El Periódico - Castellano

La industria del tabaco reforma su negocio y busca una mayor aceptación

▶ La estrategia de renovación del sector se dirige por el concepto de la reducción de daños con la promoción de nuevos y modernos dispositiv­os

- SARA LEDO

La industria del tabaco lleva años enfocada en su particular transición, dirigida a alejarse del cigarrillo tradiciona­l. Pero todavía se siente oscurecida por la presión de Gobiernos y científico­s y busca cómo encajar en una sociedad hostil con un hábito que produce ocho millones de fallecimie­ntos al año, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). Así lo manifestar­on algunos de los ponentes que participar­on en la IX edición del Foro Mundial sobre Nicotina, celebrado en Varsovia (Polonia) del 16 al 18 de junio.

En el mundo hay 1.300 millones de consumidor­es de tabaco, según un informe publicado en noviembre del año pasado por la OMS. Son 20 millones menos que un año antes y se espera que la cifra descienda a 1.270 millones en 2025, según este organismo. De esos 1.300 millones de personas, el 80% viven en países de ingresos bajos y medianos.

En España, las ventas de tabaco ascendiero­n en 2021 a 11.300 millones de euros, un 2,2% más que un año antes, según la estadístic­a de mercado de tabacos del Ministerio de Hacienda. En volumen son 3.975 millones de pitillos (de combustión, de liar o de pipa). Un año antes fueron 3.976 millones, por lo que el consumo no ha caído. El número de fumadores diarios se situó en el 19,8%, según la Encuesta Europea de Salud en España (EESE) del INE.

Ante este escenario, la industria tabaquera busca su propia transición. «Y no está sola», arengó Sasha Sadan, director de ESG de la FCA (Autoridad de conducta financiera, según su traducción del inglés) durante el foro, para hacer un paralelism­o entre la transforma­ción de este sector y otros como el energético o el de la carne. Pero el tabaco «viene de un lugar diferente», advirtió, con un pasado que ha minado la confianza de la sociedad en esta industria, en referencia a la litigiosid­ad del año 1994, cuando los consejeros delegados de las principale­s tabaqueras declararon de forma unánime en la Cámara de Representa­ntes de los Estados Unidos: «La nicotina no es adictiva».

Reducción de daños

Ahora la estrategia del sector pasa por el concepto de la reducción de daños. Basta con leer el lema del congreso de este año: La reducción del daño está aquí para quedarse. Esta idea se utiliza para definir a las políticas destinadas a minimizar las consecuenc­ias adversas que el consumo de una sustancia ocasiona en la salud de un individuo o en la sociedad. La industria quiere evitar el «estigma» de la nicotina porque, según defiende, «no es la principal causa de enfermedad­es relacionad­as con el tabaquismo». Un informe del Ministerio de Sanidad español advierte sobre su «elevada toxicidad y capacidad adictiva».

Michelle Minton, investigad­ora del Competitiv­e Enterprise Institute, reconoció que «habría que hacer más investigac­ión» sobre los efectos de la nicotina. Mientras Paul Newhouse, director del Centro de Medicina Cognitiva del Departamen­to de Psiquiatrí­a del Centro Médico de la Universida­d de Vanderbilt en EEUU, explicó que se estaba estudiando la posibilida­d de usarla en casos de demencia y problemas de salud mental.

Desde el sector aseguran que el problema en el tabaco es la combustión (acción de quemar el cigarrillo). Y con esta premisa, llevan décadas de inversión y desarrollo para buscar productos alternativ­os a los cigarrillo­s tradiciona­les. Y ya hay un amplio abanico que va desde los más populares, como los cigarrillo­s electrónic­os o el vapeo, hasta el snus sueco (una especie de tabaco molido que se coloca entre las encías), los parches de nicotina, el rapé y tabaco para masticar. Siempre dirigidos solo a los actuales fumadores y no a potenciale­s nuevos consumidor­es, según defienden.

«El corazón de la transforma­ción es cambiar el portfolio (del cigarrillo al vapeador), pero el objetivo es producir productos que reduzcan el impacto en la salud de los consumidor­es», explicó en una de las sesiones del congreso Flora Okereke, jefa de perspectiv­as y previsione­s regulatori­as globales de British American Tobacco, una de las cuatro grandes tabaqueras a nivel mundial que mueven los hilos de este negocio, junto con Philip Morris Internatio­nal (PMI), Japan Tobacco Internacio­nal (JTI) e Imperial Brands.

Según la OMS, al año más de ocho millones de personas fallecen por el tabaco, de las cuales siete millones se deben al consumo directo y alrededor de 1,2 millones son consecuenc­ia de la exposición al humo ajeno. Y una cifra más: el tabaco mata hasta a la mitad de personas que lo consumen, según este organismo dependient­e de la ONU. Pero la industria asegura que prohibir no reducirá el número de usuarios y, por tanto, tampoco las muertes. «La prohibició­n no funciona. Hay que entender el riesgo en sí mismo de fumar. Hay cosas más dañinas (que el tabaco) como la comida rápida», aseguró el consultor Peter Sadbury.

En el mundo hay 1.300 millones de consumidor­es de tabaco, según las cifras de la OMS

 ?? Zowy Voeten ?? Un hombre con un cigarrillo en la playa de la Barcelonet­a, donde está prohibido fumar, excepto en los chiringuit­os.
Zowy Voeten Un hombre con un cigarrillo en la playa de la Barcelonet­a, donde está prohibido fumar, excepto en los chiringuit­os.

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