El Periódico Aragón

La lana que nadie quiere (ni gratis) sobrepasa a los pastores aragoneses

El mercado de este material está «muerto» y los ganaderos se lamentan por las dificultad­es a las que se enfrentan para deshacerse de él, por lo que se acumula en los almacenes

- ARTURO POLA

Hubo un tiempo en el que la lana era un material preciado y en el que los ganaderos veían en el pelo de sus ovejas un pequeño tesoro del que poder sacar partido una vez esquilado su ganado. Con el tiempo, el precio de la lana servía para cubrir los costes de las labores de los esquilador­es. En los últimos años, esa operación ya se tornaba deficitari­a hasta haber llegado a una situación crítica en la que la lana de las ovejas ya no vale nada. Y ni siquiera eso es lo peor, el verdadero drama para los pastores es que no tienen forma legal de deshacerse de ella.

El resultado de esta serie de circunstan­cias es el siguiente: la lana aragonesa, que nadie la quiere ni regalada, desborda los almacenes y las parideras de la comunidad. «El mercado de la lana está muerto», afirma sin titubeos Carlos Bernués Dieste, responsabl­e de las Secciones de Esquileo y Lana en el Grupo Cooperativ­o Pastores. La apocalípti­ca frase de Bernués llega tras un proceso gradual de disminució­n del precio de esta materia prima que, además, vivió su máximo revés en la pandemia cuando China, el mayor importador de lana aragonesa, cerró todas sus fronteras por la expansión del coronaviru­s. La sustitució­n de la lana en el mercado textil por materiales sintéticos, sumado a que su uso para tapicerías y filtros de automóvil ha quedado como algo «residual», ha acabado por rematar una situación que amenaza con convertirs­e en insostenib­le.

Porque además, se pague a un precio competitiv­o o no se quiera ni regalada, lo cierto es que a la oveja, por temas higiénicos, hay que seguir esquilándo­la. Desde 2002, la lana está catalogada como Sandach (Subproduct­os de origen Animal no Destinados A Consumo Humano). «Eso quiere decir que no puede ser tratada ni almacenada de cualquier manera y hay que seguir una serie de requisitos legales», explica Bernués. Por lo que, a lo que ya, actualment­e, es un negocio deficitari­o, se le suma la complejida­d de deshacerse de un producto que ha perdido prácticame­nte todo su atractivo. «Solo tiene algún valor la lana de mejor calidad», subraya Bernués.

Los datos así lo reflejan, ya que solo se vende el 10% de esta materia prima por un precio medio de «entre cinco y diez céntimos por kilogramo», cuando en su momento álgido, la lana superó el euro por kilo en el mercado. ¿Dónde está ese 90% de lana que no se vende y de la que es muy difícil desprender­se? Acumulada «donde cada ganadero puede». Al no venderse, nadie la recoge y para los pastores es «un verdadero sufrimient­o» deshacerse de ella. Solo de la temporada de esquileo de este año, ya hay más de 300 toneladas hacinadas en cualquier rincón de las instalacio­nes de los dueños de las ovejas. «Además, hay ganaderos a los que no les han ido a recoger la lana ya en años anteriores y que la tienen aún almacenada, lo que podría suponer un volumen de 1.500 toneladas», advierte el responsabl­e de las Secciones de Esquileo y Lana en el Grupo Cooperativ­o Pastores, que reconoce que los almacenes de su empresa están «a rebosar».

No salen los números

«Ya no cabe más. Si nosotros estamos así, el resto estará incluso peor porque nosotros somos una cooperativ­a. Nadie puede saber exactament­e cuánta lana hay en Aragón, pero seguro que nos sorprender­íamos», alerta Bernués. Cada kilo de esa lana ha sido cortado por los esquilador­es, con un coste medio de 1,5 euros por cada oveja esquilada, una cifra que se mantiene bastante estable a pesar de las complicaci­ones que vive el sector. Por su denominaci­ón de Sandach , la lana no se puede tirar a los vertederos, no se puede quemar ni abandonar en escombrera­s. «Si te pillan dejándola en la calle, el Seprona te denuncia», asegura Bernués. La solución momentánea, por tanto, pa

sa por su almacenaje. Una práctica que, sumado al incordio para el ganadero, acaba teniendo sus consecuenc­ias. «Donde hay lana, hay ratas y ratones y, además, campan a sus anchas», recalca el representa­nte de los pastores.

Ante tal problemáti­ca, el sector reclama «soluciones rápidas» y apunta al Gobierno de Aragón como el que debe proporcion­ar remedios efectivos. «Hay conversaci­ones, pero la cosa no acaba de arrancar. Al final, como

siempre, llegaremos tarde y mal», afirma Carlos Bernués.

Una de las posibles salvacione­s para el conflicto de la lana puede llegar a través del Sarga. (Sociedad Aragonesa de Gestión Medioambie­ntal). «El Gobierno se

comprometi­ó a atajar el problema a finales de marzo. De momento, no ha retirado ni un gramo de lana.Conozco ganaderos que incluso pagarían porque alguien se la quitara de en medio de una vez», subraya Bernués.

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Estado actual del almacén del Grupo Cooperativ­o Pastores, repleto de lana.
 ?? ?? El esquilador Juan Manuel Vázquez, manos a la obra.
El esquilador Juan Manuel Vázquez, manos a la obra.
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La lana, acumulada pero bien envasada, como exige la ley.
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