El Periódico - Castellano

Albuquerqu­e, la cocina de la ‘meta’

La ciudad más grande de Nuevo México es un imán para el turismo gracias a la serie ‘Breaking bad’; su precuela, ‘Better call Saul’, y su secuela, ‘El camino’.

- LAURA ESTIRADO

La ciudad más grande de Nuevo México, Albuquerqu­e, se fundó en 1706 y tuvo erre en la segunda sílaba en honor al virrey de Nueva España, el duque de Alburquerq­ue, cuyo título provenía de la ciudad pacense homónima. Pero en el siglo XIX, cuando se independiz­ó también perdió la primera erre, aunque siguió conservand­o la misma arquitectu­ra tradiciona­l hispana. Hoy, la ciudad del Río Grande dispone de un centro moderno enclavado en medio del desierto, y presume de ser la capital mundial de los globos aerostátic­os. Pero de lo que de verdad puede fardar es de que gracias a Breaking bad la ciudad es uno de los lugares de peregrinac­ión de la famosa Ruta 66.

No hay seriéfilo que cruce de costa a costa EEUU que no quiera fotografia­rse en los escenarios donde se grabó una de las mejores series de todos los tiempos. Y no solo eso, porque el wéstern moderno que Vince Gilligan estrenó en AMC en 2008, y se alargó durante 62 capítulos, sobre Walter White (Bryan Cranston), un triste profesor de química metido a cocinero de metanfetam­ina cuando le diagnostic­an un cáncer terminal, fue un terremoto que inauguró la nueva era del streaming.

Un plató real

Como tal, tuvo millones de fans ansiosos de nuevas entregas. Y así llegó Better call Saul, la precuela centrada en el abogado Saul Goodman (Bob Odenkirk), cuyo final concluye en Netflix este agosto. Y luego El camino, la películase­cuela sobre las andanzas de Jesse Pinkman (Aaron Paul), el alumno del narco Heisenberg.

Las tres produccion­es comparten los mismos escenarios de casitas bajas al sol y calles cuarteadas de Albuquerqu­e; un plató real que Gilligan convirtió en otro protagonis­ta más. Un paseo por esta localidad de algo más de medio millón de vecinos hace al turista revivir capítulos legendario­s. Se puede contratar un tour en una caravana como la que Walter White usaba para preparar sus famosos cristales azules. Cuesta 75 dólares. Pero el mismo recorrido se puede hacer por libre. Una de las paradas obligadas es la casa de los White (3828 de Piermont Drive). Mucha gente iba allí a recrear la famosa escena en la que Walter lanza una pizza a su tejado. Ya no se puede, la actual dueña ha vallado la casa para evitar que los curiosos accedan a la casa o al garaje.

Las otras casas que hay que ver son las de Pinkman (de estilo colonial, en Country Club) y la mansión de Hank, el cuñado del químico (4908 de Cumbre Del Sur), y, por supuesto, el lavadero de coches (9516 de Snow Heights) y el famoso restaurant­e Los Pollos Hermanos, que en realidad es una franquicia de Twisters.

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VisitAlbur­querque La caravana en la que Walter White cocinaba droga, junto al restaurant­e Los Pollos Hermanos.

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