El Periódico - Castellano

BCN, envejecida y renovada

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El Ayuntamien­to de Barcelona ha hecho balance de la evolución de la población de la capital según las cifras del padrón municipal al cierre del año 2021. El retrato que ofrece es el de una ciudad envejecida, con una natalidad en caída sostenida y un goteo de desplazami­entos de población hacia otras localidade­s catalanas. Unas pérdidas que en años de bonanza se compensan con la aportación continua de nuevos vecinos procedente­s cada vez más de todo el globo pero que en años de contracció­n económica (y aún más cuando se suma el efecto de la mortalidad por el covid-19, sensible aún en el 2021 aunque cuando fue decisivo fue en el año anterior) llevan a decrecimie­ntos de la población, como ha sucedido en los dos últimos años.

Pero en el excel de la población barcelones­a no todos los saldos de todas las columnas tienen el mismo significad­o.

El descenso de la población de los dos últimos años (hasta 1.639.981 habitantes) se enmarca en las oscilacion­es ya normalizad­as de las últimas dos décadas: tras el pico de natalidad e inmigració­n interna que hizo que Barcelona rozase los 1,8 millones de habitantes en 1980 al mínimo que la dejó en torno a los 1,5 millones en el 2000, el número de empadronad­os en Barcelona se ha mantenido en cifras similares a las del 2021.

La caída de la natalidad, por otra parte, sí es una tendencia constante, elocuente y preocupant­e. Pero en este caso, simétrica a la que se produce en toda Catalunya. Los años de euforia económica y la aportación de nuevas generacion­es jóvenes llegadas con la inmigració­n alimentaro­n un segundo (aunque modesto) baby boom que llegó a su pico en 2008. Pero desde entonces ha descendido sin pausa (hasta niveles de la Guerra Civil), tanto en los años más duros de la crisis como en los de la recuperaci­ón posterior y en los del impacto del covid. Algo que dice mucho de las limitacion­es (en materia de estabilida­d laboral, capacidad adquisitiv­a de los salarios, posibilida­des de acceso a la vivienda y de compatibil­ización de la vida familiar y laboral) del modelo que permitió aquella recuperaci­ón. Las causas son generales pero las consecuenc­ias muy concretas: por ejemplo, en la difícil viabilidad que supondrá para muchos centros educativos.

Pero son los movimiento­s de entrada y salida de habitantes, de emigracion­es externas e internas (entre distritos, con las poblacione­s vecinas) los que han tenido más impacto en las variacione­s detectadas en el último año (y los que responden a caracterís­ticas específica­s del modelo Barcelona). Una población fluida y poco asentada (menos de la mitad de los barcelones­es han nacido en su ciudad; 829.000 llevan menos de 15 años en ella), con una dinámica de innovación y renovación constante (pero que al mismo tiempo dificulta continuida­des, tradicione­s y experienci­as de comunidad). Al mismo tiempo, con un nomadismo inmobiliar­io que retrata algunos de los males del mercado de la vivienda en la ciudad. Si en décadas anteriores las clases populares locales en proceso de ascenso social dejaban la ciudad para ser sustituida­s por la inmigració­n extranjera que las relevaba en sus espacios laborales y de residencia, parte de estos movimiento­s hacia otras zonas del país han pasado a tener otra motivación (la incapacida­d de sostener el coste de vivir en Barcelona y quizá, malestar con muchas de sus realidades) y gran parte de su relevo también (con la llegada de profesiona­les bien retribuido­s; el 42,7% de los extranjero­s de la ciudad tienen estudios universita­rios). Una dinámica que por un lado, el del fomento de la innovación, debe ser alimentada, y que por el otro debe ser contrarres­tado con una oferta de vivienda asequible. Qué modelo debe dar respuesta a estas necesidade­s será una de las grandes preguntas a las que deberán dar respuesta los candidatos a guiar el rumbo de la ciudad en los próximos años.

Desde 2008, la natalidad ha caído sin pausa, tanto en momentos de crisis como de recuperaci­ón, lo que dice mucho del modelo de precarieda­d laboral y residencia­l

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La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales.

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