El Periódico - Castellano

Un Tàpies, el cuadro pixelado del ‘reality’ de Tamara Falcó

La obra que ha llamado la atención en las redes aparece en una escena de ‘La marquesa’ grabada en casa de Isabel Preysler.

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Un enorme cuadro borroso preside la estancia en la que Tamara Falcó reúne a familia y amigos para contarles que quiere abrir un restaurant­e pop-up. La escena aparece en el primer episodio de La marquesa, el reality sobre su vida recién estrenado en Netflix, y transcurre en el salón de Villa Meona, nombre con el que se conoce a la mansión en la que vive su madre, Isabel Preysler quien se casó con Miguel Boyer en 1988. Años después, el matrimonio protagoniz­ó un reportaje de 30 páginas en ¡Hola! en el que desveló los detalles de su nuevo hogar: 1.300 metros cuadrados en Puerta del Hierro. El nombre de Villa Meona se lo puso Alfonso Ussía por el número de baños: 13.

Gracias a la revista sabemos qué cuadro se oculta tras los píxeles de Netflix. Es una obra de Antoni Tàpies, tal y como reseñó la revista. Preysler lo mostró en otra ocasión en su Instagram y el deficiente pixelado del documental confirma que el Tàpies sigue ahí. «Parece un cuadro de principios de los 60», confirma Antoni Tàpies hijo, presidente de la fundación que gestiona el legado del artista. «Mi padre trabajaba mucho con mármol y barniz. Lo mezclaba y hacía inciciones y marcas antes de que se secara. Por lo que veo en la foto, es esa técnica». Tàpies hijo no reconoce la obra a través de las fotos ni cree que fuera un regalo de su padre a Boyer o a Preysler. «No sé de dónde salió, de nuestra parte no. Me imagino que lo compraron –afirma–. Y seguro que está catalogado».

Falcó, marquesa de Griñón, respondió a la duda sobre el cuadro en una charla con la cadena de radio Los 40: «En Netflix necesitas derechos para todo y ahora tampoco te lo puedo decir, a ver si nos lo roban. Me encanta ese cuadro porque tiene una textura muy particular. Pero fue por tema derechos. Hasta los bolsos necesitaba­n derechos, que ya les tuve que decir que me dejaran en paz».

Los artistas gráficos tienen su propia SGAE, la VEGAP, que gestiona los derechos de reproducci­ón. Si un anuncio, una revista o una serie quieren reproducir la obra de un representa­do, tienen que pasar por caja. Antoni Tàpies lo está, pero Komodo, la productora, y Netflix no han querido pagar lo que toca: entre 900 y 1.800 euros.

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Netflix Tamara Falcó charla con Isabel Preysler ante el cuadro pixelado.

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