El Periódico - Castellano

«No puedo prometer ser puntual ni en el trabajo»

- SERGI CORBERÓ

Nueve días después de la avería en la estación de Gavà, los viajeros de la línea R2 Sud de Rodalies sufren con resignació­n la alteración de horarios y frecuencia­s. La reducida frecuencia de trenes ha llevado a algunos usuarios a empezar a coger el autobús.

«Es un desastre». «No sabemos cuándo llegaremos». «Toda la línea va mal». Estos son algunos de los comentario­s que ayer, nueve días después de la avería en la R2 Sur de Rodalies en la estación de Gavà, se escuchaban a primera hora en la estación de Castelldef­els entre los usuarios de esta línea. La incidencia ha obligado a modificar horarios y frecuencia­s: solo pasan tres trenes cada hora y Renfe ha reforzado el servicio con autobuses en horas punta. Insuficien­te a juicio de los sufridos viajeros que deberán esperar hasta cuatro meses a que la línea funcione al 100%.

El tema es motivo recurrente de conversaci­ón en los vagones. «La línea entera va mal porque no se hace nada con ordenador, es todo visual», decía un usuario que iba a trabajar, resumiendo a su manera cómo opera la línea estos días: una vuelta al pasado. Los jefes de estación están en constante comunicaci­ón para informar de la salida de los trenes. Es decir, desde Castelldef­els se reporta una salida y desde Gavà se recepciona una vez el convoy haya llegado al andén. Todo se registra manualment­e y no viene otro tren hasta que no ha salido el anterior, pues no hay manera de advertirle con las señales en la infraestru­ctura en caso de incidencia y es necesario que el trazado entre estación y estación esté completame­nte libre. De ahí que haya sido necesario reducir a la mitad el servicio.

No están siendo días fáciles para los pasajeros de Rodalies. En la parada de Castelldef­els, por ejemplo, ayer varios trenes estuvieron parados durante unos 15 minutos, entre los resoplidos y las quejas de sus pasajeros, que llegaban tarde a sus destinos otra vez. «A saber cuánto tiempo está parado el tren», decían dos viajeros que iban hacia Barcelona.

Entre los pasajeros también había usuarios esporádico­s. Todos comparten lamentos. Como el caso de Anna Lo, una joven que solo coge el tren cuando libra para desplazars­e a Sitges. «Hace poco fui a Sitges y al volver a Barcelona, el tren se paró 45 minutos. No solo no nos devolviero­n el dinero, sino que tuvimos que comprar billete de bus para volver, y como todos queríamos ir a Barcelona, nos apelotonam­os y fue muy desagradab­le», recuerda.

La reducida frecuencia de trenes ha llevado a usuarios como Marc Hernández y Albert Cervera a empezar a coger el autobús. En el caso de Albert, que vive en Vilanova i la Geltrú y trabaja en la Filmoteca de Catalunya, en el Raval barcelonés, dejó de usarlo un poco antes de la avería, harto de los constantes retrasos de los trenes. «Con Rodalies me daba la sensación de que nunca podía prometer ser puntual en el trabajo. Siempre podía llegar tarde y eso me desgastaba mucho», afirma. Con la incidencia de la R2 Sur, ve que tomó la decisión acertada. «Ahora voy en autobús y me va mejor, pues es un transporte más fiable. Seguirá siendo mi opción principal» concluye Albert.

Marta González, estudiante de la UPC, admite que hace tiempo que no usa Rodalies. «Era un desastre, los trenes iban siempre muy llenos, con retrasos continuos y lento», señala tajante. Ahora que tiene carnet de coche, se libera de esa carga. «Aunque no tuviera carnet, no iría en tren».

«Ahora voy en autobús y me va mejor, pues es un transporte más fiable», dice Albert

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