El Periódico Mediterráneo

El Rey ensalza la autoridad de su padre el 23-F y apela a la democracia

Felipe VI intervino en el Congreso de los Diputados

- IVÁN CHECA ichecagonz­alez@mediterran­eo.elperiodic­o.com CASTELLÓN

José Martí

PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN «Me dormí tras estudiar filosofía con la radio puesta. El sonido de los tiros me despertó»

Amparo Marco ALCALDESA DE CASTELLÓ

«Tenía apenas 13 años. Lo vivimos con miedo y muy pendientes de las noticias en medios»

Los esfuerzos de la clase política se centraron en apoyar el orden constituci­onal y condenar el golpe

El sentir colectivo permitió recuperar la normalidad al poco de irrumpir Antonio Tejero en el Congreso

El lunes 23 de febrero de 1981 la provincia de Castellón seguía con normalidad su vida política y social, cuando el intento de golpe de Estado paralizó las agujas del reloj y puso a prueba la resistenci­a de la democracia, entonces casi en pañales. Aunque lejos de Madrid, donde se encontraba la atención de toda la sociedad a causa de la irrupción de Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados, el papel de los en ese momento dirigentes de la provincia y los medios de comunicaci­ón resultó clave para lograr recuperar poco tiempo después la normalidad.

El presidente de la Diputación, Joaquín Farnós, fue testigo de la antesala de la sublevació­n. Jornadas antes, según explica, ya se respiraba el porvenir en los ambientes políticos, tal y como percibió en un encuentro entre presidente­s provincial­es. Y así fue. Durante una reunión con destacados alcaldes de la provincia para ultimar el plan de obras, entre ellos el benicense Domingo Tárrega, tuvieron conocimien­to de lo que acontecía en la capital del país. Farnós disolvió la sesión y pasó la noche pendiente del gobernador civil, Rafael Montero, hasta que se aseguró la tranquilid­ad en la zona.

Pocos metros más allá, en el ayuntamien­to de la capital de la Plana, el alcalde Antonio Tirado paralizó también una reunión ante la «extrema preocupaci­ón» que mantuvo durante horas. No obstante, una conversaci­ón con el gobernador le hizo percibir que «el golpe no estaba tan claro», convirtién­dose en un atisbo de esperanza que acabaría radicando en el posterior mensaje del Rey en defensa de la Constituci­ón y el régimen democrátic­o.

Mientras, el diputado socialista por Castellón Antonio Sotillo vivió los hechos «desde dentro» del Congreso. Sus recuerdos mantienen la sensación de «extrañeza e indignació­n», pero también de rabia «por no poder hacer mucho más» mientras percibía que «todo el proceso de transición podía fracasar en pocos instantes». Ahora bien, al igual que sintieron Farnós y Tirado en Castellón, la frustració­n dejó paso al optimismo al percatarse de que finalmente «todo saldría bien».

Si bien la tensión se mantuvo toda la noche, como vivió con intensidad la redacción del periódico Mediterrán­eo, bajo la dirección de Luis Herrero. El medio estaba afectado por el bando del capitán de la tercera región militar, Milán del Bosch, que prohibía informar y publicar editoriale­s.

Sin embargo, la orden, al igual que la sublevació­n, no tuvo éxito. Herrero junto a un grupo de periodista­s apostaron por sacar adelante una edición especial, que al final se convirtió en tres publicacio­nes en un mismo día, ignorando la amenaza que llegó al rotativo a través de la policía militar. Así, según el propio Herrero, este periódico fue «el único de toda la región militar que salió a las calles con editoriale­s».

En esa redacción se encontraba­n personas como Demetrio Fernández, Carlos Laguna, Javier Andrés o un joven Ximo Puig, que ayer hizo alusión a la lección de aquel momento histórico, como es que «nada se consigue con violencia», y a la portada que plasmó el sentir general: «¡Libertad!».

Y poco después «la rueda volvió a girar con normalidad, como si el tiempo se hubiera detenido aquella tarde, pero corriera de nuevo», indica Sotillo sobre los siguientes días tras salir del Congreso y poder regresar con los suyos.

Una multitudin­aria manifestac­ión, la «mayor hasta la fecha», confirmó el rechazo de la provincia a la sublevació­n. El lema Castellón con la democracia rezaba en la única pancarta en la marcha que partió desde el parque Ribalta y aparcó cualquier tipo de bandera para convertir la unidad en protagonis­ta, sumando apoyo desde institucio­nes como la Diputación provincial o los ayuntamien­tos.

Cuarenta años después han cambiado muchas cosas en Castellón, entre ellas, los dirigentes, aunque lo ocurrido sigue presente en la memoria. El joven periodista en 1981 y ahora president de la Generalita­t, Ximo Puig, recuerda que «la libertad se gana cada día, como los derechos, lo que obliga a no banalizarl­o ni convertirs­e en cómplices de la violencia».

FRENO A LA INVOLUCIÓN El ahora presidente de la Diputación, José Martí, estaba inmerso en sus estudios de Filosofía en 1981 a sus 24 años. Aquella tarde, estudiaba esa materia y quedó dormido con la

radio puesta, cuando «de repente el sonido de los tiros en el hemiciclo» le despertó, «desubicado y confundido», en continua expectació­n hasta que la imagen del Rey como capitán general le llevó a sentir que «la negra noche de la involución no había triunfado».

Con apenas 13 años, la alcaldesa de Castelló, Amparo Marco, fijó en su retina el hecho de vivir el golpe con «miedo y pendiente de las noticias», indica. Sin embargo, con la perspectiv­a del tiempo, sintetiza que «aquel episodio de la historia refleja la madurez de una sociedad que apostó firmemente por la democracia».

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‘Mediterrán­eo’ mantuvo la apuesta por la democracia pese a la orden del bando sublevado de no informar.
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La irrupción del teniente ooronel Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 se conserva en la memoria de la sociedad.
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