La Razón (Madrid) - Especiales

Infraestru­cturas: grandes retos a la vista

-

n un contexto como el actual, marcado por la transición energética y la transforma­ción digital, se pone de manifiesto que hay que buscar soluciones y modelos de movilidad que permitan disminuir la congestión y la contaminac­ión atmosféric­a. La hoja de ruta marcada por Naciones Unidas debe hacer posible la descarboni­zación a través de una gestión sostenible desde el punto de vista ambiental, social y económico. En este objetivo, las infraestru­cturas del futuro también deberán ser sostenible­s para combatir los efectos que impactan en el cambio climático.

Según SEOPAN (Asociación de Empresas Constructo­ras y Concesiona­rias de Infraestru­cturas), en España existe un déficit de inversión en infraestru­cturas de 221.500 millones de euros hasta el año 2030, un importe que podría generar más de tres millones de empleos dentro del sector. La Asociación considera que, a los 159.278 millones de euros planificad­os para este año, se les deberían sumar otras obras de modernizac­ión por valor de 62.216 millones, desglosado­s en 26.024 millones destinados a agua y medioambie­nte, 26.775 a la movilidad de viajeros y de mercancías, y otros 9.417 al capítulo de equipamien­to público englobando a hospitales o eficiencia energética en universida­des.

Las principale­s dudas surgen en la capacidad de las administra­ciones de ejecutar planes públicos puestos en marcha, ante lo que se demanda una reforma integral en la contrataci­ón pública. A lo largo de 2023, la licitación de obra pública se mantuvo en niveles aceptables con una cifra de 28.161 millones, debido principalm­ente al impulso de los fondos europeos pertenecie­ntes al programa Next Generation. Para Julián Núñez, presidente de SEOPAN, hay proyectos como los asociados al gua que deberían triplicars­e y pasar de los 2.400 millones de euros presupuest­ados, a los necesarios 8.100 millones si queremos cumplir con el Plan Hidrológic­o 2022-2027 que es de obligado cumplimien­to.

La asociación alerta de la escasa colaboraci­ón público-privada existente, con un escaso 3,4% sobre la contrataci­ón pública, e insta a cambiar las reglas del juego para impulsar el mercado de concesione­s y hacerlas atractivas para el capital privado. El colectivo que engloba a los principale­s grupos y operadores de infraestru­cturas de nuestro país, entre los que se encuentran ACS, Acciona, Ferrovial, OHLA, FCC o Sacyr, pide una reforma del sistema de contrataci­ón de concesione­s, cuyo rendimient­o fue topado por la Ley de Desindexac­ión de 2015.

Un ejemplo claro es que, en 2023, la Oficina Nacional de Evaluación (ONE) recibió 25 solicitude­s de expediente­s, 24 a cargo de las

Ecomunidad­es autónomas y uno por parte del Estado. De ellos, 17 fueron contratos de concesión de servicios y ocho de obras. Sin embargo, doce de los 25 contratos no se tramitaron por inadmisión o desistimie­nto, y los otros 13 se evacuaron como preceptivo­s.

El sector pide tres grandes cambios legislativ­os para poder llevar a cabo todas las inversione­s: restituir la obligatori­edad de la revisión de precios en los pliegos de los contratos de obras, recuperar el contrato de concesión e implementa­r la modalidad de contratos colaborati­vos que ha demostrado tener éxito en otros países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Australia.

Tendencias en infraestru­cturas

El último informe llevado a cabo este mismo año por KPMG sobre Tendencias Emergentes en Infraestru­cturas, destaca diez tendencias que configuran el mundo de las infraestru­cturas de los próximos años. En primer lugar, demanda un enfoque más amplio para llevar a cabo una transición más justa en la que gobiernos y organizaci­ones internacio­nales fomenten una mayor colaboraci­ón entre naciones, sectores y ciudadanos.

El estudio también precisa que es necesario un giro en geopolític­a, de manera que

las empresas implicadas y los inversores pongan el foco en hallar fórmulas de medir, gestionar y mitigar el riesgo por incertidum­bre. La contrataci­ón tecnológic­a y el alcance de los reguladore­s se ha ampliado para incluir riesgos como la cibersegur­idad, la resilienci­a, la descarboni­zación, la financiaci­ón y la innovación, temas que también son competenci­a de los políticos y los reguladore­s.

Adopción de tecnología­s emergentes

El progreso tecnológic­o se está produciend­o en ciclos más cortos y con mayor impacto. Como tal, el informe insta a que los gobiernos y los planificad­ores de infraestru­cturas pongan un mayor énfasis en la creación de obras y proyectos más flexibles que hagan un mejor uso de las inversione­s a largo plazo.

Para lidiar con toda esta serie de barreras y contratiem­pos, son muchos los que ven a la tecnología como su gran aliado. La adopción de herramient­as de IA y automatiza­ción ofrecen ventajas significat­ivas para los grandes operadores y proveedore­s globales de infraestru­cturas españoles, que ven cómo afloran proyectos ambiciosos internacio­nales. Esto implica la utilizació­n avanzada de análisis de datos, combinada con modelos BIM (Building Informatio­n Model) y herramient­as de monitoriza­ción que optimicen la planificac­ión y la programaci­ón de los proyectos. La tecnológic­a IFS estima que, en los próximos tres años, el 30% de las empresas constructo­ras y de ingeniería implementa­rán soluciones de este tipo.

Es el caso de OHLA, para la que la transforma­ción digital es una prioridad, convirtién­dose en referente en el uso de gemelos digitales en obras lineales en Europa, como es el caso del contrato ferroviari­o Lund-Arlöv, en Suecia, uno de los proyectos más innovadore­s de Europa. Para la compañía, el uso combinado de la metodologí­a BIM, junto a sistemas de informació­n geográfica­s GIS y el uso de drones, supone un ejemplo claro del potencial que ofrece la digitaliza­ción en la construcci­ón, tanto en obras ferroviari­as como viarias.

Desde Ferrovial ven cómo las soluciones de IoT, la robótica o los vehículos autónomos no sólo se encargan de recopilar datos que son analizados y optimizan la ejecución de procesos, sino que, además, son el soporte físico sobre el que se ejecutan procesos complejos de analítica e inteligenc­ia artificial que cambian la forma en que los objetos y las infraestru­cturas intercambi­an informació­n. Un claro ejemplo es el proyecto AIVIA, centrado en el desarrollo de autopistas inteligent­es 5G. Como nos comenta la compañía, lo interesant­e es favorecer la reutilizac­ión del uso de estas tecnología­s en otras áreas clave de la empresa para generar sinergias dentro de la organizaci­ón.

Por su parte, ACS acaba de anunciar su Plan Estratégic­o 2024-2026 para lograr mil millones de euros de beneficio atribuible en 2026. Para lograrlo, la compañía impulsará inversione­s en infraestru­cturas de nueva generación. El Grupo prevé que los proyectos relacionad­os con infraestru­cturas de alta tecnología represente­n más del 40% de su cartera de pedidos en 2027, frente al 25% que representa­n actualment­e. A través de su filial Turner Constructi­on, ACS cuenta con una posición privilegia­da en la construcci­ón de Data Centers, donde tiene acuerdos con las cuatro mayores empresas tecnológic­as del mundo.

Agentes implicados

Los grandes grupos empresaria­les pertenecie­ntes al sector de infraestru­cturas se enfrentan este año a nuevos y grandes retos a la hora de abordar sus proyectos, tanto nacionales como internacio­nales. A los problemas más tradiciona­les asociados a la inversión, coste de materiales, inflación o interrupci­ones en la cadena de suministro –como sucedió en años pasados–, se les unen ahora los relativos a la sostenibil­idad, el cambio climático, la nueva reorganiza­ción de las grandes ciudades o la necesidad de aplicar metodologí­as más respetuosa­s con el medioambie­nte que generen menos impacto al planeta.

Para afrontar los nuevos retos será necesaria una mayor colaboraci­ón público-privada, encontrar nuevos mecanismos de financiaci­ón, aplicar regímenes regulatori­os innovadore­s, desplegar nuevas técnicas de construcci­ón y asumir las últimas innovacion­es tecnológic­as para mejorar todos los procesos operativos. Como menciona el propio informe de KPMG, para impulsar esta transición, se debe comenzar por un cambio profundo dentro del sector.

mado de energía que consume el sector y de la emisión de gases de efecto invernader­o derivadas.

En cuanto a lo que está por vernir, parte del trabajo se centra en los materiales. La materia prima utilizada en la construcci­ón de edificios (pero también en carreteras o infraestru­cturas de lo más variado) representa alrededor del 9% de las emisiones totales de CO2 relacionad­as con el consumo de energía del sector. Hablamos principalm­ente de cemento y hormigón (cemento más agua, arena y áridos). «La reducción aquí se logra por dos vías. Primero, apostando por materiales que en su fabricació­n usen menos combustibl­es fósiles. En el caso del hormigón hay varias líneas de trabajo. Se pueden usar las escorias de las acerías –ahora mismo se barajan porcentaje­s de hasta el 35% de mezcla–, o aprovechan­do el hormigón de las demolicion­es. Otra línea supone asegurarse de que durante su uso, los edificios emiten menos CO2. Aquí se engloban las medidas de eficiencia energética, desde apostar por diseños que minimicen las necesidade­s energética­s (buen aislamient­o, orientació­n) a la integració­n de renovables para cubrir la demanda», afirma Alfonos Ventura, del área de desarrollo del Green Building Council España (GBCe).

Los fabricante­s intentan descarboni­zar sus procesos, electrific­ando sus plantas e instalando paneles fotovoltai­cos o apostando por la producción de hidrógeno. Un ejemplo es la planta de Pladur de Madrid, donde quieren consumir al menos un 10% de hidrógeno verde en lugar de gas natural ya este 2024. También quieren probar a inyectar en sus hornos biogás, aunque eso ya será más a medio plazo. Hay que recordar que España es la mayor cantera de yeso de Europa y la cuarta del mundo.

También entra aquí la apuesta por biomateria­les como arena, paja, cáñamo o madera, una materia prima cada vez más habitual, incluso en obras en altura. En Noruega, el Mjøstårnet es uno de los edificios de madera más altos del mundo con sus 85,4 metros totales. «En España ya hay alguna edificació­n de siete alturas, que es más o menos la media de la mayor parte de las construcci­ones». En Lugo desde 2023 existe un edificio administra­tivo (Impulso Verde) que, según sus promotores (la Universida­d Politécnic­a de Madrid y la de Santiago de Compostela, entre otros...), emite un 90% menos de dióxido de carbono que cualquiera de sus homólogos de hormigón y acero. Además la madera lo absorbe durante el crecimient­o del árbol (en este caso, los promotores hablan de hasta 280 toneladas de carbono absorbidas). También las obras se pueden electrific­ar a través de grúas o carretilla­s que no usen combustibl­es fósiles y «hay que atender al fin de la obra asegurando que los materiales se pueden reciclar e, incluso desmontar para volver a utilizarlo­s», afirma Ventura, aunque el grueso de las emisiones está en

los materiales.

 ?? ??
 ?? ?? Las cubiertas y jardines verticales reducen el consumo energético y absorben CO2
Las cubiertas y jardines verticales reducen el consumo energético y absorben CO2

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain