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La película maldita de los Beatles

La plataforma Disney+ recupera, en versión restaurada, ‘Let it be’, el documental de Michael Lindsay-Hogg que se estrenó poco después de la separación del grupo de Liverpool y que ha pasado medio siglo prácticame­nte desapareci­do.

- RAFAEL TAPOUNET Barcelona

El 10 de abril de 1970, el mundo se despertó con la noticia de que los Beatles habían dejado de existir. Al cabo de un mes llegó a los cines la película Let it be, que documenta las sesiones de grabación del que acabaría siendo el último elepé publicado por el grupo de Liverpool. Los fans de los Beatles entendiero­n que aquel filme era poco más que el triste epitafio de la carrera de su banda favorita y lo odiaron por ello. «Ver a una institució­n como los Beatles en Let it be es algo parecido a ver cómo desmantela­n el Albert Hall para convertirl­o en un bloque de oficinas de la Junta Nacional del Carbón», decía la crítica que apareció en The

Sunday Telegraph.

Ni uno solo de los miembros del grupo asistió a las premières de la película que tuvieron lugar en Londres y Liverpool. Tampoco acudieron meses después al Dorothy Chandler Pavillion para aceptar el Oscar a la mejor banda sonora original que habían obtenido por el filme (por alguna razón, la estatuilla la recogió en su nombre Quincy Jones). Repudiada por sus protagonis­tas, Let it be se convirtió en una película maldita con la que nadie quería tener nada que ver. Y siguió siendo así durante medio siglo.

«Desde el principio, el público malinterpr­etó la película -señala vía Zoom el director de Let it be, Michael Lindsay-Hogg, pocos días antes de cumplir 84 años-. No duró mucho en los cines, la BBC la proyectó un par de veces y un tiempo después se hizo una edición en VHS que fue rápidament­e retirada del mercado por un problema con los derechos de las canciones. Desde entonces, lo único que se ha podido conseguir han sido ediciones piratas, copias del VHS en las que el sonido era deficiente y la imagen resultaba muy oscura y apagada». Esta última circunstan­cia acabó de consolidar la reputación universal del filme como un artefacto sombrío y desolador. Y sin embargo...

La memoria colectiva puede ser engañosa. Cuando en 2018 Apple Corps, la empresa que gestiona el legado de los Beatles, le sugirió a Peter Jackson que revisara todo el material filmado en 1969 por Lindsay-Hogg con vistas a realizar un nuevo documental, el cineasta neozelandé­s se mostró reticente porque temía encontrars­e con horas y horas de tedio y mal rollo. Pero lo que descubrió en aquel metraje fue algo muy diferente. Estrenada en noviembre de 2021 en la plataforma Disney+, la docuserie Get back revela que, aun en un momento de cansancio profesiona­l y distanciam­iento personal, en el mundo de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr seguía habiendo espacio para la alegría compartida y el afecto más genuino.

Cambio de relato

La llegada de Get back supuso una conmoción en el universo beatle y sirvió para cambiar el relato. Se empezó a decir que, en contraste con el retrato lúgubre que había ofrecido el filme de Lindsay-Hogg, la serie de Peter Jackson apostaba de forma deliberada por dar una versión más amable y luminosa de la última etapa del grupo, subrayando los momentos de camaraderí­a y risas. De poco sirvió que el mismo Jackson dejara caer en varias ocasiones que Let it be era una película mucho menos amarga de lo que recordaba la gente y que su reputación de experienci­a deprimente era totalmente injusta. La única manera de convencer al mundo era, pues, conseguir que Let it be se viera de nuevo. Utilizando la misma tecnología empleada en Get back y con el entusiasta beneplácit­o de Michael Lindsay-Hogg, Peter Jackson y su equipo han llevado a cabo la restauraci­ón del documental original, que a partir de mañana estará disponible en la plataforma Disney+. «Durante 50 años he estado he estado luchando por la recuperaci­ón de Let it be y llegué a pensar que ya nunca iba a ocurrir -explica Lindsay-Hogg-. Eso me entristecí­a, porque siempre he pensado que la película tiene un gran valor. Creo que capta muy bien ese momento en el que los Beatles, que eran muy jóvenes cuando se hicieron increíblem­ente famosos, entienden que deben crecer y tomar decisiones respecto a sus vidas que ya no solo tienen que ver con la música. Es algo estimulant­e y conmovedor a la vez».

Una vez revisada Let it be en 2024, se hace difícil seguir sosteniend­o que el enfoque de Peter Jackson en Get back se aleja mucho del de la película original. Lo que sí ha cambiado es la percepción del público. Cuando en enero de 1969 el equipo de Michael LindsayHog­g instaló sus cámaras, focos y micrófonos en los estudios de Twickenham para filmar los ensayos de los Beatles de cara a un supuesto concierto que nunca se llegó a producir, no existían precedente­s de documental­es que tuvieran acceso a la vida interna de los grupos. «Ninguno de los grandes grupos de aquella época había hecho algo parecido -apunta Lindsay-Hogg-. Yo era muy consciente de que nadie había retrata

«Estar con ellos en aquella azotea fue un momento glorioso»

do los ensayos de los Beatles antes, y ahí tenía delante de mí a los cuatro, bebiendo té, fumando cigarrillo­s, componiend­o música y tocando juntos. Y supe que, pasara lo que pasara con el proyecto, eso tenía relevancia histórica».

La confianza del artista

Pero faltaban todavía décadas para que los espectador­es estuvieran familiariz­ados con el concepto de telerreali­dad y lo último que en aquel momento esperaban los fans de los Beatles era ver a Paul Mccartney y George Harrison discutir (muy civilizada­mente, eso sí) ante las cámaras por la manera de ejecutar un solo.

«Yo ya había trabajado con ellos varias veces en el pasado [Lindsay-Hogg dirigió los vídeos promociona­les de Paperback writer, Rain, Hey Jude y Revolution], y quizá por eso actuaron de manera muy abierta y no se mostraron particular­mente preocupado­s por la imagen que pudieran dar. Tenían la confianza de los verdaderos artistas».

Ahora, 54 años después de su desdichado estreno, Let it be vuelve a la vida como un documental pionero que se beneficia del imperecede­ro carisma de sus protagonis­tas, de una música estupenda y de las muy notables intuicione­s de su director (a diferencia de Peter Jackson, Lindsay-Hogg no tenía ni idea de cómo iba a evoluciona­r la historia del grupo). La decisión de concluir la película con la actuación en la azotea del edificio Apple, por ejemplo, es uno de esos aciertos que hoy forman parte de la historia de la música popular. «Después de ver durante una hora quiénes son los Beatles, qué los define y cómo se relacionan entre ellos, todo acaba en la azotea, y allí se revela lo unidos que están y la alegría genuina que les produce tocar juntos de nuevo. Estar con ellos en aquella azotea fue un momento glorioso». ◼

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 ?? ?? Arriba, el director Michael Lindsay-Hogg en la actualidad. Abajo, los Beatles (y Yoko Ono) en dos momentos de ‘Let it be’.
Arriba, el director Michael Lindsay-Hogg en la actualidad. Abajo, los Beatles (y Yoko Ono) en dos momentos de ‘Let it be’.
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