Europa Sur

BORIS, UN BUEN ‘HADO MADRINO’

- HELENA ARRIAZA

UNA de las grandes apuestas del canal DKISS en los casi tres años que lleva de trayectori­a es ¡Sí, quiero

ese vestido! El formato que se estrenó hace dos domingos está por todas partes. Marquesina­s, autobuses o anuncios en televisión con el rostro de Boris Izaguirre son constantes desde hace unas semanas. El problema es que esa publicidad de momento ha sido más notoria que el programa en sí. Say yes to

the Dress, la versión original del formato que también se emite en el mismo canal, tiene millones de espectador­es en todo el mundo. Ese es uno de los motivos por el que la productora Shine Iberia y el canal DKISS decidieron que sería una buena idea hacer la adaptación española.

Se percibe que el espacio está hecho con cariño, cuenta con invitados como Rosa Clará que son expertos en el sector y relata historias con las que muchas que han pasado por el momento de elegir su vestido más especial seguro se identifica­n. Pero si algo merece la pena del programa es su presentado­r porque... ¿quién mejor que Boris Izaguirre para conducir la versión española del programa? El venezolano ha resurgido. Tras unos años de parón televisivo en España, donde vivió su mejor época en Crónicas Marcianas, Boris ha regresado. Su paso por MasterChef Celebrity ha sido para él una gran oportunida­d. Tanto el concurso de cocina como el espacio de vestidos nupciales están producidos por la misma productora, que tras su buen hacer en los fogones más famosos de la televisión ha visto en Boris al mejor asesor posible para un instante tan especial. De hecho la misma noche en la que se emitió el capítulo en el que fue eliminado de MasterChef, cambió el delantal por el traje y se estrenó como presentado­r. Su glamour, estilo y educación le convierten en la persona más apropiada para vivir junto a las novias, sus madres, suegras, hermanas y amigas el instante de elegir qué vestido lucirán el día más especial de sus vidas. Y si por algo es acertada la elección de Boris es por su paciencia en estos instantes. Gracias al programa hay que valorar más a quienes se encargan de vender vestidos de novia. Lo que tienen que aguantar entre histerias, ideas imposibles y conflictos de opinión es admirable. Porque dicho sea de paso la libertad a la hora de opinar sobre los vestidos de novia es tremenda y en muchas ocasiones lo que menos cuenta es lo que le gusta a la protagonis­ta. Cada una debería vestirse como le dé la gana el día de su boda. Al menos a Boris se le da bien lo de hacer de ‘hado madrino’ y consigue darle la vuelta a los instantes más tensos. Verlo en su faceta de asesor es divertido e incluso romántico. Si se lo planteara llegaría a ser el David Tutera de nuestro país.

Lo negativo es que el espacio de vestidos de novia, que se emite los domingos a las nueve de la noche, no va a tener demasiada notoriedad porque el canal todavía no tiene la relevancia suficiente para lograr más éxito. Una pena, porque si algo tiene DKISS es variedad y entretenim­iento. Otro de los inconvenie­ntes es que casi siempre cuando miles de espectador­es españoles acogen bien un programa de otro país y se decide realizar la adaptación española, la acogida no es correspond­ida.

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