Sánchez exige a Rabat que dé un paso atrás y promete firmeza
El presidente avisa de que garantizará la «seguridad» de los ciudadanos de Ceuta El dirigente se dirige a Marruecos y le pide que respete «las fronteras mutuas»
La llegada de miles de inmigrantes, hasta un total de 8.000, a Ceuta, una cifra sin precedentes en España, puso en máxima alerta al Gobierno. Era consciente de que no era un tema menor y que no podía despacharse con una respuesta lenta, sectorial o deslavazada. Por eso el presidente lanzó señales desde el primer momento de que asumía él el mando. Canceló su viaje a París, mandó a su ministro del Interior a comparecer en rueda de prensa tras la reunión del Gabinete para aportar los datos más técnicos y después protagonizó una declaración institucional en la Moncloa, sin preguntas, antes de partir para Ceuta y Melilla. A la primera ciudad autónoma también se desplazó Fernando Grande-Marlaska.
Sánchez sostuvo que la avalancha migratoria, «inusitada» y «súbita», es una «grave crisis», no solo para España, sino para Europa, pues Ceuta y Melilla son frontera exterior de la UE. El presidente incidió en que su prioridad es «restablecer» el orden en la zona y en las fronteras «con la máxima celeridad». El Ejecutivo, subrayó por dos veces, que será «firme» para garantizar la «seguridad» de los ceutís «ante cualquier desafío, ante cualquier eventualidad y bajo cualquier circunstancia». La «integridad» de la ciudad autónoma como parte de España estará siempre «garantizada» por el Gobierno. El segundo mensaje se dirigió a Marruecos. «País socio y amigo», sí, y con el que se quiere «estrechar» aún más los lazos, pero le exigió «respeto a las fronteras mutuas». Ni él ni Marlaska ni la titular de Exteriores, Arancha González Laya, quisieron ligar este último episodio de tensión a la hospitalización del líder saharaui, Brahim Ghali, en Logroño. A su vez, el Consejo de Ministros aprobó una ayuda de 30 millones de euros para Rabat, para luchar contra la inmigración irregular.
Sánchez intentó trasladar el mensaje de que estaba actuando «con determinación» desde el primer minuto. Primero, con el despliegue del Ejército y con el refuerzo policial. Y también con una ronda de contactos, en España y fuera. Sánchez informó al Rey y habló con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. También con Pablo Casado, y con ello rebajó de decibelios la crítica del PP. Algo que se notó en las palabras del presidente de Ceuta, Juan Vivas, que «agradeció» a Sánchez y Marlaska su desplazamiento. Laya convocó a la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich. Pero tras ese pico de tensión, al final del día las aguas parecían volver a su cauce: el goteo de entrada se fue reduciendo y Marruecos volvió a cerrar su frontera. Interior contabilizó unas 4.000 devoluciones de migrantes, una política censurada por el socio de coalición, Unidas Podemos. Pero el presidente lanzó la señal de que con una crisis de este calibre no podía haber términos medios.