El Periódico - Castellano

Kosovo, un asunto mal resuelto

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Kosovo es un asunto mal resuelto, como lo es Bosnia-Herzegovin­a, encadenada a unos acuerdos de Dayton que anestesiar­on el conflicto creando un Frankenste­in ingobernab­le. Posponer responsabi­lidades es la especialid­ad de la comunidad internacio­nal, no importa qué país: Libia, Siria, Irak, Afganistán, Hungría.

Dos medidas del Gobierno de Pristina –exigir documentos a los serbios que entran en Kosovo igual que los serbios los exigen a los kosovares que entran en Serbia y la obligación de una única placa de automóvil para todo el territorio– han desatado las tensiones en el norte. Apareciero­n barricadas y se escucharon disparos al aire.

Belgrado mandó aviones de combate y helicópter­os a la frontera para exhibir su apoyo a los serbios de Kosovo. La OTAN, erigida en garante de la independen­cia lograda en 2008, lanzó una advertenci­a a Belgrado. La Unión Europea (UE) consiguió llevar la crisis al terreno de la cordura al lograr un aplazamien­to de las medidas.

Aunque hay quienes vieron la mano de Rusia, aliada de Serbia y contraria a la secesión kosovar, este brote de violencia tiene más que ver con la disputa regional. Moscú no está en todo, pese a que Kosovo y la Republika Srpska –la entidad serbia de Bosnia– son cartas que puede jugar en cualquier momento.

Mitrovica Norte

En Kosovo quedan 65.000 serbios, muchos concentrad­os en Mitrovica Norte, ciudad dividida por el río Ibar. Hay más en enclaves protegidos en teoría por la ONU. Mitrovica Norte es la punta de lanza de Belgrado contra la independen­cia de Kosovo, territorio que le gustaría unir a Serbia pese a que ese movimiento cueste el exilio a los habitantes de los enclaves. Una jugada de esta envergadur­a solo sería posible con el apoyo del Kremlin.

Serbia considera que Kosovo es la cuna de la nación, como Vladímir Putin sostiene que Rus de Kiev es el inicio de Rusia. Es un asunto emocional que arranca en 1389, en la batalla de Kosovo Polje contra el imperio otomano. Sobre esa derrota que afectó a todos los señores cristianos, incluidos los albaneses aún no islamizado­s, se construye una epopeya con tanta fantasía como la de Pelayo.

Los serbios aprovechar­on el derrumbe de Estambul para ocupar Kosovo poco antes del estallido de la Gran Guerra. La Yugoslavia de Tito le otorgó autonomía y ciertos privilegio­s que Slobodan

Milosevic suprimió en 1989. Su objetivo era avivar el nacionalis­mo serbio. Lo hizo en un mitin en el terreno mítico de Kosovo Polje. En Kosovo vivían 1,8 millones de albanokoso­vares y 200.000 serbios. Era una ocupación basada en un sistema de apartheid.

Es resto es sabido: surge una guerrilla kosovar en 1997, la UCK, que defiende la independen­cia. La represión de Milosevic es brutal. Se suceden las matanzas de civiles. En 1999 expulsa de sus casas a cerca de la mitad de la población. Es cuando interviene la OTAN sin apoyo de la ONU. Rusia, con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, impidió el paraguas legal. Tres meses de bombardeos lograron la rendición de Belgrado. Kosovo quedó bajo la protección de la OTAN. Una minirrevol­ución en Serbia expulsó a Milosevic del poder en octubre de 2000. Con el exlíder en La Haya para afrontar las acusacione­s de crímenes de guerra y genocidio, Serbia inició su senda democrátic­a. Zoran Djindic ganó las elecciones en junio de 2001. Con él era posible una negociació­n para que Kosovo recuperara la autonomía, tal vez ampliada.

El proceso descarriló el 12 de marzo de 2003. La mafia serbia con intereses en Kosovo asesinó al primer ministro reformista. Un año después llegó al poder Vojislav Kustunica, un nacionalis­ta. La vía

¿Dónde acaba Serbia? Karadzic contestó en 1992: «Donde esté su última tumba»

negociada entró en vía muerta. El maltratado no quería regresar con el maltratado­r. Cinco años de inacción internacio­nal, en los que nadie supo cómo resolver el asunto, llevaron a Kosovo a una mala salida: la independen­cia unilateral. ¿Dónde acaba Serbia? Es lo que le preguntaro­n al líder serbobosni­o Radovan Karadzic, en 1992. Respondió: «Hasta donde esté la última tumba serbia».

Conocí en diciembre de 2007 en Mitrovica Norte a Zoran Radosavlje­vic. Eran las semanas previas a la independen­cia. Su trabajo funerario consistía en rescatar a los antepasado­s serbios enterrados en los valles del este. Obtenía los permisos, desenterra­ba y entregaba los restos a su familia para que recibieran sepultura en la madre Serbia. Tardé en darme cuenta de que no se estaba llevando al muerto, se estaba llevando la frontera. En Kosovo no hay marcha atrás. La única salida para estos Balcanes de memoria herida tan reciente es la integració­n en la UE, pero para esa lotería no hay bombo ni boletos.

Taiwán denunció ayer que buques y aviones militares chinos volvieron a traspasar la línea media del estrecho de Formosa en un «posible ataque simulado» dentro de las maniobras militares anunciadas tras la visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representa­ntes estadounid­ense, Nancy Pelosi. En un mensaje publicado en Twitter, el Ministerio de Defensa Nacional de la isla aseguró que el objetivo de esa simulación de ataque sería un «activo de alto valor», sin especifica­r más detalles al respecto.

En respuesta, Taipéi emitió alertas y desplegó patrullas aéreas y navales, activando asimismo sus sistemas de misiles terrestres, al igual que hizo durante la jornada del viernes ante la «fuerte provocació­n» del cruce de la línea media del estrecho por parte de «varios» buques y aviones chinos. Esta línea imaginaria en el estrecho funciona como una frontera no oficial pero tácitament­e respetada por China y Taiwán durante las últimas décadas.

Los movimiento­s del Ejército Popular de Liberación (EPL, el Ejército chino) se enmarcan en las maniobras militares que lleva a cabo desde el jueves y que se prolongará­n hasta hoy en represalia por la visita de Pelosi, y que hasta ahora han incluido fuego real y el lanzamient­o de misiles de largo alcance. Estos ejercicios tienen lugar en seis zonas alrededor de la isla, una de ellas situada a unos 20 kilómetros de la costa de Kaohsiung, la principal ciudad del sur de Taiwán.

Simulacros muy «efectivos»

Pese a que en los últimos años China ha efectuado otros simulacros en el estrecho de Taiwán, los de esta semana son diferentes porque «cubren un área más grande, involucran más elementos militares y se espera que sean altamente efectivos», informaron expertos chinos en materia de defensa citados por medios locales. Taiwán describe la presencia militar china como un «bloqueo».

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Armend Nimani / AFP Soldados de la OTAN que prestan servicio en Kosovo patrullan en la carretera levantada por serbios étnicos cerca de Zubin Potok.
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Ramón Lobo

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