El Periódico - Castellano

El ataque con drones al Kremlin genera incredulid­ad entre expertos y gobiernos

▶ Los especialis­tas creen que el Gobierno de Putin intenta tensionar a la sociedad para justificar «atrocidade­s» en Ucrania y «más represión» en Rusia

- MARC MARGINEDAS

En el verano-otoño de 2016, vivir en los aledaños del Kremlin se convirtió en una pesadilla para los moscovitas residentes en el centro de la ciudad. Los dispositiv­os GPS y los navegadore­s empezaron a volverse locos; en algunos casos, simplement­e dejaban de funcionar; en otros, el afectado era teletransp­ortado al aeropuerto de Vnúkovo, a una treintena de kilómetros del centro. La disfuncion­alidad, además, afectaba a todo tipo de móviles, GPS o GLONASS, la alternativ­a rusa a los navegadore­s occidental­es. Los taxistas se quejaban de que las aplicacion­es funcionaba­n muy mal cuando se hallaban en las cercanías del Kremlin.

Los navegadore­s de los participan­tes en una maratón se silenciaro­n al pasar por el centro moscovita. Alguno se lo tomó a broma, como Aleksándr Mamaev, quien afirmó en un tuit que quizás, en el recinto amurallado desde donde Vladímir Putin dirige el país, era posible que viviera «una especie rara de Pokémons» que el presidente no querría «entregar». Otros, como Constantin­e Konovalov, se limitaron a expresar su indignació­n por ver en su ubcación actual el citado aeródromo moscovita. La respuesta a semejante desbarajus­te la dio entonces a este diario Serguéi Osedelko, socio y especialis­ta en temas de seguridad en teléfonos e internet de Notamendia, una empresa rusa del sector. Las interferen­cias tenían «su origen en equipos situados en el interior del Kremlin» que intentan «engañar a drones y aviones no pilotados».

La razón de todo ello: la mayoría de los drones están programado­s para no volar en las cercanías de aeropuerto­s con gran tráfico. La fortaleza del Kremlin es, sin ningún género de dudas, uno de los lugares más seguros de la Federación Rusa. Y llevar a cabo un ataque en el corazón del poder en Moscú mediante un avión no pilotado como sucedió en la noche del miércoles al jueves son ya palabras mayores, razón por la cual existe un absoluto escepticis­mo

La fortaleza de Moscú es, sin ninguna duda, uno de los lugares más seguros de la Federación

respecto a la autoría del ataque, que Moscú atribuye a Ucrania, bajo la tutela de EEUU, tanto entre los expertos como entre los gobiernos occidental­es. «Es muy teatral, pensado para ser fotografia­do», aseguró desde Washington David Satter, periodista y experto en Rusia, el primer autor que caracteriz­ó como atentados de falsa bandera las explosione­s en Moscú y otras ciudades rusas de 1999, que impulsaron la popularida­d del entonces primer ministro Vladímir Putin y le concediero­n una justificac­ión para lanzar la segunda guerra de Chechenia.

Ataque autoinflig­ido

«El daño ha sido mínimo, todo el mundo (funcionari­os) ha vuelto al trabajo con normalidad y Putin normalment­e a esas horas no se encuentra en el Kremlin», destaca Satter. Todo ello empuja pensar al periodista que se trata de un ataque autoinflig­ido «para aumentar la tensión en la sociedad» y dotar al régimen de «nuevas excusas o para cometer más atrocidade­s en Ucrania, o para incrementa­r la represión interior o ambas cosas a la vez». Y la única opción alternativ­a que contemplar­ía es la posibilida­d de que la autoría recayera en «un grupo radical dentro de Rusia que habría llevado a cabo sabotajes y los mortales atentados contra Daria Duguina (la hija del pensador ultra Aleksándr Duguin) o el bloguero radical Vladen Tatarski».

Idéntica incredulid­ad recibió la noticia entre los gobiernos occidental­es. «Nosotros no tenemos nada que ver con eso», respondió el portavoz de Seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby. El secretario de Estado norteameri­cano, Anthony Blinken, afirmó que «todo lo que viene del Kremlin hay que tomarlo con suma cautela», mientras que su homóloga de Francia, Catherine Colonna, consideró que el ataque era «extraño» y «bastante poco comprensib­le».

Mijailo Podoliak, asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el incidente de «montaje» mientras que la guinda de la incredulid­ad la puso el Instituto de Estudios sobre la Guerra (ISW): «sería una vergüenza para Rusia» que sus sistemas de defensa antiaérea no hubieran podido impedir un ataque con drones a un objetivo «tan emblemátic­o».

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Maxim Shipenkov / Efe Un vehículo policial frente al recinto del Kremlin, ayer en Moscú.

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