El talento heredado de Maya Hawke
La joven, de 25 años, hija de Uma Thurman y Ethan Hawke, es una reconocida cantante de folk-rock y ha trabajado a las órdenes de Quentin Tarantino y Wes Anderson.
«Soy consciente de que cada oportunidad de interpretar un papel que se me ofrece está relacionada con quién soy y de dónde vengo, y de que eso me da mucha ventaja. Voy a esforzarme tanto como pueda por ofrecer un trabajo brillante en esos papeles y, si resulta que soy una inútil, seguro que dejarán de darme oportunidades». Maya Hawke hizo esas declaraciones en 2020, y desde entonces no se ha cansado de repetir más o menos lo mismo, demostrando así una y otra vez que conoce a la perfección cuál es la única forma sensata de ejercer de hija de, o, como se conoce popularmente ahora el estatus, de nepo baby.
Mientras la mayoría de las nuevas celebridades procedentes de la realeza de Hollywood tienden a esconder sus filiaciones genealógicas y hasta a indignarse por la mera alusión a ellas, la primogénita de los actores Uma Thurman y Ethan Hawke prefiere dar muestras de asumirlas con humildad y de tener el talento suficiente hacerlas irrelevantes.
Hace solo unos días, sin ir más lejos, la joven confesó ser plenamente consciente de que la única razón por la que se hizo un sitio en el reparto de Érase una vez en... Hollywood (2019), es la dilatada relación profesional que su madre ha mantenido con Quentin Tarantino, el director . Lo hizo mientras promocionaba el estreno del filme de Pizar Del Revés 2, en el que pone voz a la ansiedad. Su trabajo en ella ha recibido elogios generalizados.
Divorciados en 2005
Lo cierto es que Hawke no podría ocultar esos vínculos sanguíneos, dada la claridad con la que la huella de sus progenitores –divorciados en 2005, cuando tenía 5 años– se dibuja en su aspecto fisico y su personalidad. De su madre heredó la nariz rotunda, los pómulos cincelados y los labios fruncidos, y de él, la locuacidad entusiasta y atropellada que exhibe cuando se le entrevista. Lo uno y lo otro le han resultado útiles en una trayectoria en la que, además, destacan Asteroid City, de Wes Anderson, (2023), el biopic Maestro
(2023) y su participación en las temporadas tercera y cuarta de Stranger Things.
Siempre resulta admirable que un intérprete se incorpore a una serie de larga duración a mitad de camino y logre hacer que los espectadores se pregunten cómo fueron capaces de aguantarla tanto tiempo sin su presencia, y eso precisamente es lo que Hawke logró en la producción de Netflix encarnando a una adolescente gay que pasa el tiempo o bien vendiendo helados o bien aniquilando villanos sobrenaturales.
Entretanto, se ha sentido tan a gusto siendo hija de quien lo es que no ha dudado en compartir créditos tanto con Thurman como con Hawke. Junto a ella trabajó en la comedia de acción El arte de matar (2023), y él no solo compartió escenas en un episodio de la miniserie El pájaro carpintero (2020), sino que la dirigió en Wildcat (2003). Ambos volverán a formar tándem frente a la cámara en Revólver, la próxima película de Andrew Stanton, afianzando así una conexión creativa que empezó a forjarse mucho antes, cuando aprovechaban sus periodos juntos para ver películas, componer poesía, hablar de arte y tocar música hasta altas horas de la madrugada.
Tal vez fuera en esas sesiones que descubrió que también quería hacer carrera en la música. O quizá fuera mucho antes, cuando empezó a componer canciones siendo una niña tras descubrir que le ayudaban a combatir la dislexia. El caso es que hoy Hawke es también una reconocida cantante de folkrock con tres álbumes publicados: Blush (2020) y Moss (2022) se sostenían sobre referentes como Fiona Apple, Leonard Cohen y Bright Eyes, y el reciente Chaos Angel –producido por Christian Lee Hutson, su pareja–, que intensifica la presencia de la electrónica y la guitarra.
Seguir el camino que le abre la música la ayudará a crearse una identidad artística independiente de sus padres. «Me duele que lo primero que se diga al hablar de mí sean sus nombres», confiesa. «Pero me consuela ser consciente de que aún no me he ganado el derecho a que eso no suceda». Ya va faltando menos.
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