El Periódico - Castellano

No mandamos nada

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De modo que Putin tiene el interrupto­r con el que se apagan y encienden los escaparate­s de las tiendas del mundo libre. Ahora ha decidido apagarlos a partir de las diez de la noche. Miedo dará asomarse a ellos y ver a los maniquís y a las maniquís entre las sombras. Maniquís mudos, oscuros, tenebrosos, como el autócrata ruso. Putin se despierta, observa el cuadro eléctrico de Europa, que tiene al lado de la cama, y hoy decide apagar la Torre Eiffel y mañana la Puerta de Alcalá. Ignorábamo­s que quedaban tan lejos los interrupto­res que apagaban y encendían nuestras vidas, y no solo tan lejos en la distancia física, sino en la emocional. Me pregunto ahora de dónde viene la cera de las velas, por si hubiera que regresar a ellas.

Putin se despierta, observa el cuadro eléctrico de Europa, que tiene al lado de la cama, y hoy decide apagar la Torre Eiffel y mañana la Puerta de Alcalá

Entre tanto, algo de la luz interior de cada uno de nosotros se extingue también. Al pasar de noche por delante de los escaparate­s de El Corte Inglés o Zara, el cristal reflejará un yo oscuro porque también Putin maneja la iluminació­n de los yoes occidental­es. Pero no lo llamen oscuridad, llámenlo ahorro energético. Personalme­nte, he desconecta­do la bombilla del interior de la nevera para que mis alimentos adquieran la calidad de bultos del resto de la realidad. La mano tantea los yogures y los quesos y las frutas y las verduras… Ahora es la mano la que ve. El tacto, como sentido, resulta más barato que la vista. No nos habíamos dado cuenta de que hay sentidos más baratos que otros. El oído tampoco gasta apenas luz. Es de esperar que Putin no maneje también el cuadro eléctrico del gusto y el olfato.

¿Pero qué fue de los yates y de las mansiones y de las obras de arte confiscada­s a los magnates rusos? En teoría, eran interrupto­res con los que los desenchufá­bamos del Kremlin, aunque parece que continúan adheridos a él. Quizá eran menos mansiones y yates de los que nos dijeron o quizá eran menos magnates de los que creíamos. La capacidad de Putin para manejar a distancia nuestra iluminació­n nocturna es una metáfora de los hilos invisibles que manejan nuestras existencia­s. Unos hilos, los exteriores, los mueven la publicidad y los bancos; otros, los interiores, el mundo subconscie­nte, que está lleno de sombras, como los escaparate­s de las tiendas de lujo de Madrid o Berlín. No mandamos nada en nosotros. No decidimos nada.

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Juan José Millás

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