Futuro incierto
Nos toca vivir tiempos muy decepcionantes. Pese a las claras señales que nos envía la naturaleza alertándonos de nuestros abusos, autoridades y ciudadanos parecemos ciegos y sordos. Parecía que tras la pandemia todos saldríamos mejores, pero no ha sido así.
Empezamos con una guerra en Europa, un clarísimo empeoramiento climático y una ola de incendios que parece que arrasará con todo. ¿Hemos cambiado nuestros hábitos? Claramente, no: seguimos pensando en viajar lo más lejos posible, consumiendo desaforadamente, sin preocuparnos de la procedencia de nuestros alimentos ni de esos productos que se venden a precio de ganga. No pensamos en las consecuencias de nuestros actos, y nos evadimos con tecnología, compras y ocio.
Mientras estamos entretenidos, nuestros responsables políticos dudo que se preocupen de proteger nuestra sanidad y educación públicas y de mantenerlas en unos estándares de calidad dignos; de vigilar y proteger a los mas débiles con buenas políticas sociales; de fomentar empleos dignos; de proteger nuestros espacios naturales y zonas rurales con mas políticas de prevención que de extinción.
La conclusión sería que ni las autoridades, a través de campañas educativas y preventivas, tienen la valentía de decirnos: «frenen porque los recursos no son infinitos, aléjense más de la tecnología y protejan la naturaleza, que es la que nos salva siempre; no coman tanto y coman mejor...». Y los ciudadanos no somos capaces de alzar nuestra voz y decirles: «Señores, gestionen bien nuestros impuestos, procúrennos servicios públicos de calidad y cuidados dignos, hagan políticas de prevención en nuestros entornos naturales, que están totalmente abandonados, y si no, váyanse a sus casas».
Lo dicho: falta mucha valentía y no existen referentes políticos y sociales. ¿Qué futuro les espera a las próximas generaciones?
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