Jaque a Le Pen de Mélenchon
Las legislativas francesas confirman el rol de la izquierda como principal rival de Macron
Si un francés se hubiera ido a finales de abril de vacaciones a las Antillas –o a un pueblo playero de Córcega si se quiere ser más modesto– y hubiera desconectado totalmente de la actualidad informativa, no entendería nada de lo sucedido en la primera vuelta de las elecciones legislativas. Las hábiles maniobras de la izquierda han sacudido el tablero político en Francia, donde el electorado progresista tuvo que resignarse a finales de abril a apoyar al presidente francés, Emmanuel Macron, para evitar la victoria de Marine Le Pen.
Ningún candidato de izquierdas se clasificó para la segunda vuelta, tras la remontada fulgurante, pero insuficiente, de JeanLuc Mélenchon, tercero con el 22% de los votos y a unos 400.000 de adelantar a la ultra.
Un mes y medio después, la situación política ha dado un giro copernicano en unas elecciones legislativas en que resulta determinante el sistema electoral a doble vuelta y la división del territorio en 577 circunscripciones. Solamente sale elegido el diputado que resulta más votado en cada una de ellas.
Los candidatos de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES, formada por la Francia Insumisa de Mélenchon, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas) fueron los más votados este domingo con el 26,1%, por delante con una distancia mínima de los partidos afines a Macron (25,8%), según los resultados definitivos y la clasificación hecha por el diario Le Monde.
Territorios de ultramar
Otra asignación, elaborada por el Ministerio del Interior, otorga una ligera ventaja al macronismo (25,75%) por delante de la NUPES (25,66%), puesto que no contabilizó como sufragios de la alianza de izquierdas los obtenidos por candidatos mélenchonistas en territorios de ultramar. Una decisión considerada «una manipulación» por dirigentes de la izquierda.
Más allá de esta polémica sobre el recuento, la votación confirmó el nuevo duelo entre el centroderecha de Macron y la izquierda. Las proyecciones para la segunda vuelta electoral dan entre 255 y 295 diputados macronistas –la mayoría absoluta está en un mínimo de 289– y entre 150 y 190 a la izquierda (probablemente, con unos 100 para la Francia Insumisa, unos 30 para los socialistas, también 30 para los verdes y entre 10 y 20 para los comunistas).
Estas estimaciones deben cogerse con pinzas, pero confirman a la izquierda como segunda fuerza. En cambio, la ultraderecha aspira a entre 10 y 40 diputados (de
un total de 577), tras haber obtenido el 18% de los sufragios en la primera vuelta, cinco puntos menos que en la primera vuelta de los comicios presidenciales.
Aunque se ha clasificado para la segunda vuelta en 200 circunscripciones, Le Pen se verá de nuevo obstaculizada por el sistema electoral a doble vuelta, en que triunfa el mal menor. Su partido también pagó los platos rotos de una abstención récord, del 52%. Este nuevo escenario no se debe a una evolución ideológica.
Francia no se ha vuelto más de izquierdas, después de que en los últimos años se especulara con su supuesta derechización. Es el fruto de decisiones que hicieron más competitiva electoralmente a la izquierda en la actual división en
tres bloques de la política francesa: el bloque liberal (Macron y una parte de Los Republicanos), el bloque ultranacioanalista (Le Pen y Éric Zemmour) y el bloque ecosocialista (NUPES y otros sectores disidentes). Haciendo un símil de ajedrez, podría decirse que Mélenchon le hizo el jaque mate a Le Pen. Con un par de jugadas, la dejó prácticamente fuera de juego.
Una de ellas fue la alianza unitaria de la izquierda. Esta fue clave para clasificar a sus candidatos para la segunda vuelta electoral en 400 circunscripciones. Si las formaciones progresistas se hubieran presentado por separado a los comicios, estas hubieran quedado eliminadas en muchas más.
La coalición progresista ha resultado clave para clasificarse para la segunda vuelta