¿Será, de verdad, otro círculo virtuoso?
Laporta ha escogido la versión ‘pit i collons’ para concederle a Xavi todo lo que ha pedido, lo que significa que deben ganar y ganar.
El Fútbol Club Barcelona, su presidente ejecutivo, Joan Laporta, su elogiado vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, Mateu Alemany y Jordi Cruyff han demostrado ser muy buenos con dinero, pero tienen ciertas dificultades en sacarse de encima, incluso a precio de saldo (acaban de verse obligados a regalar a la antigua perla de la cantera, Riqui Puig), a todos los jugadores descartados por Xavi Hernández e, incluso, a aquellos que teniendo valor en el mercado se resisten a abandonar la plantilla culé y/o rebajarse su ficha.
Es evidente que la activación de las llamadas palancas (van camino de la cuarta) tiene, como razón de ser, la incapacidad de convencer a los futbolistas de que se rebajen más sus fichas o que acepten un traspaso, lo que obliga al més que un club a seguir activando soluciones que, incluso, el propio presidente ejecutivo llegó a admitir que no son de su agrado. Si la operación Salida, liderada por Alemany, un buen ejecutivo con dinero, más cuestionable cuando no lo tiene, no acaba de funcionar, la necesidad de seguir obteniendo dinero fresco será la única solución para poder inscribir a los últimos y grandes fichajes.
Y es ahí donde el Barça empieza a tener serias dificultades a falta de una semana para que empiece la Liga, pese a que todo el mundo es perfectamente consciente de que, de una u otra manera, con una cuarta palanca, mayor endeudamiento o presionando a las vacas sagradas, las inscripciones acabarán realizándose. Eso sí, respecto a los ingresos futuros, nadie piensa ni verbaliza que el club está vendiendo algo a 25 años y se lo está gastando ahora. Es decir, el Barça se gestionará los próximos años con un 25% menos o se verá obligado a ingresar un 25% más que ahora,
La apuesta provoca la euforia entre la afición que quiere el dinero sobre el césped
Es evidente y así lo han expresado a EL PERIÓDICO todas las fuentes consultadas, que la directiva de Laporta tenía dos opciones. O el camino paciente, lento, a lo Ajax, señalado recientemente por Pep Guardiola en el golf de Pula (Mallorca) de «tener paciencia, confiar en la cantera, ir reduciendo la deuda, construir poco a poco un equipo campeón y confiar en la recuperación a largo plazo» o el camino elegido por el presidente ejecutivo, de pit i collons. «Sé lo que hago, no soy un jugador, tomo riesgos calculados», acaba de reconocer en una entrevista en The New York Times, nada menos.
Hay quien considera que la vía escogida por Laporta, amo y señor de la situación, desaparecidos los avalistas, huido sin dar explicaciones el CEO Ferran Reverter y habiéndose borrado del mapa Jaume Guardiola, el economista que debía supervisar la situación económica del club en representación de los socios, es la que comparte la mayoría de los socios, poco representados en las asambleas telemáticas que autorizó a la actual junta a tomar todas y cada una de las decisiones que ha tomado. Es decir, la generación del círculo virtuoso 2.0 es, dicen estas fuentes, la única vía posible para sacar al club de la ruina.
Pero esas mismas fuentes, las favorables y las críticas con esta actitud de riesgo enorme, creen que al nuevo Barça solo le queda una solución al reto lanzado por Laporta, Yuste, Alemany, Cruyff y Xavi, que ha estado detrás de la inversión, de momento, de 200 millones de euros, cuando el club estaba en quiebra: ganar, ganar y ganar. De lo contrario, la ilusión (57.300 aficionados acudieron el viernes a la presentación de Lewandonski), la es