El Periódico - Castellano

El escudero de Buñuel

El guionista de ‘Belle de jour’, entre otros títulos esenciales del cine europeo, fallece a los 89 años. Conocido por su trabajo con Buñuel, colaboró con otros grandes directores, como Forman, Saura y Trueba.

- QUIM CASAS

En cualquier asignatura, máster o taller dedicado al guion cinematogr­áfico es obligado citar una frase que pertenece a Jean-Claude Carrière: «Un guionista debe pensar en imágenes». Parece una evidencia, pero grandes literatos han fracasado cuando han escrito guiones para el cine. Carrière siempre lo tuvo claro. El guionista falleció este lunes a los 89 años mientras dormía en su apartament­o en el barrio parisino de Pigalle.

Antes que el cine, fue la literatura. Publicó su primera novela a los 25 años. Después realizó un ejercicio tan difícil como el de novelizar dos películas de Jacques Tati, un director cuyo estilo se basaba en el gag visual y sonoro: las piezas escritas que surgieron de Las vacaciones de M. Hulot y Mi

tío, con ilustracio­nes de Pierre Etaix, son magníficas.

Precisamen­te en una comedia de Etaix de 1962, Le soupirant, debutó Carrière como guionista. Luego llegó la relación con Luis Buñuel, con quien escribió seis películas entre 1964 y 1977: Diario de una doncella, Belle de jour, La vía láctea, El discreto encanto de la burguesía,

El fantasma de la libertad y Ese oscuro objeto de deseo.

En sus memorias, Buñuel escribe: «Con quien más identifica­do me he sentido es, sin duda, Carrière». La relación fue muy estrecha. De pequeña, la primera hija del guionista llamaba a Buñuel «el señor Bunuene». En una carta que el director envió a Carrière en 1966, tras conseguir financiaci­ón para Belle de jour, Buñuel decía: «Puse como condición sine qua

non realizar la adaptación en El

Escorial con usted, si acepta».

En otra misiva, esta vez de Carrière a Buñuel y fechada después del estreno en París de este filme, el guionista decía: «No eché en falta su ausencia, pues ya sé que no le gusta este tipo de manifestac­iones. Pero una vez más me dije a mí mismo que debería, de vez en cuando, coger un avión en dirección a México, únicamente para darle un abrazo».

Pero hubo un Carrière más allá de Buñuel. Colaboró con Louis Malle (¡Viva María!, Milou en mayo), Milos Forman (Juventud sin esperanza, Los fantasmas de Goya), Carlos Saura (Antonieta), Luis García Berlanga (Tamaño natural), Volker Schlöndorf­f (El tambor de hojalata), Jean-Luc Godard (Sálvese quien pueda, la vida), Philip

Kaufman (La insoportab­le levedad del ser) y Fernando Trueba (El artista y la modelo).

En los últimos años le dio un aire más narrativo al cine de Philippe Garrel y colaboró estrechame­nte con su hijo, Louis Garrel. En otra de sus incursione­s en el cine estadounid­ense participó en el guion de Reencarnac­ión, de Jonathan Glazer. Resulta difícil entender el tránsito de la modernidad cinematogr­áfica de los 60 al cine actual sin la figura casi totémica de Carrière.

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AFP Jean-Claude Carrière.

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