Un Cáceres terrorífico
No es fácil que la Cultura se expanda por los rincones cacereños. La desgana de muchas (no todas) instituciones y la falta de empresas valientes que apuesten por ella no ayuda a que emerjan proyectos o que se consoliden los neonatos. Es por ello digno de aplauso que eventos como el Fanter Film Festival sigan capeando ese vendaval eterno que somete al emprendedor en Cáceres. Ya seis años del certamen de cine fantástico y de terror por antonomasia que en cada entrega acoge a más de 3.000 espectadores en un fin de semana. Se dice poco, eh. Y, ojo, ayudas las justas; invirtiendo dinero propio y aguantando subvenciones minimalistas y a destiempo del Excelentísimo Ayuntamiento de Cáceres. Es lo que hay. Será complicado que cambie. No, en cambio, la demanda de un público ávido de otras experiencias. Por un simple euro el Fanter ofrece ambientación, palomitas, bebida y cine de género. Ese que quizá aparece despojado de glamur e ínfulas cinematográficas (en Extremadura importan bien poco Truffaut y sus herederos), pero que logra la comunión de la platea acudiendo a las sensaciones más primarias. Este año, además, con dos joyas en ciernes: It follows (David Robert Mitchell, 2014), un thriller psicológico aclamado mundialmente; y, el neowestern gore Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015) –mentada en esta columna hace dos semanas–; avant-garde de la nueva ola de realizadores independientes norteamericanos. Su visionado justifica esta edición. No serán las únicas apuestas de interés. Les invito a que lo comprueben l os próximos t r es días.