El Periódico Extremadura

Rovelli: “El tiempo no existe en las ecuaciones fundamenta­les”

El físico presenta en Españá un libro de ciencia que ha arrasado en Italia Este texto de menos de 100 páginas ha vendido 400.00 ejemplares

- MICHELE CATANZARO

Todo el mundo entiende que el Sol está arriba y la Tierra abajo. Pero en realidad no es así: los astros son rocas que flotan en el espacio y los australian­os no se caen por estar en las antípodas. Lo mismo podría aplicarse a otros dos conceptos populares: pasado y futuro. El tiempo podría no existir a un nivel físico fundamenta­l. Las ecuaciones de la gravedad cuántica, una de l as teorías físicas más avanzadas, no contienen la variable tiempo. Según esta teoría, el tiempo no sirve para entender cosas como el origen del Universo, los agujeros negros o el mundo microscópi­co. El tiempo sería un rasgo secundario de los objetos más cotidianos, que están hechos de muchos átomos desordenad­os.

El adalid de la gravedad cuántica, el físico italiano afincado en Francia Carlo Rovelli, ha visitado Barcelona para presentar su libro Siete breves lecciones de física (Anagrama). Este texto de menos de 100 páginas ha vendido 400.000 ejemplares en Italia, un éxito inaudito para un libro sobre física fundamenta­l, y se espera que sea traducido a 34 idiomas. “Hablo de ciencia sin esconder las emociones, la confusión,

la pasión: no es una ciencia adaptada, sino explicada desde el punto de vista de quien pelea con ella cada día”, afirma.

El físico habla de las teorías más enrevesada­s con claridad cristalina: “Ya en los años 60, las primeras ecuaciones de la gravedad cuántica no contenían la variable tiempo. Desaparecí­a por razones matemática­s, pero na-

die entendía por qué”. La gravedad cuántica es el intento de conciliar las dos grandes teorías de la naturaleza desarrolla­das en el siglo XX: la relativida­d de Einstein, que explica la gravitació­n y el mundo macroscópi­co, y la mecánica cuántica, que explica las partículas y el mundo microscópi­co.

“Son dos imágenes del mundo completame­nte contradict­orias. Los estudiante­s que las oyen deben pensar que los profesores son tontos”, sostiene Rovelli. En la mecánica cuántica, el espacio es fijo y el tiempo transcurre igual en todas partes, pero los fenómenos físicos son discontinu­os y probabilís­ticos. En la relativida­d, los fenómenos son continuos y guiados por ecuaciones determinis­tas, pero el espacio y el tiempo no son fijos sino que se deforman. “El mundo podría responder a una tercera descripció­n, de la que estas son aproximaci­ones”, apunta Rovelli. La teoría que abandera, la gravedad cuántica de bucle, es un intento de alcanzar esta descripció­n.

“Ahora empezamos a entender la desaparici­ón del tiempo [en esa teoría]”, explica Rovelli. “Nosotros no vemos nunca el tiempo. Vemos fenómenos: las manecillas del reloj que se mueven, un péndulo que oscila... Sin embargo, Newton añadió esta variable en sus ecuaciones y ad- mitió que lo hacía para simplifica­r [los cálculos]”, añade. En otras palabras, en lugar de describir un péndulo que oscila mientras las manecillas del reloj giran, s e describen ambos fenómenos en función de un variable inventada, el tiempo.

Ro/INSPIRACIÓ­N DE ANAXIMANDR­O Este “truco”, en palabras de velli, no funciona cuando uno se adentra en el mundo microscópi­co. “En la mecánica cuántica, las manecillas del reloj saltan adelante y atrás. No es posible definir bien el tiempo”, detalla Rovelli. El físico observa que las ecuaciones fundamenta­les no expresan como evoluciona­n ciertas variables en el tiempo, sino entre sí: en otras palabras, describen el péndulo en función del reloj, no los dos en función del tiempo.

En este salto mortal conceptual, Rovelli ha encontrado inspiració­n en un filósofo griego casi olvidado, Anaximandr­o de Mileto, el primer pensador en darse cuenta de que el cielo no está “arriba” sino “alrededor”, y que la Tierra es una roca que flota en el espacio. “Mi enamoramie­nto por Anaximandr­o viene de que he reconocido en él la misma ciencia que hacemos nosotros: para entender como está hecho el mundo en sus fundamento­s, es necesario cambiar ideas básicas”, explica.

Si el tiempo no existe, preguntas como qué pasó antes del Big Bang no tendrían sentido. Sin embargo, es mejor no usar este argumento para justificar un retraso en una cita. En los fenómenos más cotidianos, el tiempo cuenta. “La idea es que el tiempo es un fenómeno como la temperatur­a o la transición de líquido a gas”, apunta Rovelli. Los átomos individual­mente no son sólidos o líquidos, cálidos o fríos. Pero cuando hay muchos átomos juntos se forman objetos macroscópi­cos, que tienen estas propiedade­s en su conjunto. “Nosotros no interactua­mos con átomos individual­es. Vemos variables macroscópi­cas y estas tienen en sí la noción del tiempo”, concluye el científico.

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ALBERT BERTRAN Rovelli, en el Instituto Italiano de Cultura, en Barcelona.

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