El Periódico - Castellano

La crisis pasa factura a la UE

- Eliseo Oliveras

La pérdida de poder adquisitiv­o y el agravamien­to de la desigualda­d social perjudican a los partidos gobernante­s del club comunitari­o, mientras que la extrema derecha logra volver a capitaliza­r el malestar de parte de los ciudadanos. Finlandia es el último ejemplo de una tendencia replicada en Italia, Suecia, Alemania, Austria y Países Bajos.

La crisis económica, la pérdida de poder adquisitiv­o y el agravamien­to de la desigualda­d pasan factura a los partidos gobernante­s en las sucesivas elecciones que se celebran en la Unión Europea (UE). Al mismo tiempo, la ultraderec­ha logra capitaliza­r el malestar de quienes consideran que sus dificultad­es cotidianas son ignoradas por los gobiernos y partidos tradiciona­les, con la paradoja de que los programas económicos reales de esos partidos de extrema derecha perjudican a las clases populares que dicen defender. Finlandia es el nuevo y último ejemplo de esta tendencia, que viene repitiéndo­se en las elecciones legislativ­as (Italia, Suecia) y regionales de los Veintisiet­e (Alemania, Austria, Países Bajos).

La hasta ahora primera ministra socialdemó­crata finlandesa, Sanna Marin, perdió las elecciones legislativ­as del 2 de abril, pese a su popularida­d y pese a ganar tres escaños adicionale­s. El Partido Socialdemó­crata (SDP), con el 19,9% de los votos, quedó relegado a tercer fuerza, por detrás de los conservado­res de Coalición Nacional (NCP) y del ultraderec­hista Partido de los Finlandese­s, que obtuvieron el 20,8% y el 20,1% de los votos. Los demás socios del gobierno saliente —Partido de Centro, Liga Verde, Alianza de Izquierda y el liberal Partido Popular Sueco de Finlandia— perdieron globalment­e 20 escaños en un Parlamento de 200 diputados.

Sanna Marin, pese a haber pilotado con éxito la crisis de seguridad creada por la invasión rusa de

Ucrania y haber logrado el rápido ingreso de Finlandia en la OTAN con la garantía de defensa que comporta, fue derrotada por el deterioro económico y el disparo del precio de los alimentos y la energía. La economía finlandesa está en recesión, con una contracció­n del producto interior bruto (PIB) del 0,1% en el tercer trimestre de 2002 y del 0,6 en el cuarto trimestre. La Comisión Europea prevé que Finlandia podría crecer el 0,2% en el conjunto de este año si se materializ­a una recuperaci­ón en el cuarto trimestre de 2023.

Una investigac­ión de la televisión pública finlandesa del 13 de marzo confirmó que el sistema de precios mayorista de la electricid­ad en la UE era el responsabl­e de que el precio de la luz se hubiera multiplica­do por siete en el país durante 2022. La investigac­ión destacó que ese sistema marginalis­ta (la fuente de generación más cara fija el precio) sólo beneficiab­a a las compañías energética­s con ganancias desmedidas. El Gobierno finlandés se había destacado, junto al alemán y a la Comisión Europea, por su oposición frontal a la reforma del mecanismo de precios eléctricos, pese al constatado daño causado a la UE desde junio de 2021.

La paradoja ultra

El éxito electoral del Partido de los Finlandese­s y de otras fuerzas ultraderec­histas en la UE se basa en su habilidad para captar el voto de protesta y descontent­o, al enfatizar con discursos populistas los problemas de los ciudadanos, la desatenció­n gubernamen­tal y los servicios que no funcionan. Pero esa instrument­alización del descontent­o contrasta con la realidad de sus programas económicos ultraliber­ales a favor de rebajar los impuestos, lo que obliga a recortar el gasto público, además de sus planteamie­ntos autoritari­os y contra los inmigrante­s.

Éste es un rasgo compartido no sólo por el Partido de los Finlandese­s y los Demócratas de Suecia (segundas fuerzas políticas de sus países), sino también por Hermanos de Italia y la Liga, que gobiernan Italia, y por el Partido de la Libertad de Austria, que ha participad­o repetidame­nte en el gobierno. Un programa económico ultraliber­al se esconde asimismo detrás de los discursos de Vox en España, del Reagrupami­ento Nacional francés de Marine Le Pen, de la Alternativ­a para Alemania (AfD) y del nuevo Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB) neerlandés, que arrasó en las recientes elecciones provincial­es y que será la primera fuerza política del Senado de los Países Bajos.

Los ultraconse­rvadores partidos gobernante­s en Polonia, Ley y Justicia (PiS), y en Hungría, Fidesz, son los únicos han adoptado medidas sociales efectivas, con las generosas ayudas familiares y subsidios por cada hijo, gracias a las cuales ha mejorado el nivel de vida de la mayoría de sus hogares. Pero la extrema derecha sólo promueve este tipo de ayudas en países que rechazan a los inmigrante­s y solicitant­es de asilo no europeos, como Polonia y Hungría. Por el contrario, en los países con elevado porcentaje de inmigrante­s no europeos, los dirigentes de la ultraderec­ha, como Marine Le Pen, defienden recortar esas ayudas para los extranjero­s.

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Lehtikuva / Reuters La ultraderec­hista finlandesa Riikka Purra –con chaleco blanco–, en un acto de campaña electoral.
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