El Periódico - Castellano

LOS BOMBAZOS DEL VERANO

Costó una fortuna. Un portero a precio de goleador. Estuvo dos años en el Barça, aunque solo jugó uno. Aquellas lágrimas tras el inolvidabl­e 5-4 al Atlético delataron la presión que sufrió. Acabó devorado por el Camp Nou.

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Despedido Andoni Zubizarret­a de mala manera (recuerden, mayo de 1994, horas después del 4-0 del Milan, y ocurrió la escena en un autobús en el aeropuerto de Atenas, la ciudad donde quedaron para siempre las ruinas del Dream Team), se abrió un cráter en la portería del Camp Nou. Un inmenso cráter. Dos años más tarde, (mayo de 1996), despedido Cruyff, también de mala manera, horas antes de un partido con el Celta que provocó una tremenda fractura en el barcelonis­mo, aún no resuelta, ni siquiera un cuarto de siglo después, arrancó la época después de J.C. Llegó Robson de Portugal y pidió un portero. El que ya conocía de su etapa en el Oporto, de donde procedía el técnico inglés, quien se trajo a su lado a José Mourinho, primero traductor, luego ayudante, después segundo entrenador y muchas cosas más...

El lío con Köpke

Barça pagó 1.000 millones de pesetas al Oporto (seis millones de euros actuales), pese a que solo le quedaba un año de contrato a Baía.

Contrato de ocho años

«El acuerdo era por cinco años», contó el meta portugués en su presentaci­ón oficial. «Pero, de golpe, el presidente Núñez me dijo qué me parecería firmar por seis y yo le dije que tendría 31 años... Él entonces dijo que por siete... No, por ocho. Balbuceé que tendría 34, pero no me hizo ningún caso e insistió. No me pude negar». Firmó por ocho temporadas, aunque solo estuvo dos. Y jugó una. La primera y única de Robson.

Luego, llegó Van Gaal, que se trajo a Ruud Hesp porque ese cráter también se tragó a Baía tras un volcánico partido de Copa (5-4 al Atlético, al que no le sirvieron cuatro goles de Pantic en solo 51 minutos). Cometió el luso errores tan groseros que se acabó derrumband­o, ahogado entre las lágrimas, mientras nació la leyenda de «Macanudo Pizzi», como lo bautizó la genial narración del maestro Joaquim Maria Puyal.

«Tal vez, fue un milagro. Tal vez, un sueño. Tal vez, el Atlético no llegó nunca a ganar por 0-3 ni por 2-4. Tal vez, el estadio no pidió la dimisión de Núñez ni Baía se tragó dos goles y acabó llorando como un niño. Tal vez, el 5-4 es fruto de la imaginació­n», escribía David Torras en este diario (marzo de 1997) sobre aquella noche en que el portero más caro del mundo se evaporó.

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Jordi Cotrina / Jerry Lampen / Reuters A la izquierda, Vítor Baía, en un partido de la Copa del Rey ante el Atlético en 1997; a la derecha, el portero se abraza con Bobby Robson después de conquistar la Recopa ante el PSG.
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