La muerte a pellizcos
¿Estamos ante un escenario con `todo' bajo control o ante otra huida hacia adelante?
La gota china ha pasado a los anales de la Historia como uno de los métodos de tortura psicológica más retorcidos y sin duda lo es. Pero como estos últimos días estamos 'poniendo el acento' en los nuestro, como debe ser, no voy a utilizar como referencia la técnica del país oriental para explicar este alargar la agonía con el que parecen estar castigándonos nuestros mandatarios en la actualidad. Porque lo que estamos sufriendo, aquí de toda la vida lo hemos llamado: la muerte a pellizcos. Y es que a este quiero y no puedo de restricciones endebles y a destiempo con las que desde la Junta están parcheando el funesto panorama que vivimos no se le puede definir de otra forma.
Una semana más en Extremadura toca hablar de cifras desastrosas, no solo en presión hospitalaria y en números de enfermos en las UCI, también los contagios se mantienen a un frenético ritmo constante que supera el millar casi todos los días. Llevamos además cerca de dos meses en los que la que llaman tercera ola se ha llevado por delante casi un tercio de las vidas (337) que tardaron en cobrarse sus predecesoras en los nueve anteriores (1.000). Y detrás de esta situación límite, parece estar la movilidad que se desató en tres fechas clave: el Black Friday, el puente de la Constitución y durante el manido y fallido 'plan Navidad', según reconoció el propio Consejero de Sanidad en rueda de prensa.
Cuando le escuchamos muchos pensamos que al menos habríamos aprendido de los errores cometidos. Pero no. Volvemos a cagarla. La pandemia está en uno de sus peores momentos. Se están habilitando espacios 'extra' en los hospitales, porque algunos como el de Mérida ha llegado a tener la UCI al 96% de ocupación en los últimos días. El Ifeba de Badajoz acogerá en breve un hospital de campaña para acomodar lo que creen que todavía está por venir. Y digo yo, ¿no sería más constructivo intentar frenar los contagios además de estar preparados para que sigan aumentando?
PORQUE CON ESTE
panorama y sabiendo que la movilidad es la clave para contener la situación, a mí que alguien me explique cómo está previsto que hoy se abran los institutos de Secundaria y Bachillerato. Los sindicatos del sector han mostrado su descontento con esta decisión y han advertido de su peligro. Mientras, la explicación que el señor Vergeles dio el pasado sábado es que hay menos contagios con las clases presenciales. Y aunque queramos creer que se trata de una «decisión técnica», como él mismo subrayó, una no puede sino preguntarse si el responsable de Sanidad en la región conoce la dinámica y la realidad de estos centros educativos en nuestra tierra. Porque si en un pueblo pequeño como el mío, en el que se pueden contar con los dedos de una mano los casos activos, hoy se mezclan un puñado de sus adolescentes en el instituto del pueblo de al lado con otros de hasta tres o cuatro poblaciones distintas, con datos peores y mejores que el nuestro, terminada la jornada, cuando se suban todos en el autobús y se vuelven cada uno a su casa, ¿de verdad alguien se cree que estamos hablando de un escenario en el que está 'todo' bajo control? ¿O estamos ante otra huida hacia adelante?
Sería interesante saber qué es lo que ha cambiado desde el 5 de enero, cuando se decidió que era mejor optar por la enseñanza online en estos grupos de edad. La clave, al parecer, es que cuando no hay enseñanza presencial, los muchachos se mueven más que cuando van a clase. ¿Pero cómo es posible que haya más movilidad ahora que muchos de ellos tendrán que desplazarse entre distintas localidades, compartiendo además transporte público?
Lo cierto es que comprender ciertas decisiones o la falta de las mismas es un ejercicio de fe cada vez más disparatado. Y mientras unos pocos, cada vez menos, creo yo, siguen en sus trece y abogan por seguir sin mover ficha, otros hace tiempo que pedimos a gritos más contundencia a la hora de parar el virus para que se termine esta muerte a pellizcos. Porque si hasta hace bien poco algunos tenían esperanza en que la vacuna pusiera un punto y aparte en esta pesadilla, la realidad es que todas las previsiones y las buenas intenciones se han visto truncadas de nuevo por retrasos, nepotismos y otras picarescas varias. Y el final de esta agonía vuelve a quedar abierto y en suspense.
«A mí que alguien me explique cómo está previsto que hoy se abran los institutos»