Knausgård se lanza a la ficción con `La estrella de la mañana'
El autor noruego dice adiós definitivamente a la escritura autobiográfica con una obra sobre la influencia del diablo. «Escribo desde el punto de vista de un hombre porque es lo que soy», dice el autor de `Mi lucha'
Desde que el escritor noruego Karl Ove Knausgård, una de las estrellas literarias más impactantes y fulminantes de los últimos años, puso fin a Fin, el último volumen de su monumental sexteto autobiográfico, Mi lucha, muchas cosas han ocurrido en su vida. Empezando por los libros: ahí estuvo el cuarteto estacional también de carácter confesional dedicado al nacimiento de la cuarta de sus hijas, con la también escritora Linda Bostrom. Y siguiendo con sus vivencias: la separación de Bostrom tras una depresión posparto de ésta, sobre la que la autora también escribió. La nueva vida del autor en Londres junto a su nueva esposa, la editora británica Michal Shavit, con quien ha tenido una quinta hija. Poco antes de la pandemia, Knausgård anunció que ahí se acababa su escritura autobiográfica, esa que le ha hecho sufrir tanto y que también hizo mella psicológica -a tenor de las declaraciones de los afectados- a muchos miembros de su familia y a su ex.
La publicación de La estrella de la mañana (Anagrama) es un absoluto cambio de tercio respecto a lo que los lectores conocían de él. Knausgård, que estos días visita Barcelona, regresa a la ficción pura y dura con su estilo potente (que algunos tachan de desaliñado) y su obsesiva precisión respecto a los detalles. Puede leerse esta novela como un cuento de terror incluso algún crítico ha llegado a mencionar a Stephen King- que sucede en dos días de agosto de sofocante calor en Noruega, y sigue extraños sucesos que acontecen a nueve personajes mientras una nueva estrella de origen desconocido se eleva en el firmamento propiciando un clima de desasosiego cósmico. Un clima ominoso que la película Melancolía, de Lars von Trier, no tendría nada que envidiar. La estrella de la mañana es el título elegido por la editorial, pero también podría haber sido El lucero del alba, otra denominación del planeta Venus, que remite también a Lucifer, nombre que comparten el astro y el demonio. En Anagrama se lamentan de no haber podido lograr la hazaña de la edición inglesa, con 666 significativas páginas. Sea como sea, hay mucha influencia directa de la Biblia en este libro: «Lucifer tiene una vertiente angelical y otra divina, es un ángel caído. Toda esa ambigüedad impregna la novela. Quería que el lector no supiera exactamente qué está ocurriendo», explica el autor que recuerda haberse inspirado en sus años de juventud en Bergen, donde floreció un culto satánico dedicado a quemar iglesias.
/Hija de su tiempo, la novela está alimentada por ese sentimiento de ecoansiedad que en estos últimos años de conciencia ecológica nos atenaza a todos en relación al cambio climático: «Nuestra relación con la naturaleza, a la que hemos dado la espalda, es una de las cuestiones que más preocupan en general. Pero se ha hablado tanto sobre ello que no quería expresar simplemente mis opiniones sino utilizar el asunto para crear una atmósfera opresiva, que la llegada de la pandemia alimentó». Aunque se inició antes del estallido del covid19, será la primera de un nuevo ciclo literario (la segunda entrega ya ha salido en noruego) que tendrá la conciencia medioambiental como eje.
Desde Siri Hustvedt, de quien dice que no entendió sus palabras cuando, al parecer, dijo que las mujeres escritoras «no eran competencia», hasta cierta voces feministas que no se tomaron a bien que la crítica alabara sus penurias como cuidador de sus hijos mientras una autora como Rachel Cusk, con ese mismo discurso, se ganara reconvenciones, Knausgård se sacude cualquier tipo de mea culpa: «Sí, he oído hablar de ello, pero la consideración que tienen mis libros escapa a mi control. Yo también soy editor, edito a muchas mujeres y si una de ellas me dijera: he escrito seis volúmejo nes sobre mi vida, yo los publicaría sin dudar. En los 70 hubo en los países escandinavos un movimiento de autoras que escribía sobre la vida más íntima y cotidiana y eso fue novedoso. Décadas después yo escribo desde el punto de vista de un hombre porque eso es lo que soy», explica.
A diferencia de sus libros autobiográficos, la crítica anglosajona no se ha entregado esta vez incondicionalmente al ambicioso influ«Lucifer tiene una vertiente angelical y otra divina, es un ángel caído. Toda esa ambigüedad impregna la novela»
«Jamás me paro a pensar en la reacción de los lectores porque eso me haría pensar en una obligación a mostrarme inteligente y brillante a la que me niego»
del noruego. La estrella de la mañana ha tenido buenas críticas, pero no han sido precisamente las de The Guardian o The New York Times, particularmente crueles: «Nunca leo las críticas. Jamás me paro a pensar en la reacción de los lectores porque eso me haría pensar en una obligación a mostrarme inteligente y brillante a la que me niego. Previamente a escribir Mi lucha estuve cinco años bloqueado, llegué a tener 800 páginas de inicios de novelas fallidos. Así que cuando empecé la saga rebajé mis expectativas y me puse a escribir sin pensar en nada más», precisa el escritor.