El futuro está en las ecoetiquetas
HablamosconEstelVilaseca,directoradeláreade Moda de la escuela LCI Barcelona, sobre estos sellosqueyaidentificanmilesdeprendasenEuropa. «Lasempresasde‘fastfashion’deberánreinventarseoreposicionarsesifinalmenteseavanzacon el paquete de medidas en el que tr
La moda será sostenible o no será. Más allá de una cuestión ética, se trata de la supervivencia de toda una industria, bajo la lupa por ser una de las más contaminantes. En el mundo se generan cada año 92 millones de toneladas de residuos textiles (los nuevos plásticos), de los cuales entre el 75% y el 85% se queman o acaban en los vertederos. Solo en España van a la basura sin ningún tipo de segunda oportunidad hasta un millón de toneladas de ropa y complementos. De seguir este ritmo de consumo, el sector será el responsable del 25% de las emisiones de efecto invernadero en 2050. Y otro dato: la producción textil emite el equivalente a 1,2 billones de toneladas de CO2, más que el transporte marítimo y la aviación internacional.
Para combatir todos estos daños medioambientales, la moda sostenible se ha erigido en un elemento clave en el sector, que se encuentra ante un cambio de paradigma: hacer que todo cambie para que todo siga igual. Los más grandes experimentan con nuevas materias primas, nuevos procesos productivos y nuevas formas de consumir (y reciclar) para seguir existiendo.
Garantía de sostenibilidad
La concienciación del consumidor y la llegada de nuevas generaciones al diseño textil son dos de las principales claves. También la incorporación de nuevas tecnologías que permiten potenciar el respeto por el medio ambiente. Por ello, una de las maneras que tiene Europa de confirmar esa sostenibilidad es con las conocidas como ecoetiquetas.
«Son la distinción para las prendas de ropa que confirman que su proceso de producción ha sido el adecuado en términos de sostenibilidad medioambiental», aclara Estel Vilaseca, directora del área de Diseño de Moda de la escuela LCI Barcelona.
Hay numerosas ecoetiquetas que solicitan las marcas y que otorgan las Administraciones públicas o privadas tras examinar los productos y comprobar que han pasado por los procesos adecuados, que impulsan un comercio justo... Pero entre tanta etiqueta, «la que se prevé que sea más importante en el futuro es la de la Unión Europea (UE)», avanza Vilaseca.
En realidad, la ecoetiqueta de la UE –Ecolabel– como tal se creó en 1992 para ayudar tanto a empresas como a los propios consumidores a reconocer la actividad con respeto al medio ambiente, pero en 2022 se puso el foco en su funcionamiento futuro en el sector textil y del calzado. «Según datos de la propia UE, en la actualidad, más de 37.000 productos llevan esta etiqueta ecológica creada por al UE», constata la experta.
También hay otras específicas, como por ejemplo la que se centra en el uso de algodón orgánico, como GOTS (Global Organic Textile Standard), que indica que el 70% de las fibras utilizadas en ese textil son naturales, orgánicas y certificadas). Según Vilaseca, «es importante simplificar estos distintivos y educar a la gente para que los entienda.
Todo producto será mejor si lleva ecoetiqueta que si no la lleva, cualquiera que sea válida».
«De momento, hay una regulación, pero no una obligación. Pero las empresas ya se están esforzando en ser más transparentes en los procesos –añade Vilaseca–. Los grandes proveedores hace tiempo que solo trabajan con empresas con estrategias en sostenibilidad. Todo esto está creando cierta presión para dar visibilidad a la cadena de valor».
«En todas partes, también aquí en España, es una recomendación, pero es importante destacar que ya se está legislando sobre cómo utilizar la publicidad. La UE ya ha aprobado una directiva por la que solo se pueden utilizar los términos eco o bio si se cuenta con una certificación oficial que verifique que la marca o el producto en cuestión cumplen los
«Los grandes proveedores solo trabajan con empresas con estrategias en sostenibilidad»
estándares. Este es un gran paso», opina Vilaseca.
A su juicio, «las empresas de fast fashion deberán reinventarse o reposicionarse si finalmente se continúa con el paquete de medidas en los que ha estado trabajando la UE durante los últimos meses».
Además, otras de las medidas que se están tomando vienen directamente de las autoridades. Por ejemplo, en Francia, donde se ha declarado la guerra a la ropa de Shein. Y es que la Asamblea Nacional ya ha impulsado –a falta de pasar por el Senado– la prohibición de publicidad para cadenas como la citada, o Temu o AliExpress, que además deberán pagar un gravamen, lo que complica aún más la viabilidad de su negocio en el país.
«Las nuevas generaciones ya buscan algo más en la ropa. Es evidente que se combina con compras de fast fashion por la facilidad que generan las nuevas plataformas de envíos y compras online y por unos precios que son imbatibles aunque no representan el coste real de todo el trabajo que implica la creación y elaboración de una prenda de ropa. Pese a ello, no se está dejando de lado el reciclado y la ropa de segunda mano», reconoce Vilaseca.
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