hernández en cambio la llaman la heredera de Montserrat Caballé. “El hecho de que alguien me asocie a su nombre es ya un gran honor. Siempre le estaré agradecida por las palabras que me dedicó cuando me presentó, por ser mi mentora y por sus enseñanzas como maestra en mi debut operístico, a ella y a su familia”.

La magia de la ópera es muy potente, pero no permitirá ver sobre el escenario a Hernández y Blanch con sus ídolos, pero el público sí podrá viajar gracias a ellas a otros mundos. Disfrutemo­s al menos de eso.

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 ?? ?? Saioa Hernández debutó en el Teatro Real con ‘Un ballo in maschera’ de Giuseppe Verdi, y Sara Blanch encarnó el papel de Fiorilla, protagonis­ta de
‘Il turco in Italia’, de Gioachino Rossini, en el mismo recinto en mayo del año pasado.
Saioa Hernández debutó en el Teatro Real con ‘Un ballo in maschera’ de Giuseppe Verdi, y Sara Blanch encarnó el papel de Fiorilla, protagonis­ta de ‘Il turco in Italia’, de Gioachino Rossini, en el mismo recinto en mayo del año pasado.

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