La oposición carga contra Trias por su «debilidad» ante los okupas
El alcalde defiende su decisión de parar el derribo de Can Vies para garantizar la paz en las calles Insiste en que no cambiará el proyecto del cajón de Sants, que requerirá la demolición en 30 meses
L as palabras del por ahora presidente del grupo socialista, Gabriel Colomé –fijamente observado, desde la grada, por su alcaldable, Jaume Collboni– fueron ayer las más duras con el alcalde Xavier Trias en el pleno especial sobre el explosivo desalojo de Can Vies. Con el permiso del líder del PP, Alberto Fernández, quien insistió en su consabida petición de mano dura. Ambos, el socialista y el popular, recriminaron a Trias que parara el derribo del centro okupado después de iniciado, mostrando «debilidad ante los violentos» y «cargándose el principio de autoridad.
Ambos, socialista y popular, recurrieron incluso al mismo recorte de prensa de la hemeroteca, recordando las mismas palabras de Trias cuando era líder de la oposición. Aquel célebre «durante muchos años esta ciudad ha coquetedo con los colectivos antisistema de todo el mundo; se les ha atraído». El alcalde asintió y aseguró seguir pensando lo mismo: «Ahora recogemos el fruto de 17 años de esa manera de hacer», respondió. 17 años, justo el tiempo que hace de la okupación de Can Vies, el 10 de mayo de 1997.
El concejal de Sants-Montjuïc, Jordi Martí, fue el encargado de abrir un plenario, que no llegó a ninguna conclusión, más allá de la reafirmación del alcalde en su decisión de parar el derribo en pro de la paz en las calles, y de su insistencia en el diálogo. Sin abrir, eso sí, «el melón de la zona verde», según palabras textuales de Trias. Es decir, no entra en los planes del consistorio modificar una línea del proyecto de urbanización de la cubierta del cajón sobre las vías, que prevé el derribo de Can Vies para abrir una de las rampas de acceso al futuro paseo sobre el imponente bloque de hormigón. El diálogo ofrecido por Trias, entonces, parte de la base de que la estancia de los jóvenes en el espacio tiene una fecha de caducidad máxima de 30 meses, el tiempo que se calcula que falta para el inicio de esa fase de las obras. BARRA LIBRE La mayor parte del debate giró más sobre la decisión del alcalde de parar el derribo que sobre el inicio del mismo, detonante de una semana de disturbios, cuya paz se selló sin sellarse –en todo este proceso en el que se negocia sin negociar no hay papeles– tras la ayer tan criticada marcha atrás municipal. «Me preocupa que arraigue el mensaje de que con la violencia se consiguen objetivos sentenció Fernández, quien aseguró que Trias había dado «barra libre a grupos radicales».
Quien se mostró más comprensivo con el alcalde fue ayer, con diferencia, el todavía líder de los republicanos Jordi Portabella (observado desde el balcón por Oriol Amorós, uno de los aspirantes a sucederle). La mayor crítica de Portabella a Trias fue por la gestión de la comunicación. «El informe presentado hoy llega tarde», apuntó el republicano, quien añadió que si el alcalde hubiera explicado el primer día la necesidad del derribo para la urbanización del cajón «la ciudadanía lo habría entendido». «Las zonas verdes son sagradas. Son un bien común», aseguró el republicano, quien, como el resto de grupos, condenó de forma contundente la violencia. En su caso, lo hizo introduciendo una cuña independentista. «El uso de la violencia es injustificable en cualquier caso, pero aún más en Catalunya, donde estamos haciendo la más grande de las reivindicaciones cogiéndonos de las manos, movilizando a dos millones de personas sin romper un cristal», concluyó. DEBATE SOBRE LA SENTENCIA También sin salirse del guion, quien sí criticó con firmeza el desalojo fue el líder de ICV-EUiA, Ricard Gomà, quien empezó su intervención apuntando que «no vale» excusarse en la sentencia, cuando la propiedad –TMB, es decir, el ayuntamiento– podía parar la ejecución en cualquier momento. El alcalde Trias respondió a esa afirmación –cierta–, con un no menos cierto recordatorio: fue el gobierno anterior, del que Gomà formaba parte, quien interpuso la demanda.
Sobre el argumento de lo sagrado de las zonas verdes esgrimido por el municipio para argumentar la necesidad del derribo, Gomà puso sobre la mesa otras operaciones urbanísticas en las que, a su entender, Trias no ha tenido tanto apego por el «bien común como la marina de lujo, la ampliación del centro comercial La Maquinista o la plaza de Botticcelli, en Horta, pendiente de convertirse en un párking.
Tras oír todas las intervencions, Trias insistió en agradecer públicamente al concejal Martí su trabajo durante todo este tiempo, subrayando que las negociaciones para intentar evitar el desastre se remontan «a mucho antes» del 26 de mayo. Hizo lo mismo con las fuerzas de seguridad e insistió en su mantra: «Diálogo, diálogo y diálogo».