Descuento maldito
Undécimo empate del Submarino: la Real Sociedad, en el minuto 93, neutraliza el madrugador golazo de Dani Parejo
El Villarreal sigue sufriendo para ganar en La Cerámica y padeciendo una empatitis que le está restando opciones de pelear por la plaza Champions a la que aspira. Isak salió al rescate de la Real en el minuto 94, desactivando el obús de Parejo nada más comenzar la noche. Los amarillos pagaron muy caro su conservadurismo en la segunda parte y acabaron recibiendo un duro palo cuando ya acariciaban el triunfo. Justo reparto de puntos entre dos aspirantes a la zona noble. Al Submarino le pesaron las piernas al final y acabó el partido en reserva.
Los problemas están para solucionarlos. Y Emery intentó resolver su largo listado de bajas buscando alternativas. Si no tienes hombres para jugar por las bandas, pues cambias de idea. No se le conocen al guipuzcoano buenas mañas con el ajedrez, pero sigue haciendo sus gambitos de dama. Yeremi Pino fue la última de las siete bajas. Como si fuera una película de espías, con mensajes cifrados para pasar información secreta, la hoja de alineaciones previa al duelo presentaba un once en el que figuraba Coquelin como lateral derecho y Rubén Peña de extremo. Parecía el último tuneado del técnico vasco. Luego todo quedó en un camuflaje de intenciones. En un partido tan igualado, todo suma. Emery mantuvo su idea de LaLiga con ese 4-3-3, que en realidad acaba siendo un 4-3-2-1 en el repliegue defensivo. Moi Gómez y Trigueros vistieron el ataque groguet con Alcácer como referencia arriba. Coquelin reforzaba una medular que tejía músculo con criterio en la construcción.
La disyuntiva era quién podría tener más el balón y ofrecer un juego más elaborado y bonito. Puede que Real y Villarreal no puedan pelear por LaLiga, pero sí que son los dos equipos que mejor culto rinden al fútbol espectáculo.
EL MEJOR INICIO // A los tres minutos, Parejo conectó un obús desde 20 metros que entró por la escuadra a la velocidad de la luz. Precioso el golazo del cerebro amarillo, pero tanto o más lo fue la jugada que lo precedió.
La Real sacó las uñas. Isak e Illarramendi empezaron con el intercambio de golpes, con guantes de seda eso sí, pero tan letales como los que daría un boxeador experimentado. Se puede hacer daño con buen gusto. Y ambos se empeñaron en no rifar un balón y jugar, cosiendo bien cada posesión pero siempre con un punto de esa
picardía del jugador que se hace a sí mismo en un campo de barrio. Alcácer también colaboró con un sutil taconazo que no acabó en el 2-0 por cosas del destino. Y así se llegó al intermedio, con un combate de jugones y el gol de Parejo como elemento diferencial.
La segunda parte no tuvo tanta plasticidad y sí un juego más trabado. El Villarreal generó menos peligro, pero exhibió su otro alter ego, con un estilo más rocoso, cerrando vías de entrada y juntando mas las líneas. La Real tenía el balón, pero no sacaba provecho de él. Salía a la palestra la versión más pragmática de los amarillos. Los últimos minutos se jugaron con una sintonía distinta. El Villarreal defendía con orden y la Real se desplegaba a la caza del 1-1. Los amarillos recularon demasiado, lo que siempre es un riesgo que se puede pagar caro. Y en el último minuto, ya rozando el 94, Isak conectó un media volea, empalando sin fuerza el balón que acabó batiendo a Asenjo. La Real rescató un punto in extremis que, visto lo visto, fue el resultado más justo. El Villarreal fue demasiado rácano en la segunda parte y lo pagó caro.
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