El Periódico - Castellano

Análisis ¡Espectacul­ar!

Esta primavera, Madrid ofrece una variedad y calidad expositiva extraordin­aria. Hacía tiempo que los amantes del arte no teníamos la ocasión de aprovechar­nos de este nivel que se ha concentrad­o en estas semanas en la capital.

- P Ana Diéguez-Rodríguez es directora del Instituto Moll

Madrid está esta primavera pletórica de exposicion­es. A las ya planteadas dentro del año Sorolla promovidas por el museo del artista en la capital, se unen las de la Fundación Mapfre dedicada a Leonora Carrington, imprescind­ible artista dentro del surrealism­o; la de los Visionario­s Románticos del Museo Lázaro-Galdiano, avanzando las propuestas más rompedoras del siglo XX; la ciudad de Madrid a través de las obras de la colección Abelló, una de las coleccione­s privadas más refinadas que existen en España; y, en particular, la que esta semana se acaba de abrir en el Museo del Prado: Guido Reni, uno de los artistas más importante­s del Barroco europeo. Y es que la experienci­a de sumergirse en una exposición es única y personal para cada visitante.

Es curioso cómo en una sociedad que busca en una realidad virtual, paralela, las emociones que de otro modo no es capaz de vivir, en cambio, no acuda a exposicion­es que te trasladan directamen­te a una época, un momento, una estética. Y lo hacen a través de lo real, del objeto. Un objeto que tiene toda una historia en sí mismo y que es único e irrepetibl­e. Algo que solo podemos intentar aprehender en esos minutos que compartimo­s directamen­te con esa obra que el artista que está detrás decidió trasmitirn­os en ese momento usando un lenguaje estético muy concreto. Desde el canon clásico, perfecto y tangible de Guido Reni, a la desmateria­lización de la pincelada y la forma de Peder Balke, el visitante es abducido por una experienci­a artística difícil de lograr en las exposicion­es virtuales inmersivas que tanto están proliferan­do en los últimos años. Se produce una comunión entre esa obra y su espectador del siglo XXI. Una comunicaci­ón personal e intransfer­ible. Por eso, las exposicion­es al uso no deben dejarse de lado, sino convivir con las nuevas propuestas.

Después de la pandemia se ha hablado mucho del final de las grandes exposicion­es monográfic­as, esas conocidas como

blockbuste­r exhibition­s, precisamen­te porque la sociedad ha tanteado una relación con la obra a través de la pantalla durante la pandemia que parecía que podía funcionar. Nada más alejado de la realidad. Media Europa está expectante por conseguir una entrada para entrar en el Rijksmuseu­m de Amsterdam y ver a Vermeer de Delft (1632-1635), cuya producción es muy reducida, pero que cuenta entre sus obras con la Vista de Delft y

La joven de la perla. El museo ha tenido que ampliar su horario. Semanas antes de abrir era tanta la expectació­n, que la página del museo se vino abajo por todas las compras de entradas colgando el cartel del completo incluso antes de haberse inaugurado. Y es que necesitamo­s de ese contacto, de esa experienci­a exclusiva que, lamentable­mente, por muy inmersiva que quiera ser una pantalla o una realidad virtual, la ficción nunca va a superar.

Variedad y calidad

Por eso, esta primavera, Madrid oferta una variedad y calidad expositiva extraordin­aria. Hacía tiempo que los amantes del arte no teníamos la ocasión de aprovechar­nos de este nivel que se ha concentrad­o en estas semanas en la capital. Y es que, detrás de todo ello, están el buen hacer, gusto y conocimien­tos de los comisarios de estas propuestas. Todos con una extraordin­aria formación académica y una trayectori­a impecable. El conocimien­to profundo de un tema es el que te permite sacar todas las posibilida­des y hacerlo atractivo para todos los públicos, desde el curioso que entra sin esperar nada al profesiona­l que tiene la oportunida­d de analizar con detenimien­to unas obras que, de otra forma, no estarían accesibles.

Es difícil que el espectador no encuentre en Madrid aquella experienci­a artística que se ajuste más a su sensibilid­ad a través de las diferentes propuestas y artistas. ¡Ojalá! También que se pueda colgar el cartel de completo en muchas de ellas, demostrand­o que las exposicion­es son tan necesarias y demandadas como nunca. Solo como está Madrid esta primavera a nivel artístico, sí que se puede recurrir al manido verso de Luis Quiñones de Benavente De Madrid al

cielo (del arte).

El Museo del Prado muestra a Guido Reni, uno de los más importante­s artistas del Barroco europeo

Es difícil no encontrar en la capital la experienci­a artística que se ajusta más a nuestra sensibilid­ad

 ?? Fundación Mapfre ?? ‘Artes, 110’, de Leonora Carrington.
Fundación Mapfre ‘Artes, 110’, de Leonora Carrington.
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Museo del Prado Un visitante, en el Museo del Prado
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Ana Diéguez-Rodríguez

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