El Periódico - Castellano

Adiós a una librería con solera en el Gòtic

El titular de Stock Llibres dejó el local el pasado sábado, tras 35 años de existencia. Pese a tratar de preservar la actividad, los altos gastos de mantenimie­nto del negocio lo impidieron

- PATRICIA CASTÁN

Hasta el último minuto Francesc Castell ha luchado para que el Gòtic no perdiese otra librería. Para que la calle de Comtal no se quedase sin otra seña de identidad comercial. Pero el pasado sábado, el hombre que levantó y sostuvo durante 35 años Stock Llibres, a base de volúmenes de ocasión y también para coleccioni­stas, se despidió borrando todo rastro literario del local que ocupó en la carismátic­a calle desde 1989. Un nuevo inquilino abrirá en breve un negocio enfocado al público turista, que es el único que ahora recorre esta calle con hambre de compras. La normativa no permite la apertura de más tiendas de suvenires, pero sin caer en ese epígrafe las alternativ­as dirigidas al viajero de paso no han hecho más que crecer en la calle que enlaza Portal de l’Àngel con la Via Laietana en los últimos años.

El local tiene una ubicación suculenta para un emprendedo­r, pero su alquiler es muy alto, como lo son cada vez más los suministro­s y gastos que comporta un negocio. Así que sus 75 metros cuadrados no han podido ser absorbidos por otro librero, como habría querido Castell, para respetar la oferta cultural que él abanderó. «No salían los números», asume este hombre, que el sábado bajó la persiana con la misma «discreción» con que la levantó en su día como arrendatar­io. No habrá fiestas porque la ocasión no lo merece y ha tenido meses para despedirse de los clientes históricos, anunciando descuentos del 20% y otras ofertas.

Aunque ha sacado mucho estoc, el género que queda sin vender irá a parar a un almacén para venta online y en ferias, como la del libro de ocasión de paseo de Gràcia, del 20 de septiembre al 6 de octubre próximos, cuenta a este diario. Y es que, como autónomo que es, debe cotizar unos pocos años más antes de poder jubilarse.

Los último meses han sido amargos por el adiós y el estrés del traspaso. Esta vía le procurará algo de liquidez para emprender una nueva etapa, por lo que para él era importante encontrar un nuevo inquilino antes de entregar las llaves al propietari­o, próximamen­te. Con un tíquet medio de dos a diez euros por los libros de segunda mano, relata, era difícil salir adelante. Y aunque ha «luchado mucho» por encontrar a un relevo que «siguiera con los libros, no ha sido posible».

El turista no compra libros

«La gente que pasa por aquí no es la misma que cuando empecé o hace 10 años», desgrana. El turista que toma el Gòtic a diario no ha venido a a la ciudad a comprar libros. Ni producto de proximidad, como revela la actual alineación comercial de la calle de Comtal, llena de artículos de capricho, recuerdos, regalos y cafeterías.

Castell prefiere no concretar datos del nuevo inquilino que ultima y la actividad exacta con la que ocupará el local, aunque admite que será un comercio enfocado esencialme­nte al turista de paso que toma el centro de la ciudad.

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Manu Mitru Interior de la librería Stock Llibres, en la calle de Comtal.

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